Andrés Rosso, el “Perro”, es de esos a los cuales les cuesta dejar de jugar. Tal es así, que a los 41 años, se permite decir que “la pandemia no me va a retirar, al contrario, me estira la carrera”.
El “Perro” es un referente del equipo de Santo Tomé. A los 41 años, se mantiene firme en la segunda línea del “cangrejo”.
Andrés Rosso, el “Perro”, es de esos a los cuales les cuesta dejar de jugar. Tal es así, que a los 41 años, se permite decir que “la pandemia no me va a retirar, al contrario, me estira la carrera”.
“ Siempre tengo ganas de jugar. Hice un ‘mini’ retiro de un año, pensé que iba a poder hacer el duelo como todos, pero no pude y tuve que volver. Ese año que dejé me agarraron más ganas que cuando jugaba”, aseguró en uno de sus primeros conceptos en diálogo con el programa La Guinda (FM Láser 92.5, sábados de 18.30 a 20). “También tuve un tiempo que no jugué por cuestiones laborales, así que es como si tuviera 35!” (risas).
Respecto a sus comienzos, comentó: “Me invitaron a jugar en la escuela, a los 16 años. Me perdí las infantiles, que ahora como entrenador la estoy viviendo y la paso muy bien. Sinceramente no sabía ni que existía Cha Roga en Santo Tomé. Me llevaron, fui, probé y desde la primera práctica quedé alucinado con el deporte”.
Actualmente Rosso entrena la M14 de Cha Roga, una categoría “bisagra”, teniendo en cuenta que es la última antes de pasar a las divisiones competitivas. Para ellos, como para todos, es importante el mensaje: “Algo que no me gusta es faltar a práctica. De chico uno tiene más tiempo, y de grande hay que hacérselo. Pero siempre organizando la vida para no tener que faltar a práctica. Obvio que la familia siempre acompaña”.
El “Perro” mide 1,90 mts. Es decir que desde que llegó al Club de Santo Tomé a la actualidad, nunca jugó de otra cosa que no fuer de segunda línea. “El peor puesto del mundo (dijo riendo), un sufrimiento desde que arrancás hasta que terminás”.
Como la gran mayoría, estamdo en el último año de la M19 (allá por el año 1999), jugó algunos partidos en reserva. “Cuando subí al Plantel Superior era el vigésimo segunda línea de repuesto porque ese año Cha Roga tenía un plantel muy extenso, que venía muy bien del '99 al 2000. La mitad de la práctica la miraba, pero siempre estaba ahí. Es una etapa difícil porque hay que empezar a ganarse el puesto. En juveniles, somos 20/25 y casi seguro que jugas, pero es un gran salto pelear por el puesto. Pero soy bastante competitivo así que seguí y aguanté”.
El 2000 justamente, fue un año de quiebre en Cha Roga: se desprendió un grupo que formó Regatas (hoy desaparecido). “Por este motivo, automáticamente arriba, a hacerse hombre de golpe, comprometerse un poco más y hacer el aguante. Cuando tuve mi puesto, quien lo quisiera, me lo iba a tener que arrancar porque no se lo iba a regalar”.
“El partido que más recuerdo de Cha Roga fue en 2007 cuando ascendimos, después de tantos años de estar abajo. Fue algo muy lindo. Lo conocimos a José Jacquat, empezamos a ir a su gimnasio y tuvimos un plantel, la Primera sobre todo, muy regular. No hubo bajas, hicimos un torneo muy largo de ida y vuelta y de los 15, creo que si alguna vez cambiaron 1, fue mucho. No podíamos ni amagar a bajarnos del barco”, aseguró el segunda línea.
El seleccionado
Rosso también representó al “Cangrejo”, con la camiseta del seleccionado de la Unión Santafesina de Rugby. “Los años que tuve la oportunidad de estar lo disfruté al máximo, tanto en el de Primera como en el Desarrollo. En lo humano íbamos todos por el mismo objetivo: jugar al mayor nivel posible. En eso no hay mucha diferencia entre ambos. Sí se notaba la diferencia en la velocidad, la toma de decisiones. En Primera tenés que decidir muy rápido, es la base del juego. Recuerdo un partido que le ganamos allá a Mendoza, muy lindo”.