Dos victorias seguidas, el “karma” de la Copa Argentina superado y ahora un rival complicado que lleva mucho tiempo sin ganar como local.
Los resultados mejoran, pero el rendimiento ante Colegiales fue muy preocupante y obligó otra vez a cambios sustanciales durante el partido. Este lunes debe buscar la victoria en Mendoza para acercarse a los puestos de clasificación.
Dos victorias seguidas, el “karma” de la Copa Argentina superado y ahora un rival complicado que lleva mucho tiempo sin ganar como local.
Así es el panorama de Unión, a horas de jugar un partido ante los mendocinos de Independiente Rivadavia, en el que tiene la exigencia de una victoria que lo acerque un poco más a ese octavo puesto de clasificación, del que todavía está lejos, en un torneo corto y que ya ha llegado a su primera mitad. Aunque Unión debe un partido (el que jugará con Racing el 20 de este mes en la avenida).
¿Qué dejó el partido del miércoles en San Nicolás? La victoria y muy poco más. Para el hincha, esto es suficiente porque el hincha siempre quiere ganar. Pero para el técnico, fue observar algo que se viene convirtiendo en costumbre: la obligación de cambiar de esquema a mitad de partido (o antes) para que el equipo mejore.
En este caso puntual, no solo fue la modificación del dibujo, sino también los dos cambios que hizo en el transcurso del primer tiempo, algo que no es habitual en los técnicos, quienes muchas veces esperan el cierre del primer tiempo para retocar la formación, aún cuando su equipo arranca mal, como le pasó a Unión.
Esa primera media hora de inexpresividad futbolística, tanto individual como colectiva, con jugadores muy estáticos, sin creatividad, parsimoniosos e irresolutos ante una pobre expresión llamada Colegiales, fue el desencadenante de decisiones precipitadas del Kily: a los 20 minutos ya había cambiado el esquema y a los 35 minutos metió dos modificaciones. Todo eso, en el primer tiempo.
Entonces, la pregunta es: ¿hasta dónde es productivo para el equipo este dibujo con cinco en el fondo, tres volantes y dos puntas? Para el Kily parece que sí, pero tiene que echar mano siempre a modificaciones en medio del partido, porque en el lapso que juega así, los resultados son negativos. Solo una vez cambió desde el arranque.
Fue la noche del partido con Argentinos Juniors, donde, es cierto, el equipo fue superado a pesar de que sumó volantes a la mitad de la cancha. Pero hagamos una salvedad: hoy, Argentinos es uno de los equipos que mejor juega al fútbol en la Argentina, y lo que le pasó a Unión le pasó a casi todos los que lo enfrentaron, empezando por Racing, el multicampeón argentino.
Tener a mano una variante como alternativa para cambiar la historia de un partido es algo que todo entrenador debe contar. Una o varias variantes, hablando desde lo táctico. Pero en el caso de Unión, esto se hace permanente. Cambiar para que algo cambie, fue una constante desde el primer partido.
Y ya es hora de que aquel sistema que se mantuvo firme y seguro durante casi un año y medio (el 5-3-2 de Méndez que heredó y perfeccionó el Kily), comience a rendir frutos y no necesite de cambios drásticos para que el equipo mejore y consiga algún resultado, cosa que le ha costado mucho en este año, más allá de estos dos triunfos consecutivos que tienen que servir de envión para lo que viene.
Y si esto no resulta, como hasta ahora, el Kily tendrá que convencerse de que eso no es bueno para su equipo y tendrá que apelar a un plan B que, en este momento, es al que recurre en el medio de los partidos.
Otro tema son los rendimientos individuales. El Kily tuvo que “improvisar” a Profini para encontrar el “5” de su equipo (virtud del técnico para remendar una carencia del mercado de pases); necesita del pibe Lionel Verde (con gran futuro, sin dudas) para que el equipo tenga el fútbol que no aparece de parte de otros que han llegado con esa chapa y esa obligación (caso Fragapane y Palacios).
A esto se le suman algunos rendimientos individuales que el año pasado tenían regularidad y buen nivel, como Corvalán, Mauro Pittón y Pardo, que ahora ya no brindan esa misma sensación. Y además, incorporaciones de las que seguramente el entrenador esperaba – y espera – mucho más, como Mauricio Martínez (entró bien ante Colegiales) o Colazo.
Unión todavía no es un equipo que conforme. Ni siquiera puede sostener ese ritmo o intensidad que exigía y muchas veces doblegaba a los rivales. Dejó una imagen positiva ante Gimnasia, pero partiendo de una vara que estaba bastante baja.
Y más allá de sacarse de encima ese peso de no sufrir otro golpe fuerte en Copa Argentina como ya le pasó en los años anteriores, Unión necesita sumar de a tres en el torneo porque, en caso contrario, no le van a alcanzar los tiempos y los puntos para mezclarse en los puestos de clasificación.
Todo esto en un torneo en el que la “mitad más uno” de los equipos ganan el derecho de jugar los play off por el título de campeón.
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