El enigma de Vermeer: los secretos detrás de la "Mona Lisa holandesa"
Johannes Vermeer, que falleció el 15 de diciembre de 1675, concibió “La joven de la perla” en 1665. Dónde captó con maestría los detalles y la expresión de una joven rubia pero también dió lugar al misterio. Hasta hoy, la obra sigue siendo fuente de inspiración para el arte y también para la publicidad y el cine.
La obra más conocida de Johannes Vermeer (1632-1675), es la que descansa en el Museo Mauritshuis de La Haya. Foto: Archivo / EFE / Robin Utrecht
El holandés Johannes Vermeer, al igual que otros artistas que luego fueron reconocidos como genios, no gozó durante su vida de las merecidas mieles del éxito. A diferencia de sus coterráneos como Rembrandt, el reconocimiento que logró fue exiguo si se toma como parámetro la calidad que alcanzó en sus trabajos. Recién en el siglo XX se lo midió con la vara más adecuada y de esa forma se lo ubicó, con justicia, entre los principales maestros de la etapa que se conoce como el barroco holandés, donde prevalecieron también Hals, Steen y van Ruisdael. No tanto por la cantidad, sino por la calidad y contundencia de sus cuadros.
Museo Mauritshuis
Vermeer, que falleció un 15 de diciembre de 1675 a la temprana edad de 43 años, realizó menos de 40 obras, que tienen en común la premisa de abordar escenas de la vida cotidiana. Cómo señala el especialista Miguel Calvo Santos en el sitio web historia-arte.com, suelen estar ubicadas en el interior de hogares de la burguesía holandesa, y apenas habitados con una o dos figuras y algunos objetos. “Todo ello plasmado con sus habituales pinceladas densas y pastosas y sobre todo llenándolo todo con una iluminación, que no solo da un increíble realismo sino que realza el efecto de intimidad e incluso misterio”, agrega.
Entre las obras más admiradas de Vermeer figura “La joven de la perla”, que habría sido concebida hacia 1665. Este trabajo también conocido como “Mona Lisa holandesa” o “Mona Lisa del norte”, es una síntesis del estilo del autor y sus cualidades para el uso de la pintura al óleo sobre tela. Técnica que le permitió, en este caso puntual, captar con intensidad los detalles y la expresión en el rostro de una muchacha rubia, ataviada con un pañuelo de color azul en sus cabellos, una perla la oreja y dueña de una mirada tan dulce como enigmática, a lo largo de los años derivó en diversas teorías e interpretaciones respecto tanto a la identidad de la modelo como al sentido que pretendió dar Vermeer a la combinación de los pocos elementos incluidos en la escena.
Al igual que otros casos como “Las meninas”, “El grito”, “La última cena”, la pintura de Vermeer está teñida de misterios y secretos que no pudieron ser dilucidados y que derivaron en todo tipo de especulaciones. Sobre todo, por la falta de certezas respecto a quien fue la modelo, la expresión intrigante y ambigua con la cual la plasmó el artista, las posibilidades simbólicas que abren tanto la perla como el pañuelo azul y las escasas referencias respecto al marco en el cual se creó la pintura. Todo esto no hace más que robustecer el interés de los espectadores.
Archivo
Un rostro difundido
La comparación con La Gioconda de Leonardo Da Vinci no es antojadiza. Al igual que la famosa obra renacentista, la de Vermeer pasó a ocupar un lugar significativo en la cultura popular y ejerció una fuerte influencia en el arte posterior. No solo en la plástica, también fue disparador para adaptaciones cinematográficas, como la que realizó Peter Webber. Allí se ofrece una interpretación ficticia (pero verosímil) respecto a los eventos que podrían haber rodeado la creación de la pintura.
El atractivo principal de este film radica en la actuación de la blonda actriz Scarlett Johansson el papel de Griet, la joven que se transforma en musa de Vermeer, que encarna el actor británico Colin Firth. Así, analiza temas como la creatividad, la naturaleza del poder y la relación entre el deseo y el arte. Lo llamativo es el gran parecido físico entre la anónima modelo del siglo XVII y la actriz elegida para encarnarla en el cine.
Scarlett Johansson en la película de 2003. Foto: Archer Street Limited
Un ejemplo mucho más cercano y reciente de la presencia de “La joven de la perla” en el imaginario colectivo proviene de una publicidad 3D que se pudo ver este mismo año en la Argentina, en un espacio icónico como el centro porteño. En una pantalla gigante ubicada cerca del Obelisco la publicidad mostraba a la joven del cuadro tomando una gaseosa. El cuadro fue donado, hace más de un siglo, al Museo Mauritshuis de La Haya donde permanece hasta el día de hoy.
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