"No podíamos bajar el peso de Cococho hasta saber que tomaba mates dulces"
Vino de Estudiantes a Colón con el Vasco Urriolabeitia y así contaba sus “peripecias” con Ernesto Juan Alvarez, el ídolo sabalero de esos tiempos, que había llegado con ellos del “Pincha”. Su anécdota con Bilardo antes de ganarle la Intercontinental al Manchester United.
“Che, ¿quién sos vos?, ¿te conozco?, yo soy fulano de tal...”, deben haber sido las pregunta y dichos más repetidos. Es que se armó una movida muy linda, con Gustavo Ripke y el Bambi Araos a la cabeza pero con el apoyo de José Pisarello y el resto de la dirigencia de Colón, para que decenas de ex jugadores volvieran a reunirse. Algunos ni siquiera conocían la “cancha nueva” y observaban asombrados desde el sum, en la zona de palcos, una infraestructura que para ellos resultaba extraña y admirable. Ellos habían jugado en una cancha distinta, con tribunas de madera y con instalaciones muy humildes y carentes de esta modernidad, lujo y amplitud que hoy identifica al Brigadier López.
El profesor Rubén Solé llegó desde La Plata con el Vasco Urriolabeitia y Rubén Cheves, en un proceso de cambio muy profundo que hubo en los primeros años de la década del 70. Tenía la escuela de Estudiantes, lo cual no es un dato menor. Mucho menos si nos trasladamos a aquellos tiempos en los que Estudiantes se había convertido en el club más ganador del fútbol argentino, con títulos locales, Copa Libertadores y segundo campeón del mundo (después de Racing), cuando llegó aquella epopeya en Manchester.
-¿Qué fue Colón para usted, profe Solé?
-Tené en cuenta que Colón fue mi segundo club profesional, después de Racing. Porque yo en Estudiantes había estado en inferiores y en reserva, ya que el preparador físico de Zubeldía era Kistenmacher. Vine a Santa Fe con un grupo nuevo, con gente que migraba de Estudiantes y algunos de la zona. Fue un buen plantel, sobre todo en el 72. Y eso nos sirvió para que vayamos, con el Vasco, a River. Después volvimos en el 74 con otra gran campaña. Y luego seguí 35 años en el fútbol, así que mirá si tengo para contar cosas.
-Me imagino que conocía a varios de los jugadores que luego entrenó en Santa Fe…
-Yo estaba en tercera en Estudiantes y me hace acordar a Colón, porque de allá vinieron Zuccarelli, Trullet, el Negro Baley, Sacconi, hasta el sordo De Marta vino… Cococho Alvarez, Coscia, Zibecchi, Gile, Augier… Era una sucursal de Estudiantes. Y tengo un grupo de whatsap con una sexta de Estudiantes que yo preparaba, que era muy buena y ganaba todo lo que jugaba. Y siempre hablamos de ese grupo de jugadores que vinieron acá.
-Usted que los conoció y trabajó con ellos, ¿qué diferencia había entre Zubeldía y Urriolabeitia?
-Con Osvaldo Zubeldía trabajé poco, pero creo que era más práctico; y el Vasco más estudioso. Osvaldo era más resolutivo... Pero los dos fueron grandes entrenadores.
-Recién mencionó el 72. ¿Se acuerda de lo que fue la definición de ese torneo Nacional y el perjuicio a Colón?
-¡Cómo no me voy a acordar…! Nosostros ya nos habíamos ido a River, pero fue algo insólito y ridículo… Colón tendría que haber jugado las semifinales de ese torneo junto con Boca, River y San Lorenzo, pero se quedó afuera porque salió segundo en su zona pero Boca le sacó tres puntos de ventaja y el reglamento no lo permitía… Tenía que ser menor la diferencia… Nunca visto.
-¿Cómo era Bilardo?
-Mirá… En inferiores de Estudiantes tuve a varios campeones del mundo y jugadores de selección, como Baley, Pernía, Pagnanini, Romeo, Taverna… Pero Bilardo era otra cosa… Bilardo era médico, pero en la cabeza tenía el fútbol… No tenía la medicina.
-¿Tiene alguna anécdota?
