La historia detrás de la sonrisa de la hermana Cecilia María de la Santa Faz
La causa de beatificar a la carmelita comienza en Santa Fe, tras una vida de consagración, oración y servicio. En una investigación especial, El Litoral buscó voces claves que reconstruyan la historia de la religiosa.
La hermana Cecilia y su sonrisa, todo un símbolo en su vida.
La hermana Cecilia María de la Santa Faz, aunque originaria de San Martín de los Andes, es santafesina por opción y adopción, porque vivió 20 años de consagración, como Carmelita Descalza en la Capilla del Carmelo de la ciudad. Aquí, encontró su hogar espiritual, entregándose a la oración, la contemplación y el sacrificio por los demás.
A través de su vocación, demostró que la fe y la vida contemplativa no solo transforman la vida del creyente, sino que tienen una fecundidad espiritual que impacta positivamente al mundo. Este 23 de febrero, comienza su proceso de beatificación; por eso, El Litoral buscó voces claves que reconstruyan la historia de Cecilia María Sánchez Sorondo.
La hermana Cecilia, criada en una familia profundamente religiosa, inició su proceso de discernimiento vocacional después de terminar la escuela secundaria. Aunque en sus primeros años de búsqueda estuvo en un monasterio en Buenos Aires, pronto llegó a Santa Fe junto al traslado de su padre que oficiaba de militar.
Después de un tiempo fuera, y mientras cursaba estudios en enfermería, regresó al monasterio en Santa Fe, donde vivió su vida consagrada hasta su muerte en 2016.
Vivir para servir: la hermana Cecilia se formó como enfermera. Gentiliza
La vocación de servicio
Curiosamente, antes de dedicarse plenamente a la vida monástica, Cecilia eligió formarse como enfermera. Esta profesión le permitió comprender más profundamente su vocación como servicio a los demás.
La generosidad con la que entregó su vida, siempre enfocada en el bienestar de los otros, fue una característica que marcó tanto su vida religiosa como su desempeño en la enfermería.
En la Capilla del Carmelo, la hermana Cecilia, cumplía el rol de tornera (portera del monasterio) y era la primera en recibir a quienes llegaban al lugar. En el pasado, las hermanas de vida contemplativa no se mostraban a los visitantes, pero su voz y presencia en el torno se convertían en un reflejo del amor y la atención de la comunidad.
"Uno se acercaba a las hermanas buscando consejo, palabras de aliento, y la hermana Cecilia siempre estaba dispuesta a brindar una sonrisa cálida y un consejo sabio", relató Fabiana Guadalupe Retamal de Botta, carmelita seglar e íntima amiga de la religiosa.
"Aquella sonrisa, que todos reconocían en las fotos que luego se viralizaron, era un reflejo de la paz y fe profunda que la Hermana Cecilia irradiaba, sin importar las dificultades que enfrentara", destacó Fabiana.
Fabiana Guadalupe Retamal de Botta, carmelita seglar e íntima amiga de la religiosa. Luis Cetraro.
"Transformar el sufrimiento"
La lucha de Cecilia contra el cáncer de lengua fue un proceso doloroso y difícil, pero ella lo aceptó con una profunda fe en Dios. "Cuando le dieron el diagnóstico, su paz fue impresionante. Nadie puede imaginar cómo alguien puede mantener tanta serenidad ante una noticia tan grave", relató Fabiana, amiga y confidente de Cecilia.
"Ella lo aceptó con fe, con la entrega absoluta que solo los grandes santos conocen", agregó.
Como destacó el Padre Andrés Rodríguez, vocero de su causa de beatificación: "La hermana Cecilia no es una heroína, ni alguien superpoderoso. Fue una persona que reconoció su debilidad y abrió su corazón a Dios, permitiendo que la fuerza del amor de Dios hiciera maravillas en su vida”.
Cecilia internada tras el diagnóstico de cáncer de lengua. La sonrisa y la fe, intactas. Gentileza.
Monseñor Sánchez Sorondo, quien vivió lejos de Argentina en Roma, recordaba cómo, a pesar de la distancia, siempre mantenía contacto con Cecilia. Su vínculo familiar y espiritual permitió que el religioso le ofreciera apoyo en momentos cruciales, como cuando se enteró de la enfermedad.
"Ella vivió su enfermedad como una oportunidad para purificarse, para convertirse en un mejor instrumento de la gracia de Dios", contó el tío de Cecilia, quien en sus visitas a Santa Fe, se preocupó por las necesidades de su sobrina, como garantizar un seguro médico, pero siempre con un enfoque espiritual y de consuelo.
La sonrisa de la hermana Cecilia, más allá de ser un gesto de fortaleza, simbolizó esa transformación interior que proviene de una vida entregada a Dios. "Esa sonrisa nos muestra la certeza de la fe y la esperanza", señaló el padre Andrés.
También, destacó que en su enfermedad, Cecilia "no miraba solo su dolor, sino que estaba atenta a los demás, a sus sobrinos, enfermeras y familiares. Esa es la belleza de la fe: transformar el sufrimiento en amor".
Padre Andrés Rodríguez, vocero de la causa de beatificación de la hermana Cecilia. Luis Cetraro.
El mensaje del papa Francisco
Uno de los momentos más significativos en la vida de Cecilia fue el mensaje que recibió del papa Francisco cuando estaba internada en el Carmelo de Buenos Aires. Bergoglio, al enterarse de su situación, le ofreció palabras de aliento, invitándola a tener fortaleza en su fe y a aceptar la enfermedad como un plan divino.
"El Papa le dijo que aceptara la enfermedad como la voluntad de Dios, que tuviera coraje y que lo estaba haciendo muy bien", relata Monseñor Sorondo. Esta muestra de apoyo espiritual fue un consuelo inmenso para Cecilia, que vivió sus últimos momentos con una profunda paz interior.
Comienza el proceso de beatificación
Este 23 de febrero, con una misa en la Capilla del Carmelo a las 9, comenzará oficialmente el proceso de beatificación de la hermana Cecilia María de la Santa Faz, un paso crucial en el camino hacia su canonización.
En esta etapa diocesana, se comenzarán a analizar los testimonios de quienes la conocieron, además de evaluar sus escritos y las gracias obtenidas por su intercesión.
El proceso de beatificación es una declaración oficial de la Iglesia, que reconoce la santidad de una persona y la ofrece como modelo de vida cristiana. Para ser proclamada santa, la hermana Cecilia deberá ser reconocida por su vida ejemplar, así como por los milagros que Dios obre por su intercesión.
El testimonio de la hermana Cecilia, especialmente en un contexto mundial lleno de conflictos y dificultades, se erige como una luz de esperanza. "La sonrisa de la hermana Cecilia, a pesar de su sufrimiento, es un recordatorio de que incluso en las circunstancias más oscuras, el amor y la gracia de Dios pueden obrar milagros", concluyó el padre Andrés.
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