Cómo piensa el Municipio combatir las altas temperaturas en el microcentro santafesino
La idea apunta a amortiguar el impacto del verano en Santa Fe, cuando las temperaturas a veces superan los 40°C. Las acciones públicas no son suficientes. Apuntan a complementarlo con iniciativas particulares. Además, realizarán el primer censo de arbolado de la ciudad.
Una alternativa para las torres son los balcones llenos de plantas. Foto: Fernando Nicola.
El calor santafesino en enero es insoportable. El verano lleva a los termómetros ambientales por sobre los 40°C. No se aguanta. La siesta es un agobio. El zumbido del motor de los aire acondicionados retumba por las calles. Es “un moscardón”. Los que caminan -botella de agua en mano y sombrero en la cabeza- buscan sombra donde sea.
Lo mismo hacen los conductores cuando ven el semáforo en rojo. Pegan el volantazo hacia el manchón oscuro que deja la copa de algún árbol urbano, cualquiera, hasta esperar el verde y continuar su marcha. Hay que llegar vivos a la noche. Cada día.
Ese parece ser el desafío para quienes no pudieron escapar del calor santafesino hacia algún punto turístico algo más fresco. Tan sencillo como eso: escaparle como sea a un golpe de calor.
Las altas temperaturas hacen de Santa Fe una ciudad agobiante en el verano. Es que al calor se le suma la humedad. Es el combo perfecto para que sea insoportable. La ropa se pega al cuerpo y hay que ducharse varias veces al día.
Una mujer forma fila para un trámite y se protege del sol con lo que tiene a mano. Foto: G. Di Salvatore.
La Municipalidad busca alternativas para contrarrestar el calor natural de estas geografías. Desde el Programa de Arbolado Urbano quieren censar los árboles. Todos los árboles. Uno por uno. No sólo quieren saber cuántos hay sino poder determinar su especie, edad y estado de salud.
Esta información servirá luego para poder determinar cuáles son las principales “islas de calor” que tiene esta ciudad levantada hace 374 años, cuando se mudó desde Santa Fe La Vieja a su actual emplazamiento. Quieren desplegar políticas que amortigüen el impacto del calor y transformen estas “islas de calor” en algo más verde, más habitable.
“Si bien cuando uno camina por la calle puede determinar por la arboleda y por la presencia del verde en qué zonas hace más calor, es mejor poder determinarlo con datos empíricos”, dice Juan Andrés Sarquis, director del Programa de Arbolado Urbano de la Municipalidad.
“Nosotros creemos, en ese sentido, que una gran isla de calor es el microcentro”, agregó. Si se quiere delimitar con mayor precisión el radio, comprende la Peatonal San Martín al este, calle Urquiza al oeste, Gral. López al sur y calle Suipacha al norte.
Al ver la zona en el mapa satelital se observa que cuenta con sólo dos manzanas con árboles: las plazas San Martín y Del Soldado, a lo que se suman los árboles frente al Palacio Municipal y alrededor del Colegio Nacional. La ecuación es sencilla. Mucho cemento, poco verde. Veredas angostas y sin árboles. ¿Qué se puede hacer al respecto?
“Islas de calor”
“Estamos evaluando qué es lo que debemos hacer en cada ‘isla de calor’ cuando terminemos el estudio y tengamos mayor precisión”, dice Sarquis. “En algunas zonas, por ejemplo, hay sectores de cemento que podrían ser reemplazados por pasto”, piensa el funcionario.
También destacó que esa “es una tendencia en el mundo actual”, porque “el verde disminuye muchísimo la temperatura” y además propicia “la absorción del suelo de los excedentes pluviales, es decir que amortigua las grandes lluvias”.
Desierto. A la siesta no queda nadie en las calles del microcentro santafesino. Foto: Luis Cetraro.
“Otra acción que podemos llevar adelante es continuar impulsando las “cintas verdes”, que están dispuestas por ordenanza municipal (Nº 11.610)”, señala Sarquis.
“Hay zonas a donde los vecinos deben colocarlas y esas acciones suman al todo”, agrega, en relación a la norma sancionada en 2009, que incorpora al Reglamento de Edificaciones Privadas en lo ateniente a todos aquellos nuevos permisos que se otorguen para futuras construcciones, la implementación de “una porción mayor de césped en las veredas que el que presentan en la actualidad, sobre todo en la zona del macro-centro”.
En este sentido, la norma dispone que todas aquellas veredas en las que la distancia entre la línea municipal y el cordón de la calzada sea igual o mayor a dos metros deberán contener una porción destinada a césped. Cabe aclarar que los árboles que se plantan no deben impedir la movilidad de quienes circulan, por ejemplo, en sillas de ruedas.
Árboles en el microcentro
Quienes peinan canas recuerdan que a fines del siglo pasado, durante los ‘80, la Municipalidad plantó árboles en las angostas veredas del microcentro. Aquella iniciativa que llamó la atención de muchos no prosperó.
El vandalismo y la falta de cuidados los arrasaron. En la actualidad quedan en pie sólo algunos de ellos, y sus huellas, en los caños de cemento incrustados sobre las veredas a donde luego habían sido plantados los ejemplares.
