Aterciopelados celebra la vida, la música y a sus seguidores
La banda colombiana liderada por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago lanzó días atrás un EP con las primeras tres canciones de su próximo álbum. La que le da título, escrita por la cantante, expresa un espíritu de recuperación tras la pandemia, con la colaboración de Gustavo Santaolalla y la chilena Camila Moreno. En diálogo con El Litoral, Echeverri repasó la vigencia y la constancia de este proyecto histórico.
Héctor y Andrea: juntos en Aterciopelados desde 1993, con sus altos y sus bajos, y sus experiencias solistas; hoy son reconocidos como “colombianidad absoluta”. Foto: Gentileza César Balcazar
Aterciopelados, la banda colombiana tripulada desde hace más de tres décadas por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, lanzó días atrás el EP “Agradecida”. Se trata de una antesala a su nuevo álbum de estudio, un homenaje a sus raíces y una manifestación de gratitud hacia sus seguidores y hacia la vida. Este material, cuenta con la colaboración de figuras de la música latinoamericana: como Gustavo Santaolalla y la chilena Camila Moreno. Con Santaolalla, se consuma finalmente una acción sonora que deseaban realizar juntos desde hace años.
Tras el exitoso lanzamiento de “El Dorado en vivo”, que revivió la energía de sus presentaciones en directo, Aterciopelados innova y expande su propuesta musical, entrando en un mundo futurista donde mitos de creación se unen con una intención liberadora y rebelde. Este lanzamiento incluye tres temas inéditos: “Agradecida” (escrita por Echeverri), “Primero estaba el mar” y “No estamos solos” (escritas por Buitrago).
De todo esto, de la vigencia del proyecto y las ganas de compartirlo, habló El Litoral con Andrea.
El arte de tapa, realizado por Andrea junto a su hija Milagros Jaramillo y Gracias Company. Foto: Gentileza Malabar Sound
Reencuentros
-¿Cómo nació este EP, que es un adelanto de cosas que se vienen; y también este mensaje de agradecimiento a los seguidores, a la vida. ¿Qué emociones surgen acá? ¿Hubo algo que despertó esas ganas de agradecer?
-Sí, mira que en general no soy tan agradecida: soy más criticona y peleona. Pero esta canción salió en pospandemia, o medio pandemia: creo que en esos momentos, como cuando estás enfermo o cuando te privan de la libertad, estás diferente.
Todo esto empezó con esa gira que se llamaba Gracias Totales (realizada por Zeta Bosio y Charly Alberti, junto a invitados): el día antes de que empezó toda la pandemia estuvimos con Gracias Totales en CDMX, en México; y en ese concierto estaban Rubén Albarrán y Gustavo Santaolalla; había otro poco de gente. Ahí empezamos a hablar: “Que se canceló esto, que se canceló lo otro”. “Que la gente no puede estar cerca”, empezaron a decir; entonces nosotros, burlándonos, nos dimos un beso entre los tres y nos sacamos fotos. A los dos días ya todo está jodido: todos los aeropuertos estaban cerrados, fue súper terrible.
Pero luego las primeritas veces que volví a salir fue otra vez con Gracias Totales; y pues de verdad era muy hermoso poder salir de casa, poder viajar, poder hacer conciertos, todo. Esa canción está enmarcada en todo eso: por eso habla del Stereo, del Arco Iris, que fue el primer grupo que tuvo Santaolalla; habla del beso triple. Por ahí fue la cosa: porque esos viajes y esos primeros conciertos fueron muy “agradecibles” y hermosos.
Y con Santaolalla teníamos una cuenta pendiente, porque por allá en los 90 él era el productor estrella, y Aterciopelados casi trabaja con él, pero pues, cosas de la vida, no se dio. Cuando nos volvimos a encontrar hablamos y dijimos: “Tenemos algo pendiente”.
-¿Cómo fue trabajar con él? También grabaron con Camila Moreno. ¿Cómo fue el aporte de cada uno, desde lo sonoro hasta lo humano?
