Colón ganó un partido que trabajó más de lo que jugó
Entre las condiciones inhumanas de los 54 grados de térmica con los que se jugó el partido y el trámite cerrado del mismo, había que priorizar el orden, la solidez y la practicidad. Y se hizo. Ahora hay que tratar de levantar el nivel de juego.
Colón afrontó el partido sabiendo que las chances de gol podían ser muy pocas para los dos equipos, esquivando la posibilidad del error y haciendo un aprovechamiento total de alguna posibilidad que pudiera presentarse. Foto: Joaquín Camiletti
No era un partido para sacar muchas conclusiones. Más bien, era un partido para trabajarlo más que para jugarlo. Y también era un partido para no perderlo. Así lo entendió Colón y así lo afrontó. Asumiendo cuidados y orden, sabiendo que las chances de gol podían ser muy pocas para los dos equipos, esquivando la posibilidad del error y haciendo un aprovechamiento total de alguna posibilidad que pudiera presentarse.
El equipo tuvo orden y solidez defensiva. Algunos vieron errores en el primer tiempo, puede que el mano a mano que se va por encima del travesaño del arco de Marcos Díaz haya llegado como consecuencia de una mala disposición defensiva, pero no hubo tantas filtraciones. El problema de Colón en esos primeros 25 minutos fue que el equipo quedó moviendo la pelota muy atrás, sin progresar demasiado en el campo de juego y permitiendo que el rival lo presione. Entonces, esa presión obligó al pelotazo a dividir o que encontró a Gigliotti aislado y con escasa compañía. Esto se subsanó en la parte final del primer tiempo, allí fue cuando llegaron las dos jugadas de peligro que tuvo el equipo en el cierre de esa etapa y luego, el segundo tiempo, fue de un control casi total de Colón, que sin dominar supo aprovechar lo que podía darse: una jugada de peligro que definiera el partido. Y así fue.
El Pata Pereyra le da órdenes a Forneris, mientras que Castet aprovecha el momento para refrescarse. Francamente, era imposible jugar con semejantes condiciones climáticas. Un desatino que flaco favor le hace al espectáculo y al físico de los jugadores. Foto: Joaquín Camiletti.
Siempre es mejor trabajar sobre los buenos resultados. Siempre. Sobre todo, porque los buenos resultados son los que generan un estado de confianza y seguridad que se pierde cuando los resultados son negativos. No siempre se puede ganar jugando mal y a veces se pierde jugando bien. El fútbol es así. Pero así como tranquilamente se puede admitir que, cuando se juega bien, los resultados no tardarán en llegar, también es bueno saber que cuando el equipo gana o empata se puede trabajar sobre una base de confianza mayor.
Colón tiene orden y defiende bastante bien. Si se toma como una máxima del fútbol que "los equipos se arman de atrás hacia adelante", la realidad indica que por ahí se está construyendo el camino de la consolidación del equipo. Y otro aspecto positivo es que hay una base de 8 o 9 jugadores que pueden considerarse titulares más allá de los esquemas, que han variado de un partido al otro (por ejemplo, el domingo en Santiago del Estero se jugó mucho tiempo con una línea de cinco en el fondo).
¿Qué está faltando?, más juego y profundidad. No aparecen esas sociedades que provoquen desequilibrio. Una de ellas podría ser la de Bernardi-Gigliotti, o Bernardi con los otros volantes para que la pelota le llegue a Gigliotti de la mejor manera, o que Soñora empiece a generar confianza en el técnico para que lo utilice más desde el arranque de los partidos. El fútbol fluido todavía no aparece y eso ha llevado a Colón a ser un equipo sin demasiado poder de ataque, aunque en estas dos victorias consecutivas que logró ante Nueva Chicago y Mitre, tuvo contundencia y por eso se quedó con los seis puntos en juego.
Gigliotti se bancó los 90 y pico de minutos bajo ese calor infernal de 54 grados de térmica en Santiago del Estero. Foto: Joaquín Camiletti.
Tampoco se observan muchas variantes. Contra Nueva Chicago, el Pata Pereyra intentó juntar a Facundo Sánchez con Jourdan por derecha, como para que intenten formar una sociedad que el año pasado, por ejemplo, funcionó bien en la primera parte del torneo con la dupla Herrera-Jourdan. Por izquierda no pudo hacer lo mismo porque Negro jugó de lateral y lo tuvo a Barreto delante suyo, pero sin proyectarse demasiado para acompañarlo. El domingo con Mitre era imposible pretender que tanto Facundo Sánchez como Castet (los laterales de la línea de cinco) hagan el ida y vuelta, porque se iban a fundir mucho antes de lo previsto. Había que dosificar energías y a eso se dedicaron. Pero no todo puede pasar por lo que haga Bernardi o lo que empujen Talpone y Forneris, ya que también hay que armar juego por afuera para aprovechar el ancho de la cancha y darle alternativas al resto de los volantes. Y también generar desbordes que terminen en centros para aprovechar la capacidad goleadora de Gigliotti.
A propósito de Gigliotti, se bancó los 90 y pico de minutos bajo ese calor infernal de 54 grados de térmica que determinaron las condiciones inhumanas con las que se jugó el partido en Santiago del Estero. Todos esperábamos el cambio, pero el cambio no llegó. El Pata no quiso sacar la única referencia ofensiva que tenía, para impedir que se le viniera todo Mitre sobre el área de Marcos Díaz. Con Sanguina afuera por la gastroenteritis que le impidió viajar y con Rossi lesionado, no le quedó la alternativa de un "9" que suplante a Gigliotti cuando éste, a medida que pasaban los minutos, se iba quedando sin resto físico después de pelear y mucho contra los centrales rivales que le cometieron varias infracciones. Gallay tuvo algunos arranques interesantes, pero no es un delantero de punta sino alguien que puede arrancar desde atrás y que tiene explosión y atrevimiento.
"Muchos partidos, sobre todo de visitantes, van a ser así", comentaba Diego Castagno Suárez a este enviado de El Litoral cuando el plantel emprendía el viaje de regreso a Santa Fe. Es cierto. Habrá partidos para jugar y otros para trabajar. Y no hay otra que prepararse para cualquiera de las dos circunstancias.
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