"El ascenso de las sombras": relatos que desnudan los miedos más profundos
En la antología de reciente publicación, Minotauro reúne a grandes maestros del horror que abordan lo siniestro, desde Lovecraft hasta Quiroga. Una travesía literaria por lo macabro y lo desconocido.
La flamante publicación de Minotauro es un reencuentro con clásicos del género del terror de distintas épocas. Foto: Minotauro / Planeta
“El ascenso de las sombras” es el título de la antología que acaba de publicar Minotauro. Incluye una serie de relatos clásicos creados por autores de distintas procedencias que tienen algo en común: su inclinación hacia lo siniestro. Es decir, en términos de la Real Academia Española, lo “malintencionado, malvado, funesto o que hace temer una desgracia”. En palabras de H.P. Lovecraft, uno de los autores que forman parte de la lista, la exploración de esos “lugares ancestrales repletos de terror, de maravillas y de puertas para acceder a mundos diferentes de los vulgares”.
El flamante volumen contiene creaciones del mentado Lovecraft (imposible soslayar su labor, fue uno de los autores que, en las primeras décadas del siglo XX, alumbró un horror de alcance interplanetario) y también de John William Polidori, Bram Stoker (digámoslo con claridad: “Drácula” no fue su único aporte al terror), Leopoldo Lugones, Elizabeth Gaskell, Rudyard Kipling, Pedro Antonio de Alarcón y Mary Shelley (creadora de uno de los monstruos más famosos de la historia, a través del cual revisó el mito prometeico a la luz de los avances que había tenido la humanidad en el siglo XIX).
Mary Shelley. Foto: Archivo
Ambrose Bierce, Washington Irving, John S. Le Fanu, Guy de Maupassant, Alejandro Dumas, Robert Louis Stevenson (en un registro diferente a “La isla del tesoro”) y Horacio Quiroga (cuya presencia en esta antología se justifica por su afiebrada imaginación, capaz de hallar el lado siniestro de un simple almohadón de plumas) también son de la partida. Las ilustraciones de Alberto Pez (su nombre verdadero es Luis Alberto Quiroga) resultan atinadas en relación a lo tenebroso de los relatos. Pez trabajó como ilustrador para diferentes medios gráficos y editoriales como Norma, Sudamericana, Ediciones del Quirquincho y Puerto de Palos y su oficio se percibe de inmediato. Al igual que su intensa conexión con los textos seleccionados.
Vale decir que los quince autores elegidos para “El ascenso de las sombras”, provienen de diferentes épocas y países pero tienen algo en común: todos contribuyeron al desarrollo y popularización de la literatura inspirada en lo sobrenatural, el horror y la ficción gótica. Cada uno, a su manera, trató de ir más allá de los límites de la imaginación humana. Pero, a diferencia de autores como Julio Verne o Emilio Salgari, que hicieron lo mismo a través de las aventuras, lo hicieron a través del miedo, lo fantástico y lo inexplicable. Esas fueron las herramientas narrativas que les sirvieron para profundizar en los terrenos oscuros de la condición humana, esos que en la segunda mitad del siglo XX tan bien recorrieron autores como Stephen King y Clive Barker.
John W. Polidori. Foto: Archivo
El mito vampírico y la narrativa gótica
Polidori, por ejemplo, es una figura clave en la gestación de la narrativa gótica. Junto a Shelley, participó en el encuentro de Villa Diodati en 1816, que dio origen a dos obras seminales. Shelley escribió “Frankenstein”, donde ciencia y horror se mezclan en una criatura que personifica el lado sombrío de los avances científicos y la responsabilidad ética. Polidori, por su parte, escribió “El vampiro”, precursor de “Drácula” de Bram Stoker, que consolidó el mito al añadirle un contexo histórico y cultural, convirtiéndolo en encarnación del miedo victoriano a la decadencia, la sexualidad reprimida y lo extranjero.
