"Cuando jugábamos con Colón, el día anterior no podíamos salir a la calle"
Fue arquero de Unión, después del Loco Gatti, entre el 76 y el 77. Atajó en seis clásicos. Vino con la fama de ser el gran atajador de penales del fútbol argentino. Era una época en la que Unión traía arqueros de nombre y jerarquía, mientras empezaba a aparecer Nery Pumpido.
Por aquéllos tiempos, Perico se había ganado la fama de ser un gran atajador de penales.
El año 1976 tiene un record muy difícil de igualar: se jugaron cinco clásicos. Unión ganó dos, Colón uno y empataron los otros dos. Perico Pérez había llegado a Unión con la difícil misión de reemplazar a Hugo Orlando Gatti, una de las grandes estrellas que el Toto Lorenzo trajo en el 75. Mientras él estuvo en el club, llegó el Mono Irusta, otro arquerazo. Perico venía de salir campeón de la Libertadores con Independiente en el 75, con Bochini, Bertoni, el Mencho Balbuena, el Zurdo López, el Chivo Pavoni y Maglioni, entre otros. Le tocó atajar todos los partidos clásicos del 76 y uno del 77 (el del gol de la Chiva Di Meola en cancha de Unión). La gente de Unión lo recuerda muy bien, porque después de ellos, llegó Biasutto (otro arquerazo) y ya empezaba a aparecer Nery Pumpido (¡ni hablar de sus enormes condiciones!). No pudo haber sido más pareja la historia de Perico en los clásicos santafesinos, porque en total terminó ganando 2, empatando 2 y perdiendo 2. Y dejó su sello.
El sitio Infobae le publicó una extensa entrevista en la que, precisamente, habla del clásico santafesino, al que definió como "bravo" y dejó una frase contundente: "El día previo, ya no podías salir a la calle". También llegó con la "fama" de ser un atajador de penales, que construyó algunos años antes, en 1973, cuando le detuvo dos a Miguel Brindisi en cancha de River.
"En mi opinión no hay un método para atajar penales, es más intuición que otra cosa. Lo que yo solía hacer era observar bien al pateador, cómo se paraba y perfilaba al llegar a la pelota. También me ayudaba el hecho de conocerlos. Si bien no había la enorme cantidad de medios que hay ahora, se transmitía un encuentro por semana por televisión y se podía analizar allí. Lo que sí hacía era leer las síntesis de los partidos en los diarios del día lunes, donde se detallaba quien había ejecutado y a dónde. Lógicamente tenía en cuenta cómo estaba el resultado hasta ese momento, porque no es lo mismo rematar ganando 3-0 que perdiendo 1-0, donde van a lo seguro", cuenta Perico en la entrevista con Infobae.
"Si hubo un precursor absoluto y un adelantado en el puesto, incluso en el hecho de saber con la pelota en el pie, fue Amadeo Carrizo. En mi opinión no hubo, hay, ni habrá uno igual a él. Fue un fenómeno a quien tuve la suerte de conocer, cuando estaba en las inferiores de River y él atravesaba el final de la carrera. A él le debo el hecho de que se me conociera por el apodo. A mí me decían así porque era el seudónimo de mi papá y fue el gran Amadeo que me sugirió: "No digas más que sos José Pérez. Decí Perico Pérez" y quedó para siempre. Era un gran tipo, muy generoso, que jamás te marcaba un error, sino te mencionaba cómo se podía solucionar. Cuando volvíamos con mi viejo del Monumental, agarraba la pelota marca Pulpo y salía a la vereda, con la poca luz que iba quedando, para jugar a ser Amadeo Carrizo", señaló.
Uno de los equipos de Unión de esos tiempos. De pie: Bottaniz, Silguero, Regenhardt, Telch, Perico Pérez y Mazzoni. Agachados: Ortega, Bongiovanni, Trossero, Marchetti y Valdivia.
