(Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
Messi tomó la bandera “maradoniana” y se expuso, Tapia debiera estar en su misma sintonía para no dejarlo solo, Scaloni fue de menor a mayor pero no hay que quedarse con la última foto, Conmebol y el VAR quedaron manchados, ineludiblemente.
(Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
Se silencian los estadios pero no los ecos. Esta Copa América ha dejado muchas secuelas. Algunas de ellas perdurarán, otras se irán apagando lentamente porque así también esto pasa, como todo en la vida. Ya la Uefa desmintió que Argentina haya sido invitada para participar de sus torneos y ahora se espera al Tribunal de Disciplina de la Conmebol para saber qué hará con Messi, por su expulsión y, fundamentalmente, por sus declaraciones. Imagino, que la AFA ya estará trabajando a fondo con su cuerpo de abogados y expertos en leyes, para realizar una fuerte defensa del capitán argentino. Imagino. Pero esta Copa y este final, deja conclusiones, algunas de ellas con nombre propio:
* 1) Lionel Messi: se “maradonizó”. Hizo lo que todos le pedían, se cargó la responsabilidad, les pidió a sus compañeros que no se solidaricen con él y que vayan a buscar la medalla, puso al equipo por encima de su calentura y su decepción. Pero dijo lo que quería decir. Lo banco. Quizás se pasó de la raya, se extralimitó. Denunció dos cosas para las cuales se requieren pruebas. Primero, la supuesta corrupción; segundo, que estaba todo “armado” para que Brasil salga campeón. Era lo que sentía. Ya desde hace un tiempo se viene dando una transformación en él. No es más el chico apocado, de pocas palabras, muy “lógico” y muy “tibio” en sus declaraciones. Se sintió perjudicado y en eso tiene razón. A Argentina la perjudicaron. De ahí en más, tejió una “componenda” que extralimitó su crítica. Igual, lo banco.
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2) Claudio Tapia: la muerte de Grondona ha provocado un sismo en las raíces dirigenciales del fútbol argentino. Tapia arribó a la AFA después de una votación infame (eran 75 y salió 38 a 38 en el enfrentamiento Segura-Tinelli) y tras un período de transición poco claro que condujo Armando Pérez. La creación de la Superliga produjo una escisión dirigencial en el fútbol argentino. Y eso quedó claramente demostrado en esta Copa América: sólo Tapia y Miadosqui estuvieron acompañando a la selección; nadie más. Claudio Tapia es vicepresidente de la Conmebol. Debería evaluar seriamente la posibilidad de renunciar a ese cargo. Debe encontrar la manera de salir a respaldar al capitán, que fue el que puso la cara. Nunca fue claro ni pareció abrir el juego en la elección del entrenador. No tiene proyecto. Eligió a Sampaoli y le firmó un contrato de cinco años que rompió después del Mundial. Puso como interino a Scaloni y ya van dos oportunidades que le renueva la confianza por seis meses más. Dicen que su relación con los dirigentes de los clubes grandes no es buena. Y también es cierto que los dirigentes de los clubes de Primera se mantuvieron al costado de esta Copa América, saliendo ahora —como lo hizo Angelici— a dejar en claro que no avalan la continuidad del técnico. Tapia por un lado y la Superliga por el otro. Un cóctel explosivo y generador de más conflictos. Y además, una situación caótica por lo ocurrido en el fútbol del interior, con las denuncias, sospechas y decisiones que aparecieron en torno a la polémica definición de los certámenes de ascenso.