Leyendas y análisis sociales
Por su parte, el norteamericano Washington Irving y el español Pedro Antonio de Alarcón hallaron en el folclore y los mitos tradicionales la materia prima para sus relatos. Irving, en “La leyenda de Sleepy Hollow”, usó la figura del jinete decapitado, jugando con la ambigüedad entre lo sobrenatural y la superstición, tema que influirá en la narrativa gótica estadounidense. Alarcón, con “El amigo de la muerte”, reflexiona sobre la naturaleza de la vida y la muerte, en una historia que tiene tanto de fantástico como de filosófico.
Guy de Maupassant. Foto: Archivo
La inglesa Elizabeth Gaskell introduce otra mirada al abordar la caza de brujas en Nueva Inglaterra: el terror es un espejo de la injusticia y el fanatismo. Se aleja así de la fantasía sobrenatural para observar el terror, mucho más real y concreto, de la paranoia colectiva. Kipling, en tanto, alude a las tensiones que surgen entre las culturas colonizadoras y las colonizadas. Lo exótico adquiere un carácter ominoso.
La locura y lo desconocido
Stevenson y Maupassant se valen del terror desde una perspectiva más orientada hacia lo psicológico, algo ostensible en “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, sobre la dualidad del ser humano, y en “El Horla”, que pone de relieve la fragilidad de la mente. En paralelo, Ambrose Bierce, con cuentos como “El incidente en el puente de Owl Creek” y John S. Le Fanu, con “Carmilla” profundizan en el horror psicológico y el vampirismo, pero desde un lugar más minimalista.
H.P. Lovecraft. Foto: Archivo
Del horror cósmico al regional
Ya en el siglo XX, Lovecraft se destacó por el horror cósmico, donde la insignificancia humana ante la inmensidad del universo y sus secretos es la fuente de todos los miedos, pero que al mismo tiempo atrae a los personajes. En cuentos como “La llamada de Cthulhu”, “El morador de las tinieblas” o “El que susurra en la oscuridad” Lovecraft supone que la mayor amenaza para el hombre es el conocimiento prohibido de lo que está más allá de su comprensión.
“La cosa más misericordiosa del mundo, creo, es la incapacidad de la mente humana para correlacionar todos sus contenidos. Algún día el empalme del conocimiento disociado abrirá perspectivas tan aterradoras de la realidad, y de nuestra posición espantosa en la misma, que nos volveremos locos por la revelación o huiremos de la luz a la paz y seguridad de una nueva Edad Oscura”, escribió el autor que inspirará a una generación.
Horacio Quiroga. Foto: Archivo
En América Latina, Leopoldo Lugones y Horacio Quiroga son exponentes del horror regional. Lugones, en “Las fuerzas extrañas” une ciencia y esoterismo en historias sobre los límites del conocimiento y la naturaleza. Sus relatos, cargados de simbología, tocan miedos ancestrales de la región. Por su parte, Horacio Quiroga, en cuentos como “El almohadón de plumas” y “La gallina degollada” establece un horror visceral y psicológico en un escenario donde la naturaleza parece una fuerza cruel e implacable. Quiroga recibe influencias del naturalismo de Maupassant pero las lleva a la selva latinoamericana.
Una pulsión en común
Todos estos autores están conectados por una misma pulsión: utilizar lo sobrenatural, lo inexplicable y lo fantástico para abordar los miedos más profundos del ser humano, ya sean estos internos (la locura, la culpa, el mal) o externos (la muerte, lo desconocido, lo alienígena). En este sentido, tanto Quiroga como Lovecraft y Lugones son clave para entender cómo el horror se diversificó y se enraizó en distintas tradiciones, desde el horror cósmico y psicológico hasta el horror regional latinoamericano, donde el paisaje se convierte en un personaje amenazante.
Leopoldo Lugones. Foto: Archivo
“Pasen y lean. Disfruten y estremézcanse con los autores más importantes de la literatura macabra de todos los tiempos. Están advertidos: el sello sombrío de la muerte ronda las páginas de este libro”. Ese es el convite de “El ascenso de las sombras”. El viaje vale la pena. Es que, como señaló el ya citado Lovecraft: “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.