Pocos meses antes, no se decidía entre ser arquero en las inferiores de Villa Dora o basquetbolista, pero Alejandro Alloatti, con 14 años y una altura superior a los dos metros, dejó su Santa Fe natal para viajar a Buenos Aires, reclutado por Obras Sanitarias. Bastó con una semana de pruebas para quedar en el equipo y en 1999 llegó el debut en la Liga Nacional de básquet de la mano de Guillermo Vecchio. Dos años más tarde, Rubén Magnano lo convocó a la selección y se convirtió en el jugador más joven en vestir la camiseta argentina. Su vida había cambiado de golpe.
El abrupto salto generó repercusiones en el ambiente y en la prensa comenzaban a llamar al joven pivote como el futuro Fabricio Oberto. Su buen desempeño en el Sudamericano de Colombia y el debut en los Juegos de la Buena Voluntad en Australia, donde consiguió la medalla de plata, lo llevaron a la tapa de los diarios y lo que en aquel momento parecía divertido, terminó siendo una carga difícil de soportar que decantó en un inesperado descubrimiento para ayudar a nuevas generaciones de deportistas.
Tras una carrera de 24 años en el básquet profesional, con cuatro temporadas en España y pasos por Boca, Lanús, Peñarol, Libertad de Sunchales, Platense y Argentino de Junín, entre otros, Alloatti decidió aportar su experiencia desde el coaching deportivo. Hoy, brinda sus conocimientos para potenciar el rendimiento de los atletas, tanto dentro como fuera de la cancha. "Utilizo herramientas que van direccionadas a la parte del desarrollo personal, que son cosas que venía practicando en estos últimos años cuando jugaba y me fueron sirviendo mucho para evolucionar como persona y como deportista", explica en una entrevista con Infobae.
Al buscar una definición de su trabajo actual en el coaching deportivo, el santafesino de 39 años manifestó que se trata de un acompañamiento al deportista, pero diferente a lo que sería una terapia con un psicólogo. "Es algo más práctico para el momento presente, no nos metemos a analizar el pasado. El tratamiento no suele ser muy largo, sino que la persona viene con uno o dos temas puntuales por los que esté sufriendo o para trazar objetivos. A partir de ahí generamos metas y brindamos herramientas para que puedan solucionar los problemas en el momento presente. Las personas ven resultados a las pocas semanas", expresó.
En los albores de su carrera, Alloatti debió madurar de golpe y adaptarse rápidamente a una nueva ciudad, con otros compañeros y responsabilidades. Todo demasiado veloz para un joven de 14 años solo en Buenos Aires: "Fue todo muy rápido. Durante mi adolescencia, hasta los 27 o 28 años me pasaron cosas muy buenas, pero también sufrí mucho. La pasé mal, renegué con el básquet: lo empecé a ver como un trabajo, una obligación y me costaba disfrutarlo por momentos. A medida que pasaba el tiempo pensé en cómo poder ayudar a los más chicos a que no pasen lo mismo que pasé yo. Ese fue mi primer acercamiento al coaching".
Mirá tambiénLiga Nacional: Unión volvió a la derrota en su visita a PlatenseAdemás, pese a sus convocatorias a la selección argentina, el manejo de la presión por las comparaciones con otros jugadores en su puesto terminaron condicionándolo. "Fui el más joven de la historia en debutar y me decían el futuro Oberto. No estaba bueno, no sabían la presión que me metían porque no es una pavada que te comparen con Oberto. Cuando había ciertos objetivos que no lograba, me tiraba para abajo, no me sentía suficiente, me desvalorizaba, perdía autoestima y, como no sabía gestionar esas emociones, me enojaba y me irritaba con los entrenadores o los árbitros", recordó.
Esas experiencias fueron marcando su camino y lo hicieron reflexionar sobre su futuro como basquetbolista. "Cuando comencé a ver que el deporte se iba a terminar, pensé en alguna carrera que me movilizara. Me gustaba psicología, pero a distancia no se podía en ese momento. Así que busqué algo relacionado y estudié gestión del capital humano. Cuando terminé, me metí en gestión deportiva y lo que me fue gustando eran las relaciones, la mentalidad, lo emocional. Finalmente, me quedé con la carrera de coaching deportivo en el instituto de River y me encantó.
"Empecé trabajando con gente del básquet, que es mi ámbito de toda la vida, pero a medida que se fue corriendo la voz en redes se empezaron a acercar otros deportistas y hoy tengo como pacientes a futbolistas, nadadoras, tenistas y a una integrante del seleccionado argentino de gimnasia artística. Mi enfoque es trabajar con la persona, con lo de adentro. Hay muchas cuestiones que vivimos los deportistas como la confianza, autoestima, seguridad, la mirada de los demás o qué pensarán sobre mí. Son temáticas generales que sufren los atletas en cualquier deporte, como la autoexigencia, presión, competitividad", continuó.
Por último, sobre su debut en la selección mayor hace 23 años en los Juegos de la Buena Voluntad de Brisbane, Alloatti la definió como una de las experiencias más hermosas de su vida y uno de los momentos más felices de su carrera deportiva: "Me acuerdo que estaba nervioso, pero lo vivía como que estaba participando de una fiesta. Estar con los profesionales, viajar a Australia con un grupo bárbaro. Salimos subcampeones, perdimos contra Estados Unidos, que tenía a los cracks de la NBA. (NdR: en ese equipo jugaban Marc Jackson, Jermaine O'Neal, Baron Davis y Jason Terry, entre otros)".
Quedó en la historia del básquet argentino, supo disfrutar y sufrir al mismo tiempo durante su carrera, pero ahora tiene la chance de trasladar el aprendizaje y dejar un legado. Con el coaching deportivo Alejandro encontró su pasión, diseñó su propio programa y espera poder trasladarlo a las personas que lo requieran. "En mi experiencia la gente se acerca bastante, se abre a contar lo que le pasa, a pedir ayuda, a mostrarse vulnerable, a confiar en uno para que le des tu visión. Antes nadie se preocupaba por preguntarnos a ver cómo estábamos, era agachar la cabeza y darle para adelante. Hoy lo veo mucho más abiertos a los deportistas", cerró.
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