Guillermo Di Salvatore
Sarquis apunta como ejemplo una cuadra “modelo” de lo que se podría hacerse hoy en el microcentro. Se trata de la vereda este de calle 1° de Mayo entre 3 de Febrero y Amenábar. Al igual que en el resto de la zona, años atrás se habían plantado allí árboles sobre las angostas veredas.
“No se si por iniciativa y cuidado de los vecinos frentistas o por qué motivo, a diferencia de otras cuadras de la zona en ese sector los árboles se preservaron y crecieron. Y es muy llamativo cuando uno transita el lugar, contrasta con el resto del barrio", dice el funcionario. Los árboles en cuestión son ligustros, una especie exótica.
Los árboles sobre la vereda y el contraste con el resto del barrio es muy grande. Foto: G. Di Salvatore.
Otra idea que alguna vez se pensó alguna vez para amortiguar el calor del microcentro es la plantación de árboles “en península”. Esto implicaría sacrificar un espacio de estacionamiento vehicular cada una cantidad prudente de metros y en ese espacio hacer los trabajos necesarios para habilitar ese suelo para el crecimiento de un árbol, siempre que no haya interferencia con la infraestructura subterránea.
Si bien esto requiere de una evaluación particular en cada calle, es una estrategia que se utiliza adecuadamente en otros países y en algunas ciudades del país, en zonas a donde las veredas son muy angostas.
“Si podemos reservar espacios de estacionamiento vehicular con destino a ampliar la capacidad de clientes de bares y restoranes de forma permanente, ¿por qué no podríamos sacrificar ese mismo espacio para plantar árboles y mejorar el microclima de la ciudad en esos lugares donde más se los necesita?”, dijo el investigador Damián Castro, ingeniero Forestal y doctor en Cs. Agrarias del Departamento de Producción Vegetal de la Universidad Nacional del Litoral, en otro artículo publicado por El Litoral sobre el tema.
El censo
Los funcionarios municipales pretenden tener en mano a mediado de año el primer borrador de resultados del censo del arbolado de Santa Fe. Lo que urge es poder delimitar con precisión las “islas de calor” a donde hay que actuar para mitigarlo.
El estudio cuenta con el apoyo de la Universidad de Grand Poitiers de Francia a través de la Agencia de Cooperación Internacional y Comercio Exterior, y la colaboración de la Universidad Nacional del Litoral. Dicho trabajo no tiene precedentes y utiliza imágenes satelitales, inteligencia artificial y recorridas de campo in situ.
Antes de conocer los resultados del censo, los funcionarios del área municipal estiman que Santa Fe cuenta hoy con aproximadamente unos 400 mil árboles urbanos. Ahora buscan el dato preciso, científico.
Bulevar Gálvez y sus alrededores. Fernando Nicola.
El año pasado la Municipalidad plantó -junto a instituciones y vecinos- 2.200 árboles nativos en la ciudad, “un 30 por ciento más que el promedio de años anteriores”, dice Sarquis. Estos avances se suman a los más de 1.700 árboles nativos plantados durante la gestión gubernamental anterior, pandemia mediante. Mientras que el objetivo para este año es “alcanzar a plantar más de 4 mil árboles”, menciona el funcionario.
Zonas deforestadas
Más allá de esto, “Santa Fe es una ciudad muy arbolada, tiene un bosque urbano mucho más grande de lo que en primera instancia parece, con ejemplares de distintas edades, con árboles en algunos casos de hasta unos 100 años, que conviven con otros que no llegan a los cinco años de vida”, describe Sarquis, el funcionario que es doctor en Cs. Biológicas.
Luis Cetraro.
El problema es que “hay zonas muy desiguales”, agrega luego el director de Arbolado, en relación a la distribución, ya que existen espacios urbanos muy arbolados en contrapunto de otros con muy pocos ejemplares. “Hay barrios del este y la zona sur que están muy forestados, y zonas como el microcentro, con necesidad de nuevos árboles”, recalca.
Un manual de buenas prácticas
“En la historia de la ciudad nunca hubo un censo de árboles que arroje datos robustos y diga cuántos árboles tenemos”, explica Sarquis. “Jamás se cuantificaron”. Entonces, “con el intendente (Juan Pablo Poletti) y el resto de los funcionarios decidimos llevar adelante este primer censo, para determinar la cantidad, qué especies tenemos, que cantidad de cada una y cuál es su estado. Con esta información lograremos saber el estado sanitario de cada árbol en particular para determinar cómo está el bosque urbano”.
Isla verde. Este vecino preserva sus árboles que contrastan con el resto de la cuadra. Foto: G. Di Salvatore
El paso siguiente al censo será la elaboración de un Manual de Buenas Prácticas Paisajísticas y Verdes. “En algunas zonas habrá que apuntar también a los balcones de las casas -dice Sarquis-. Se podría recomendar que cada balcón tenga la mayor cantidad de verde posible. Además se puede regular el color de los techos, para atemperar el impacto del sol. Y, en cada caso que se pueda, darle espacio al verde. En esto no hay magia. Esa es la solución”.
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