3) Lionel Scaloni: es verdad que el equipo fue de menor a mayor; es verdad también que lo de Paredes es todo de él, lo de De Paul también, igual lo de Lautaro Martínez y lo de Foyth de “4”. Tampoco son descubrimientos monumentales —quizás el más elogiable sea el de Paredes de “5” porque es un jugador ofensivo que se convirtió en un titán del medio—, pero se le reconocen esas virtudes. Armó un equipo sin volantes de marca. Asumió riesgos casi de manera obligada después de un arranque malo ante Colombia y Paraguay. Al principio quería salir jugando de atrás y la imprecisión de los defensores llevaba a que se tirara pelotazos a delanteros que no están para el pelotazo. Después se fue acomodando un poco y hubo cierta línea de juego ante Brasil y Chile. Pero no se entiende lo que quiso hacer con los cambios durante todo el torneo (sacaba a los que estaban amonestados y a los que estaban jugando bien). El torneo que se hizo permite alguna evaluación más favorable hacia él, pero en este sentido hay que ser serios y tomar decisiones que prescindan de un par de partidos y que no resulten, como habitualmente nos pasa a los argentinos, decisiones que surgen de arrebatos propios de la coyuntura. Scaloni tiene mucho para aprender y camino por recorrer. Argentina no puede darse el lujo de iniciar un proceso de largo aliento como será el de las Eliminatorias, con otra Copa América en el medio, improvisando y no pensando en un proceso serio. El conductor debe contar con la experiencia, la solvencia y naturalmente la capacidad que otorgan los años, y logros para respaldar su elección. Gareca esperó en vano un llamado que nunca ocurrió; Gallardo es el candidato de casi todos y ahora parece que River le abrirá la puerta, pero tampoco lo llamaron; Heinze hizo esa “colimba” que le faltó a Scaloni; y después, están los de Europa (Pochettino y Simeone), con prestigio, muchos pergaminos pero sin demasiado interés de venir a meterse en el barro.
4) La Conmebol: quedó manchada, no caben dudas. No es un “4 de copas” el que se le puso en contra, el que la criticó y la acusó. La imagen del fútbol sudamericano quedó desteñida ante todos estos acontecimientos. Brasil fue el mejor equipo. Posiblemente, el único partido en el que no pudo mandar en el trámite, fue justamente contra nosotros. Pero Alejandro Domínguez y su gente, que pretenden ponerle un manto de honestidad y transparencia después de semejante vendaval que sufrió el fútbol mundial después de las denuncias e investigación a la Fifa, retrocedieron en esa búsqueda de confiabilidad que persiguen. Para colmo, se da en un contexto en el que nadie olvida que hace poco más de medio año se tomó la decisión de llevar la final de la Libertadores, el máximo torneo continental de clubes, a Europa.
5) El VAR: otro protagonista indeseado, directo y privilegiado de esta Copa. Mal aplicado, aquel precepto básico y fundamental de aportar justicia a las decisiones arbitrales y de achicar al máximo el margen de error, no se cumplió. Al ser manejado por personas, ¿alguien puede discutir que la sensación de “manipulación”, como se lo señaló Javier Castrilli a El Litoral, existió? Se manejó mal, quizás sin capacitación adecuada, con improvisación en algunos aspectos y hasta con la sospecha de que, tecnológicamente, no permitió que se tomaran decisiones con mayor rapidez (hubo algunas que pararon el partido por cuatro minutos). En algunos partidos, el árbitro de turno estuvo pendiente en todo momento y frente a cualquier jugada, de lo que le señalaban desde arriba; y otras, como en el partido de Argentina-Brasil, donde el ecuatoriano Zambrano prescindió de la herramienta tecnológica en jugadas en las que debieron usarla. Fue muy llamativo. Sobre todo porque hubo situaciones muy puntuales y decisivas que merecieron la revisión. En la del golpe artero de Arthur contra Otamendi, con el jugador argentino tirado en el piso por un par de minutos; en la del penalazo de Dani Alves a Agüero, con el reclamo airado de los jugadores argentinos, para colmo en una jugada que termina en el segundo gol de Brasil y que debía obligar al árbitro, a fin de establecer justicia, a anularle el gol a los brasileños y a cobrar penal para los argentinos. ¡Lo que hubiese sido! Pero volviendo a la cuestión, la falta de uniformidad de criterios y los errores de procedimiento fueron lo que saltaron a la vista de algo que evidentemente tuvo serias fallas. Sin dudas que el VAR llegó para quedarse en el fútbol, sea cuál fuere la opinión que cada uno pueda tener. Pero en este “mientras tanto”, la realidad indica que no hubo preparación adecuada para que el sistema, proveedor de justicia, sea lo más infalibe que se pueda.
El reglamento de la Conmebol establece sanciones de hasta dos años para aquel que insulte o haga declaraciones injuriosas contra el ente. AFA deberá defender a Lionel Messi y habrá que ver cuál es la postura de la Conmebol. ¿Serán excesivamente duros con el capitán argentino?