Tenían lo suficiente para dar más y jugar mejor, sin embargo se controlaron mutuamente, hubo pocas jugadas de peligro y un resultado justo más allá de que Brasil tuvo las más claras. Messi jugó un partido discreto y se notó la inactividad. El 27 de enero visitamos a Chile y el 1 de febrero recibimos a Colombia.
Reuters Soccer Football - World Cup - South American Qualifiers - Argentina v Brazil - Estadio San Juan del Bicentenario, San Juan, Argentina - November 16, 2021 Argentina's Lionel Messi in action with Brazil's Edenilson REUTERS/Agustin Marcarian
El plan de Scaloni fue presionar bien arriba, ahogar a Brasil. Y salió bien en el arranque. Lo incomodó, lo puso en riesgo de perder la pelota siempre o directamente impedir que la tuviera. Fue un lapso corto, pero positivo. Sin jugadas de riesgo, al punto tal que la primera fue de Brasil, cuando Vinicius se encontró mano a mano con Martínez y ni siquiera le acertó al arco. El partido se emparejó después de esa jugada. Apareció Fred en acción, que fue la figura de un Brasil que imprimió velocidad al ataque cuando recuperó la pelota, tratando de ser lo más vertical posible y abandonando esa tendencia histórica de los brasileños a toquetear el balón en la mitad de la cancha. La presencia de Vinicius por un lado y de Raphinha por el otro, no sólo le aportó la sensación de peligrosidad constante al ataque de Brasil, sino también le impidió a Molina y a Acuña que se proyecten por los laterales. Entonces, Argentina no encontró amplitud en el ataque, no hubo desbordes por afuera y el juego terminó centralizándose de manera excesiva.
Está claro que Messi y Paredes adolecían de fineza. Los dos vienen de lesiones, sin competitividad. Cuando enfrente hay un equipo exigente o que está medianamente a la misma altura, las diferencias no se pueden establecer si no se está ciento por ciento en lo físico y futbolístico. Ninguno de los dos demostró estarlo. Sólo De Paul empujó en el medio, con escaso aporte arriba de Lautaro Martínez y de Di María.
Precisamente, Lautaro tuvo la única chance concreta: salida rápida de De Paul en un tiro libre para Di María y éste, casi de memoria, colocó la pelota para la entrada de Lautaro, pero apareció un defensor para sacar la pelota al córner. En el final, un remate de De Paul, a colocar, motivó una muy buena reacción de Allison para sacar una pelota que se hizo difícil porque le picó antes al arquero brasileño. Poco y nada de Argentina, como también fue escaso lo de Brasil en ese primer tiempo peleado, trabado en el medio y con algo de agresividad, como la que tuvo Otamendi al aplicarle un artero codazo a Raphinha que Cunha, el árbitro, no vio ni tampoco el VAR lo llamó para aplicarle una tarjeta roja que tranquilamente podría habernos dejado con uno menos en ese primer tiempo de marcada paridad y con un 0 a 0 que redondeó la escasa profundidad que tuvieron los dos.
Si el primer tiempo fue peleado, disputado y con escasa claridad por parte de los dos a la hora de atacar, el segundo tiempo incrementó esa imagen de impotencia para vencerse que tuvieron Argentina y Brasil. Apenas sacudieron la paridad un remate de Fred en el travesaño; otro de Vinicius de derecha que tapó Martínez y un remate de Messi desde afuera del área que terminó en las manos de Allison. Poco y nada, sin creatividad los dos, apenas con la peligrosidad que insinuaba Vinicius por el costado derecho de la defensa argentina, lo cuál obligó a que Molina tuviese que estar atento y auxiliado. Para colmo, debió salir lesionado el Cuti Romero y tuvo que entrar Pezzella, quien mantuvo el nivel de combatividad en el fondo para auxiliar siempre al compañero en apuros y defender el cero.
Del medio hacia arriba faltó de todo. Por empezar, Lionel Messi no gravitó. Es cierto que lo marcaron bien, generalmente entre dos o tres, pero también es verdad que su fútbol estuvo ausente y que sintió la falta de competencia y las dificultades físicas que lo vienen postergando en los últimos tiempos, tanto en la selección como en el PSG. Poco de Di María y sin alternativas para mejorar la cosa desde el banco, pues Scaloni arrancó el segundo tiempo con Joaquín Correa por el intrascendente Lautaro Martínez y el ingreso de Lisandro Martínez por un limitado Paredes, otro que no estaba en las mejores condiciones y se sabía que no podía aguantar los 90 minutos. Y después, los ingresos de Julián Alvarez y Nicolás Domínguez tampoco pudieron modificar una imagen apagada del equipo, sobre todo en el momento de hilvanar jugadas ofensivas.
El partido pareció no romperse nunca, mantuvo un nivel de mediocridad teniendo en cuenta que se medían las dos mejores selecciones del continente y sólo se veía empuje en De Paul, lo mejorcito de la selección del medio hacia arriba y en Fred, el jugador más claro que tuvo Brasil durante todo el partido, más allá de la peligrosidad que imprimía cada arranque de Vinicius por el costado izquierdo.
La clasificación es cuestión de tiempo nada más. El año que se cierra ha sido el mejor de las últimas décadas. Quizás el nivel de juego de los últimos partidos no haya sido todo lo brillante que fue en otros momentos de este 2021 notable. Importa poco. Aún sin jugar bien, como pasó ante Uruguay y Brasil en esta doble fecha complicada que teníamos, la selección estuvo a la altura de lo que pasó en el 2021. Dejó de lado el fútbol, impuso el carácter y el temperamento para luchar cada pelota y a cada minuto cuando no se podía superar al rival en juego. Eso fue lo que se vio en la noche sanjuanina. El 0 a 0 calificó el partido en todos los aspectos.