Activo colaborador, siempre contaba la anécdota cuando se escapó a verlo a Unión, apenas dos días después de haber sido operado de una hernia. Trabajó mucho en la Federación de Agrupaciones Unionistas.
“Lo más loco que hice por Unión fue cuando apenas dos días después que me habían operado de una hernia, me escapé del sanatorio para ir a la cancha a verlo. Tengo cuatro hijos y una esposa que son todos tatengues, mis nietos también. Y les digo una cosa: nunca Unión va a ser el Unión que yo viví con Mario Iparraguirre de presidente, al que conocí allá por la década del 50. Fue algo extraordinario. Llegó a tener 25.000 socios en aquél momento, en una ciudad mucho más chica que ahora. La inauguración de la pileta que construyó Mario Iparraguirre fue fenomenal, se llenó de gente ese día. Para mí, fue algo inolvidable”. Esta frase pertenece a Rodolfo Cancellieri, cuyo fallecimiento ha golpeado fuerte a la familia unionista que lamenta su partida a los 85 años.
No debe haber un solo unionista que no se haya cruzado con este hombre que fue un activo dirigente de la Federación de Agrupaciones Unionistas, la reconocida FAU, que tanto apoyo brindó al club a través de la historia.
Sus recuerdos se remontan a la década del 40.
“Yo era chico, fui a la cancha con mi papá cuando Unión jugó con Quilmes en 1949, peleando por el ascenso a Primera. El partido terminó a las 5 y pico de la tarde, pero con mi papá llegamos a casa a las 12 de la noche. Esa tarde, Máximo Aguirre, el árbitro, perjudicó a Unión notoriamente. Sobre la hora, en el arco de la redonda, le hicieron un gol a Angel Rocha el arquero de Unión y perdimos 3 a 2. Allí apareció una persona por el túnel, se metió en la cancha y lo golpeó al árbitro, que cayó, se levantó y alcanzó a salir disparado cuando la gente invadió la cancha. Recuerdo que se tiró de cabeza al túnel y allí lo estaba esperando Yebra, que era el presidente de Unión en ese entonces. Se armó un lío bárbaro en aquel momento”, recordaba Cancellieri, cuyo hijo, Javier, viene cumpliendo una excelente labor en UNL, siempre vinculado al fútbol.
Cancellieri siempre recordó a los mejores presidentes que él conoció, referenciando a Mario Iparraguirre, Super Corral, Angel Malvicino. “Es cierto y es real que hay que tener billetera”, no se cansaba de decir. Y su vida fue girando alrededor de los colores rojiblancos y ese amor incondicional que tuvo desde chico por el club, hasta el último suspiro de su vida.
Era inevitable cruzarse en la cancha o en cualquier esquina de la ciudad con este hombre, para que aparezca Unión como tema excluyente de la charla, siempre con un trato cordial y amable con todos, lo cual le permitió rodearse de muchos amigos y del respeto de todos.
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