Del estadio Brigadier López directamente al Museo Provincial de Bellas Artes "Rosa Galisteo de Rodríguez". Lo que hizo “Nacho” Lago cuando la noche se complicaba en el Cementerio de Elefantes es para poner en valor “La Noche de los Museos”. Fue una mezcla hermosa de arte moderno y contemporáneo. A esta altura, con sus goles valiosos, gambetas y enganches, va camino al Messi del ascenso con la camiseta de Colón. La victoria se explica y se entiende desde esa belleza. Listo, nada más que agregar. No hace falta. Todo lo otro es anécdota.
Con ese golazo de Primera, Colón pasó de la Isla al Lago, curando heridas, despertando la ovación del pitazo final y edificando una fortaleza sabalera en casa con miles de almas empujando. En casa, Colón es imposible para todos.
Los dos, el puntero Sabalero y La Crema, llegaban con cuestiones llamativas. En el caso de Atlético, crisis adentro y afuera de la cancha después de la derrota directa con Almirante Brown mirando la parte baja de la tabla: renuncia del presidente, una especie de Comité de Crisis con el compromiso del ex líder, Silvio Fontanini; más un equipo sin reacción, con dos o tres experimentados y varios debutantes en los últimos tiempos.
Colón, a pesar de haber sumado tres de nueve, seguía siendo el puntero de su zona y el mejor del ascenso. Pero, tal como lo habían declarado los players en la Isla Maciel después de perder con San Telmo, “nos encontraron la vuelta”. Esas diez victorias, cuatro empates y tres derrotas le daban el crédito a un equipo que justificó siempre la chapa de “candidato”.
Eso sí, los bajones individuales de los que antes eran determinantes terminaron afectando el GPS: el andar de Colón en las últimas tres fechas (Defensores, Chaco y San Telmo) no era el de esa maquinita perfecta de las primeras jornadas.
Además de ganar después de una derrota (eso era necesidad y urgencia de viernes), asomaba complicado el cierre de la Semana de Mayo y el inicio de junio: asomaban dos partidos en cuatro días; dos viajes; 1.500 kilómetros que “obligaban” al chárter sureño. Entre Talleres por Copa Argentina en Rosario y el cierre de la primera rueda en La Patagonia no había tiempo de nada: se terminaba a la medianoche del jueves contra los cordobeses y se jugaba a la siesta del domingo en Madryn. A priori, la rotación decía sí de principio a fin.
Mirá tambiénAsí quedó la tabla de posiciones de la Primera Nacional tras el triunfo de ColónEl juego arrancó sin ningún número “9”: Toledo al banco en Colón y Albertengo lastimado en Rafaela.
Además de la mala campaña, ocho sin ganar para los cremosos fuera de La Perla. No se habían acomodado, que a los 9 minutos el cuestionado Vicentín inventó la volada de la noche para evitar el gol visitante. Fue impresionante lo del “1” sabalero.
Sin embargo, a la vuelta de la esquina respondió Colón: primero Guille de lejos, después con un cabezazo que se metía. Entonces, Grinovero empezó a subirse al podio en el equipo de Pancaldo.
A los 30, con rienda corta, Pablo Giménez le mostró la amarilla a Talpone. Y a los 38 minutos del primer tiempo llegó la polémica de la noche. Colón, atacando al arco norte, tiró un pelotazo al aire, la guapeó Guille en el cuerpo a cuerpo con Colombo: se dejó caer el ex Olimpo en las narices de Ariel Scime (el hijo de Miguel) y el juez llegó revoleando la tarjeta roja. La repetición de la tele confirmó el error del juez desde lejos y del asistente enfrente: no era para roja. A partir de allí, enloqueció la visita y se extravió el juez, no cobrando infracciones claras a los jugadores de Colón para querer compensar el error de esa roja veloz.
El complemento estaba cantado: Colón lo iba a buscar, Rafaela demorar. Se empezaba a transformar en figura el arquerito de Rafaela: se lo había sacado a Toledo y después a Axel.
Empezaba a correr el reloj, los nervios, la impaciencia de la gente. Delfino, inquieto, pateaba el tablero con los cambios: Toledo, Delgadillo, Axel.
Hasta que llegó esa Gioconda futbolera. Un golazo de Primera para soñar con la vuelta. De la mano de Lago, el sueño es posible. De los pies de Lago, el sueño es real. Una obra de arte para aplaudir de pie. El Messi del ascenso, el que juega con la camiseta de Colón, dejó a todo el mundo boca abajo. Como en las mejores galas. En poco tiempo, de la Isla al Lago. En las aguas que sean, Colón navega a ese puerto que todos quieren en la ciudad de Garay. Por más que estamos ya en junio y el grito “Tierra” vale en noviembre.
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