Extraviados en el decadente sesgo ombligo céntrico, buena parte de los actores de la política y la comunicación argentina buscan determinar si Donald Trump hace "peronismo" protegiendo sus mercados, o si es un amigo fallido del presidente libertario que ni siquiera ha conseguido una foto junto al jefe de Estado norteamericano porque al helicóptero se le pinchó una goma.
Miserias locales en un mundo convulsionado; los mercados se revuelven y la geopolítica se reconfigura… ¿de qué se habla en la Argentina? Hay que levantar la mirada para saber por qué se agitan las aguas.
Felipe González, el ex presidente español, ha acertado en señalar que Trump "está rompiendo con toda la normatividad desde la Segunda Guerra Mundial… todo lo reduce a negocio; no digo ni siquiera que sea un empresario que es un insulto para los empresarios; él no es un empresario, él es un mercachifle".
¿Es Trump un "ignorante inconsciente de su ignorancia" como dice el ex presidente socialista de España? Acaso vale señalar que la industria automotriz europea, que ya perdió la carrera por los autos eléctricos en el mercado chino (Volkswagen lo padece) ahora podría quedarse sin el destino norteamericano para 35% de su producción sectorial.
No es nuevo el proceso. Joe Biden ya subió aranceles y promocionó inversiones productivas en su país (con aporte estatal, para envidia "K"); es un modelo en desarrollo por el cual Estados Unidos busca reponerse -más allá de su economía de consumo- como superpotencia manufacturera y reposicionar la geoestrategia mercante en los mares del mundo.
"Make America Great Again" se va despuntando como una contraofensiva explícita a la ruta de la seda de Xi Jimping. Una que promete turbulencias globales.
Tras el discurso políticamente incorrecto de Trump, Washington va por las "tierras raras" de Groenlandia y de Ucrania; procura recursos estratégicos para nuevas tecnologías, evita que Moscú y Beijing consoliden un frente y da pasos interoceánicos si el calentamiento global abre nuevas rutas. Hay allí una estrategia imperial.
Pruebas al canto. BlackRock, Global Infrastructure Partners y Terminal Investment Ltd negocia con CK Hutchison Ports, la firma hongkonesa (china), el gerenciamiento los puertos de Balboa y Cristóbal, en los extremos del Canal de Panamá, el cual conecta los océanos Atlántico y Pacífico.
En esa línea hay que analizar las repetidas visitas de la general 4 estrellas de Estados Unidos a Cristina Fernández en el Senado o a Milei el año pasado, en medio de fuertes presiones -no desmentidas- de Estados Unidos para que la Argentina no habilite un puerto chino en Tierra del Fuego. Laura Richardson fue la titular del Comando Sur de los EE.UU. hasta noviembre del año pasado.
Continente viejo, tecnología nueva
Tributario vapuleado de las asistencias norteamericanas de posguerra; usuario preferencial de la energía rusa hasta la invasión de Putin a Ucrania, temeroso receptor de inmigración musulmana, el viejo continete -devenido en Unión Europea- quedó huérfano de las incondicionales asistencias de Estados Unidos a la OTAN. Brotan las derechas.
El 18 de febrero, en Bruselas, ante el Parlamento Europeo, Mario Draghi -el expresidente del Consejo italiano y banquero central europeo- advirtió: "Cada día que tardamos, la frontera tecnológica se aleja de nosotros". Recordó sobre la Inteligencia Artificial que "ocho de los diez modelos de lenguaje más importantes se han desarrollado en Estados Unidos y los otros dos en China". Esa es la cuestión.
Mientras Emmanuel Macrón ensaya ponerse al frente en la trinchera misilística contra Rusia en defensa de Ucrania, la respuesta firme y proporcionada que anunció la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en material comercial, aún es tema de debate interno.
Europa está desafiada en su multilateralidad por la transacción bilateral extorsiva que propone Trump. La producción industrial en territorio propio, la presencia militar naval en los mares y el señorío decisivo en la economía del conocimiento, no son materias de "un ignorante en su ignorancia", por extravagante que actúe.
Cuando pase el temblor
Con mayor o menor costo traumático cuando el "dealer" Trump termine de negociar aranceles, el mundo seguirá hacia donde apuntó Draghi, quien señaló la necesidad de desarrollo de infraestructuras digitales, financiación de tecnologías disruptivas, capitalización de talentos para que no se fuguen e integración en los mercados financieros.
En esa línea se define el interés estratégico de la Argentina, de sus sectores productivos más allá de los granos, Vaca muerta y los Minerales, de su sociedad en el Mercosur. Apenas en materia financiera la gestión Milei está intentando recomponer al país mediante polémicos -pendientes- acuerdos con el FMI y organismos de crédito. ¿Qué hay del resto?
No hay plan integral visible; sí una idea puntual. Demian Reidel, jefe de asesores del presidente Javier Milei, doctorado en Economía de la Universidad de Harvard y con pasos por Goldman Sachs y JP Morgan, viene promoviendo la instalación en la Argentina de un hub mundial de data center, a partir de energía nuclear con reactores de baja potencia.
Promueve en especial aprovechar las reservas de Uranio y el uso del Invap ACR-300, un reactor modular de 300 megavatios; pero no descarta coordinar con Nucleoeléctrica SA, Conea, Conuar. Define que hay futuro en esa energía limpia, estable y escalable sin los problemas cíclicos de las alternativas (el sol y el viento).
En la carrera tecnológica para desarrollar la nueva generación de los SMR (Small Modular Reactors o Reactores Modulares Pequeños) hay un ejemplo del mundo que viene, más allá de Trump, y del rol que puede jugar la Argentina, más allá de Milei.
Se puede discutir cuántos calzados del sudeste asiático que ya no entrarán a Estados Unidos por la guerra de aranceles, pueden invadir el mercado argentino y entorpecer a las fábricas sobreprotegidas. Hay que prestar atención allí, pero esa es apenas una batalla insignificante en la magnitud del desafío.
Tras el discurso políticamente incorrecto de Trump, Washington va por las "tierras raras" de Groenlandia y de Ucrania; procura recursos estratégicos para nuevas tecnologías, evita que Moscú y Beijing consoliden un frente y da pasos interoceánicos si el calentamiento global abre nuevas rutas. Hay allí una estrategia imperial.
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