"Fui protagonista de un Superclásico que quedó en la historia, como fue el que ganamos en cancha de Velez por 5-4 en 1972, con un resultado tan cambiante que parecía de cuento. Nos pusimos 2-0, le atajé un penal a Suñé, al rato perdíamos 4-2 y nos quedamos con la victoria con un gol de Morete sobre la hora. Cada clásico tiene lo suyo, porque tuve la suerte de disputar también los clásicos de Avellaneda y Santa Fe, que era bravo de verdad (risas). Como la zona de confluencia de ambos es cercana, se vive de manera particular. El día anterior ya no podíamos salir a la calle", dijo el hombre al que, además, Cococho Alvarez le marcó aquél lindo gol después de un "sombrerito" a Regenhardt en cancha de Colón.
Un hombre de su trayectoria está plagado de anécdotas. "una de ellas la viví en Salta cuando viajamos para jugar un amistoso, donde coincidimos con un grupo de gente de teatro que estaba de gira. Me tocó compartir el ascensor del hotel con Bárbara Mujica y otra actriz. Mientras subíamos, ella le dijo: 'Mi marido (David Stivel) está como loco porque se enteró que acá está Perico Pérez, el que ataja los penales y lo busca por todos lados' (risas). Por supuesto que no sabía quien era yo. También en ese año participé de un disco, que me lo propuso el Pato Carret, que cantaba dos canciones y yo contaba cómo atajar los penales. Anduvo bastante bien y tuve la suerte de que Palito Ortega, que solía estar en los entrenamientos del club, me avivara para que figurase como intérprete, para poder cobrar, si no, no hubiese percibido ninguna regalía. A River venían muchos artistas a compartir los entrenamientos, hecho que a ellos los ayudaba para la distensión. Uno de ellos era el folclorista Roberto Rimoldi Fraga. Cuando se casó, nos invitó con Pinino Mas a la fiesta, que fue en la quinta de Olivos, ya que su novia era la hija del entonces presidente Alejandro Lanusse. Esa noche se vivieron cosas increíbles, como que el General desapareció por varias horas, porque le habían avisado que podía haber una revuelta en el país. Nos reímos mucho con Bonavena, porque fue cuando le dijo a Lanusse: "Con la pinta suya y la guita mía hacemos destrozos" (risas).
A comienzos de 1975 llegó Ángel Labruna a la dirección técnica de River, con el objetivo de cortar la insólita racha de 18 años sin títulos, hecho que finalmente se conseguiría, ya sin Perico en el arco: "En 1973 compraron a Fillol y yo sabía que era cantado que más tarde o más temprano, me tenía que ir. En el verano del '75 fui a hablar con los dirigentes de Independiente y enseguida arreglamos todo. Apenas llegué nos fuimos a la famosa gira por Asia donde usamos una camiseta de color amarillo. Era un verdadero equipo de hombres, con un talento fantástico como el de Bochini, con una claridad increíble para habilitar a los delanteros. Me di el gusto de ganar la Copa Libertadores en esa temporada, que era la cuarta consecutiva de los Rojos. La final fue en Paraguay, en desempate con Unión Española de Chile y hubo una disputa con los dirigentes, porque ellos querían que hiciésemos un amistoso con un cachet bajo. Nos opusimos y queríamos volver, pero nos dijeron que no había aviones disponibles. Entonces tomamos la resolución de regresar en micro. Y con la copa entre nosotros, más el Gordo Muñoz, que en cada pueblo que parábamos, se las ingeniaba para salir al aire en la radio. Un viaje increíble (risas). Pero hubo una mejor. Hacía tantas giras Independiente que lo habitual era tomar aviones casi todas las semanas. Un día nos encontramos en Ezeiza con el Chivo Pavoni, Commisso, Bochini y Percy Rojas y subimos a la nave rumbo a Chile. En pleno vuelo nos llamaron desde la cabina, en algo muy raro. Ahí nos comentaron que los dirigentes nos mandaban a decir que el partido se había suspendido. Nosotros pensamos que el resto de los muchachos estaban en otra parte del avión (risas). Desayunamos en Santiago y nos volvimos al rato".
Luego, Perico se metió de lleno en Futbolistas Argentinos Agremiados y después compró canales de televisión en el sur del país y se dedicó también a la logística en diversas empresas. Ahora disfruta de los nietos, "que no me imaginé que cambiarían mi vida".