Desafíos virales: cuando un reto se torna peligroso para los más jóvenes
Es una tendencia popular en el mundo de las redes sociales. Para los adolescentes, suelen ser una prueba de coraje o de aceptación social. Es importante distinguir los que buscan divertir de los quieren lastimar o dañar. Los aportes de un psicólogo para reconocerlos y actuar a tiempo.
Los retos que dan vuelta por las redes generan preocupación, ya que los jóvenes y adolescentes son los más atraídos por este tipo de prácticas. Algunos retos pueden ser divertidos y hasta positivos a la hora de dar a conocer alguna patología, sin embargo, otros pueden ser peligrosos. Por eso, es importante distinguir entre estos dos tipos de desafíos: los que son solo por diversión y los que buscan dañar o lastimar.
Para poder comprender mejor de qué se trata, por qué los jóvenes son los más predispuestos a participar, con qué fin lo hacen y los distintos tipos de retos que existen, El Litoral dialogó con el psicólogo Luciano Lutereau, quien marcó las diferencias entre unos y otros.
"Hay criterios muy distintos, lo primero que habría que situar es que hay desafíos virales que van de la mano de campañas de concienciación y me parece que no son solamente los adolescentes lo que participan, por ejemplo, el desafío de tirarse agua fría en la cabeza como parte de la difusión para sensibilizar por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), fue bastante propicia porque mucha gente no sabía que existía".
Por otro lado continuó Lutereau están "los desafíos virales que tienen que ver con un núcleo específicamente adolescente, que están enmarcados en un cuadro más general y dentro de una sociedad que hizo del desafió su modelo de publicidad. La forma de promocionarse o el estilo, llamémoslo narcisista, de encontrar un reconocimiento público, muchas veces a través de un 'challenge´, como lo llaman".
Esta movida cultural se localiza de un modo específico entre adolescentes y no son eminentemente lúdicos, sino que pasan a un nivel en el que muchas veces conllevan un riesgo para la propia vida y la de otros.
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El profesional explicó que esto va de la mano de ciertos rituales pero que tampoco son nuevos, "pensemos que uno de los ejes o conflictos básicos de la adolescencia en los varones, sobre todo, tiene que ver con hacer ejercicios de demostración de potencia y esto tiene ya muchos años, por ejemplo: 'a que no te animás a hacer fondo blanco de esto', 'a que no te animás a tomar', 'a que no te animás a tirarte…'. En una sociedad donde la forma de encontrar un reconocimiento público es a través del desafió se junta, en el caso de los adolescentes con la demostración de potencia, ahí tenemos una combinación específica, donde los desafíos implican un riesgo y donde muchas veces también ponen en peligro la propia vida".
Jóvenes y no tan jóvenes
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el registro de la adolescencia, antes este período de la vida se consideraba que terminaba a los 19 años, ahora comprende un tiempo que comienza a los 10 y termina entre los 24 y 30 años. Lo que implica un desplazamiento de la figura del adolescente.
Es importante remarcar esto porque como contó Lutereau, "una persona que es madura no hace este tipo de cosas, la cuestión sin dudas tiene que ver con un aspecto de inmadurez. El varón cuando llega a cierto punto de madurez donde deja de creer que tiene que demostrar potencia para ser varón, es porque ya pudo incorporar una seguridad interna. Creo que no es una cuestión que sea cronológica, que tenga una edad especifica, si creo que la juventud está creciendo más lentamente y por ahí cuestiones que en otro momento se veían a los 15, 16 años hoy se están viendo arriba de los 20 y el riesgo que se puede correr a esa edad es mucho mayor porque implica la posibilidad mucho más directamente de la muerte".
En cuanto a las chicas y los rituales de la adolescencia el profesional expresó que "los desafíos son más en relación a la propia imagen, en el sentido de animarse a ponerse una ropa más sugerente o algún tipo de juego con la posibilidad del desnudo en redes, potenciar la erotización del cuerpo. En general, no hay chicas que copien rituales de los varones".
Juegos peligrosos
Por otro lado están los desafíos como el de La Ballena Azul, un juego de pruebas que lleva a autolesionarse o incluso al suicidio, que comenzó a circular por las redes en el año 2016.
Lutereau, explicó que "no es un desafío, es un juego que produce, especialmente en chicos vulnerables, una captación donde su propia soledad y su sentimiento de inseguridad se encuentra reflejado en lo que otros sienten, pero eso no está destinado a ser público, más bien circulan en foros cerrados".
El rol de los padres
Consultado sobre cómo los padres pueden prevenir este tipo de situaciones el profesional sostuvo que "en principio los papás tienen que ser muy conscientes de que muchas cosas que sus hijos leen en internet son cuestiones que a ellos se les escapan, por eso es importante tener un diálogo muy abierto y franco, para poder explicarle a los hijos que muchas veces van a leer cosas que no están chequeadas, que puede haber intenciones ocultas detrás de la información que se está difundiendo o alguien que no es la persona que dice ser, sobre todo con los más jóvenes de entre 13 y 14 años".
Se debe buscar la manera de informar a los adolescentes sobre los peligros, los daños potenciales y las consecuencias de participar en tales desafíos.
En ese sentido Lutereau, dijo que "hay que notar si nuestro hijo tiene algún tipo de inseguridad y necesita validarse a través de algún desafió. La pregunta central siempre es por qué lo hace y prestar atención especialmente a este punto, por ejemplo si está desarrollando un personaje a través de las redes y empieza a ir en contra de su vida cotidiana".