Una caravana de motocicletas circulando a toda velocidad por la ciclovía de calle Urquiza a la altura de Suipacha. Bicicletas tratando de evitar que los arrollen. Autos que le pasan finito a los conos que separan los carriles rápidos del sector para ciclistas. Caos. Y más caos. Nada de responsabilidad ciudadana.
Todos quieren llegar a tiempo a destino. Van al trabajo o llevan a los chicos a la escuela; no les sobra el mango y hace frío. Muchos viajan impacientes y chinchudos. Y se insultan de un vehículo a otro. Esto no los justifica.
Flavio Raina D.R
Foto: Flavio Raina
La escena se repite cada mañana. Es el "viva la pepa". Son unos 20 minutos. El descontrol del tránsito ya es habitual en ese momento del día. Nadie parece cuestionárselo. Hasta que avanza la mañana y la cosa se calma. Se ordena. Pero antes...
Flavio Raina D.R
Foto: Flavio Raina
Las motos que invaden la ciclovía entran y salen del carril de las bicis, zigzaguean, esquivan y avanzan a toda velocidad. El peligro es mayor cuando un auto pretende doblar hacia la izquierda.
A metros de la ciclovía hay alumnos y alumnas que descienden de los autos para ingresar al Colegio Calvario. Algunos padres estacionan en doble fila y le quitan espacio a los que vienen a toda velocidad con la onda verde desde bulevar Pellegrini hacia el sur de la ciudad. Encima de esto, hace días que un gran corralito de Aguas Santafesinas deja inutilizable el carril rápido. Algunos se topan con las vallas a pocos metros y pegan el frenazo. La reparación de Aguas se demora. Y el peligro vial es mayor. Latente.