El Centro, según planos de la Municipalidad, es el área que dibujan la avenida 27 de Febrero, Tucumán, Urquiza, Lisandro de la Torre, avenida Freyre y Mariano Moreno.
La peatonal es uno de los lugares más elegidos para pasear y hacer compras. Pero calle San Martín es solamente un pedacito de un barrio donde reina el comercio pero también tiene otros encantos e historia.
El Centro, según planos de la Municipalidad, es el área que dibujan la avenida 27 de Febrero, Tucumán, Urquiza, Lisandro de la Torre, avenida Freyre y Mariano Moreno.
Tal como ocurre en otros barrios, el paisaje del Centro muta con el correr de los años. Su historia y actualidad están íntimamente relacionadas con la actividad que lo define: el comercio. Su crecimiento está marcado por quienes lo ejercen y por la creación y acción de entidades e instituciones que bregan por progresar.
Aquí la vida del barrio se enciende cada mañana a las 8, se intensifica entre las 10 y las 13 y, tras la siesta, vuelve a respirar de 16 a 20. Por la noche, y después del mediodía, su fragor se convierte en quietud: el Centro duerme, bajo los árboles y edificios respira puertas adentro, entre el aroma del asfalto y el perfume a café de bares y cafeterías. Espera volver a latir al ritmo del reloj, de los trámites y las compras, como una gran sala de espera.
El 2020 fue un año complicado para el sector. La pandemia cerró negocios y obligó a muchos a reinventarse, a buscar opciones para subsistir. Este 2021, que está a poco de terminar, algunas cosas puso en su lugar. Pero la recuperación será lenta.
"En líneas generales falta para llegar a la orilla del río. Ser comerciante en estos tiempos es difícil. Si bien algo se activó tenemos el gran drama que es la inflación, un impuesto que nos toca a todos. A ricos, pobres, a no tan ricos y a no tan pobres... Somos un país que dependemos de la importación y está faltando mercadería. Encima, el Gobierno Nacional culpa a quien tiene el ultimo eslabón: o sea a la comercialización. Y el comerciante pyme no es formador de precios", manifiesta Jorge Baremberg, de la Asociación Amigos de calle San Martín.
En la segunda mitad del siglo XVIII, el crecimiento demográfico de la ciudad marcó su avance hacia el norte. Su eje fueron las calles que hoy conocemos como San Martín y San Jerónimo. "Eran tierras que repartía el Cabildo a familias de pocos recursos: artesanos y trabajadores a los cuales el Cabildo les otorgaba un terreno que equivalía a un cuarto de solar, la decimosexta parte de una manzana, y tenían una octava parte de la cuadra de frente.
Allí, poco a poco se instalaron casas modestas, algunos pequeños comerciantes y tiendas. El centro se consolidó porque la ciudad siguió creciendo hacia el norte, y porque comenzó a tener mayor actividad un puerto configurado en un recodo que hacía el riacho Santa Fe, donde ahora está la plaza Colón.
A mediados de 1830 comenzaron a instalarse los primeros italianos, antes del gran proceso de inmigración que se acentuó en 1860. Hacia 1870, ya era un polo importante de la ciudad la zona que está configurada por San Martín y Rioja, la próxima al puerto que estaba en la actual calle Rioja y Rivadavia.
De este modo, el desarrollo del Centro se caracterizó como una polarización entre dos nodos de la ciudad: el Puerto y la Plaza de Mayo. Ya para 1870, Estanislao Zeballos habla de una ciudad dual, una ciudad con dos composiciones sociales y dos características en sus espacios urbanos: la ciudad histórica, de los tenientes gobernadores, de los cabildantes que es la que está en el sur; y la de los comerciantes, la de la dinámica urbana, la del puerto que está en torno a San Martín y Rioja.
Resta decir que calle San Martín, la más emblemática de barrio Centro, por mucho tiempo no tuvo denominación. Recién en la segunda mitad del siglo XIX tomó por nombre el de su actividad: Calle Comercio.