-En 1968, yo me quedé unos días a cargo del plantel superior porque el profesor Kistenmacher, que era el profe de Zubeldía, se había ido a Manchester para ver campos de entrenamiento y hoteles antes de la final del mundo… Entonces, no sé si Bilardo habrá visto mucha juventud en mí, porque apenas tenía 22 años, o qué se le pasó por su cabeza, que tuvo una actitud muy buena conmigo… ¿Sabés lo que hizo antes del primer entrenamiento que yo iba a dirigir?, me encaró, me abrazó y me dijo: ‘Profe, ¿usted ve ese charco grande que hay ahí?… Bueno, si usted dice que todos se tiren al charco, ¡nos tiramos todos, eh!’… Un fenómeno… Estudiantes marcó una época en eso. Había mucha profesionalidad.
-¿Cambió mucho la preparación física?
-¡Ufff….! Cuando yo empecé, pasar por adelante de un gimnasio era hacerlo bien rápido y nadie miraba lo que había ahí adentro… Se lo ignoraba… Hoy, ningún jugador puede estar ajeno a un gimnasio… Cuando vinimos a Colón, viajábamos con cinco suplentes. Hoy las delegaciones no bajan de 22 o 23… Antes no había control antidóping, las concentraciones eran otra cosa… El fútbol era el mismo, pero todo lo que lo rodeaba era otra cosa.
-Y se hablaba mucho del antidoping en ese entonces…
-Yo digo que el control antidóping marcó una bisagra entre la seriedad y la informalidad, entre el trabajo organizado y cualquier cosa… He visto y me han contado cada cosa que hoy son inconcebibles…
-Aquellos eran tiempos en los que el doping existía, sobre todo en la Copa Libertadores. Y los escándalos estaban a la orden del día…
-Mirá, nuestro fuerte era el trabajo, la profesionalidad, la disciplina, la seriedad… Y eso le ganaba a la informalidad.
El profesor Solé, junto a Zuccarelli, Trullet, Brítez, el Vasco Urriolabeitia, Cococho Alvarez y Mario Rodríguez, algunos de los jugadores que llegaron desde Estudiantes
-¿Y cómo ve al fútbol de hoy?
-De un profesionalismo total… Antes no era tan así. Y no lo digo por el Vasco, porque siempre fue muy profesional… Es lo que te dije anteriormente, nosotros en ese aspecto marcábamos diferencia.
-En líneas generales, los planteles nuestros eran formales, de trabajo y esfuerzo… Tuve algún problema, pero, pregunto: ¡¿Cómo no vas a tener un problema en 40 años de laburo?!… Vos no te olvides que nosotros vinimos de Estudiantes. Y Estudiantes era un ejemplo de trabajo, de disciplina… De viajar con traje y corbata, de usar el pelo corto, de no ser bien visto la llegada a destiempo a un entrenamiento… Son las cosas lógicas que deben imperar… Llegar a horario es la prueba más estricta que tenés, de mostrarle respeto al grupo y al entrenador.
-¿Y Cococho Alvarez?
-¡Cococho…! Era difícil ponerlo bien físicamente… Es que tenía un físico difícil y él también era un poco bohemio, había cosas que no le importaban tanto… ¿Querés que te cuente una anécdota?
-¡Obvio!
-Una vez hicimos un plan de comidas y entrenamiento para que pierda cuatro kilos. Le pasamos el menú que debía comer, pero venía al entrenamiento, lo pesaba y estaba siempre igual. ¡No bajaba un gramo! Entonces, revisamos el plan y le preguntamos si realmente comía lo que le pedíamos, y contestó que sí.
-¿Entonces?
-Entonces le pedí que me contara un día suyo… Y le pregunto qué tomaba en la casa a la tarde, cuando entrenábamos de mañana. Y me dice que tomaba mate… ‘Ah, ¿tomás mate?, le pregunto. Y me dice que sí. ‘¿Mucho?, vuelvo a preguntarle. Y me dice que si. ‘¿Dulce o amargo?’, y me contesta que tomaba mate dulce… ¡Claro!, ¡ahí estaba el problema!… ¡Nos dimos cuenta de que se comía un kilo de azúcar por día ese muchacho! (risas).
No paró de hablar con todos. “¿No me digas que vos sos José Luis Córdoba?”, le dijo a aquél volante ofensivo con cosas de delantero que se entendía mucho con Di Meola, cuando la “Chiva” descollaba y deslumbraba al Vasco Urriolabeitia, que luego se lo llevó a River. El profe Solé se acordaba muy bien de aquellos jugadores a los que hacía más de 50 años que no veía. Y con cada uno tenía algo para contar y recordar de aquellos tiempos en Colón, que, para él, no pasaron para nada desapercibidos en su vida profesional.
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