La masonería a nivel internacional nace en 1717 pero en Argentina, luego de una serie de oleadas masónicas, se puede decir que se funda a mediados del siglo XIX. Hablar de la masonería hace referencia a lo misterioso y oculto.
Muchos mitos se han formado en torno a la conocida logia y por años hablar de ellos era meterse en terreno desconocido y se lo veía como algo ajeno, del que solo se conocían historias.
Desde hace un tiempo desde la Masonería en Santa Fe decidieron abrirse a la comunidad para poder llegar a ella y demostrar que no hay misterio o intenciones ocultas, simplemente se busca debatir ideas y tratar de unir a las personas que piensan diferente. Siempre teniendo como base el respeto y las buenas costumbres.
Germán Coronel, integrante de la Logia N.º 99 Armonía, cuenta a El Litoral que "la masonería trabaja a través de sus hombres y no como una institución. Allí las personas que participan de la masonería son políticos, son personas que tienen lugares en espacios de decisión y por lo tanto a partir de discutir en estos espacios de discusión pueden llevar a sus vidas personales y sus vidas institucionales el resultado de estos debates y poder tomar mejores decisiones o más fundadas".
Lo que busca la institución en estos momentos es poder abrirse a la comunidad para poder tener una mayor participación en la sociedad, "sobre todo después de muchos años en los que masoneria se mantuvo oculta, y un poco retraída….hay muchas cuestiones que la masonería puede aportar", remarca Coronel.
Poder ser parte no requiere requisitos particulares, ni secretos, simplemente ser mayor de 18 años y tener una vida de buenas costumbres. Además se necesita la aprobación de los otros miembros y pasar por un rito de iniciación. Sobre esto último no se puede contar cómo es porque "es una de las cuestiones que trata de resguardar la institución para los que ingresan, es una forma de empezar a construir un nosotros hacia dentro de la institución", explica.
Como dato, vale mencionar que hubo próceres argentinos que pertenecieron a este grupo, como fue el caso de San Martín, Sarmiento y Leandro Alem.
Ser bombero se lleva en el alma. Es un sentimiento, una vocación. Y no pudiera ser de otra forma ya que trabajan para la comunidad arriesgando la vida por personas que no conocen.
Cuando hablamos de bomberos lo primero que surge es la idea de que solamente están presentes cuando hay algún incendio, pero la realidad es que intervienen en muchas otras situaciones como son inundaciones, rescate de animales, accidentes de tránsito y en muchas otras emergencias.
El Jefe del Cuartel de Bomberos, Claudio Arias, cuenta a El Litoral que "los incendios de pastizales es un fenómeno que nos viene trayendo bastante trabajo sobre todo con las altas temperaturas y la poca caída de agua. Luego le siguen incendios de viviendas y en tercer lugar todo lo referido a accidentología, sobre todo accidente de tránsito".
Dentro de la institución se busca capacitar al personal en todo momento, buscando y resaltando las virtudes que cada uno tiene. El entrenamiento es clave.
"El poder arriesgar la vida en más de una oportunidad por un desconocido genera una satisfacción interna que es impagable, por eso hay que tener mucha vocación como primer medida y después nosotros nos encargamos desde la Agrupación Bomberos de ir puliendo y potenciando la esencia que cada uno lleva en su interior. Se hace mucho hincapié en la capacitación para lograr tener como resultado una institución profesionalizada que pueda dar la respuesta que se merece una gran ciudad como Santa Fe", resalta Arias.
Por último, es importante destacar que la ubicación del Cuartel de Bomberos tiene que ver con los años de existencia. Cuando se creó, el centro no era lo que es en la actualidad. Aún en horarios picos se podía salir ante una emergencia. Al respecto, el comisario destacó la existencia de otros cuarteles y remarcó el respeto de los conductores cuando debe salir una unidad para atender la emergencia.