-Ahora las colaboraciones en su gran mayoría son de lejos: tú mandas los tracks, las personas te mandan sus tracks, y así se va construyendo. Así fue con Gustavo; como estuvimos en varias fechas con Gracias Totales ahí nos conocimos un poco. Entonces Gustavo grabó esta cosa polifónica, coral, pero para otra parte: no sé si era para el coro, para después del coro. Y Leo Castilblanco, que es el guitarrista de Aterciopelados y el productor de esta canción, lo puso de introducción: funciona súper hermoso, muy bonito. Él también grabó el ronroco; eso se dio por correo.
Camila estaba en Bogotá, tocando, y le dije: “Oiga, ven a mi casa”. Pues porque nos conocemos desde hace años: en Chile nos conocimos, y hemos tocado juntas allá en Chile y también una vez en México, en una de esas Ferias del Libro en Guadalajara. Somos amigas, tenemos el WhatsApp y nos escribimos. Entonces ella vino a mi casa, a mi estudio, con el hijo; y grabó: eso sí fue así muy en vivo y en directo.
Colores antiguos
-Hablábamos del ronroco, un instrumento que Gustavo pone como su firma en un montón de creaciones. Hay tambores de Totó la Momposina en “Primero estaba el mar”. ¿Cómo fue sumar estos elementos más ancestrales en un contexto más contemporáneo?
-El ronroco fue porque él quiso: le mandé la canción para que él hiciera lo que él quisiera; y eso fue lo que él hizo. “Primero estaba el mar” es como una cumbia; en esos días hicimos otra canción con los tambores de Totó. Entonces fue coincidencia, y aunque esa canción ya estaba toda electrónica, ya estaba construida, pues tuvimos esa oportunidad de estar con ellos en un estudio; esa también fue en vivo y en directo: tocaron, que fue súper bonito.
Esa idea de mezclar lo moderno con lo ancestral, pues creo que va por ahí, ¿no? Aterciopelados siempre está mezclando y experimentando un poco. Y también como con lo que se le va cruzando a uno; porque de hecho ahí también canta Victoria Sur, y fue lo mismo: estábamos pendientes de hacerlo con otra persona, pero esa persona se enfermó, no se pudo. Y un día nos llaman de Groove Studios donde grabamos los tambores. Todos tenemos estudio casero, y la mayoría de cosas se hacen ahí: por presupuesto, también por facilidad; uno tiene familia, entonces tú vas, cocinas, y después vas y trabajas un rato y así. Pero las baterías y cosas de esas las grabamos en Groove; y ahí trabaja nuestro ingeniero el que viaja con nosotros siempre, somos muy cercanos.
Un día nos llamó Harbey (Marín), que es el otro, y nos dijo: “Miren, aquí está Victoria”. Estábamos pendientes de que lo grabara otra persona, pero con Victoria también hemos hecho canciones en el pasado: en “Piernas” cantó ella; y es una cantante increíble. Entonces fue así orgánico: se va uno cruzando.
-Volviendo a la fusión, en la canción “Agradecida” hay vals y hay rock: otra combinación de las que les gusta.
-El vals a mí me va. No tengo educación musical formal, pero crecí en con mi madre; y mi mamá siempre tocaba guitarra y cantaba boleros y rancheras. Pues ahí va la cosa.
En la tradicional “chiva”: Echeverri y Buitrago al frente, junto a la banda estable: Lindy Sánchez (teclados), Jonathan Lacouture (batería) y Leonardo Castiblanco (guitarra y coproducción). Foto: Gentileza Nicolás Caballero
Identidades
-En el video hay muchos simbolismos: están las montañas, hay una ofrenda; está lo que ustedes llaman la chiva. ¿Cómo fue unir estos elementos, este misticismo, pero también estas identidades, con la canción?
-Queríamos hacer un road movie, queríamos irnos de paseo y grabarlo. La idea era eso: una peregrinación, una ofrenda. Yendo a un lugar, un fin de semana de vacaciones, vi esta princesa muisca con las manos extendidas: es un mirador que es nuevo, tiene como un año de hecho, no más. Lo vi y dije: “¿Esto qué es? Es el agradecimiento”. Increíble.
Entonces, por ahí nos fuimos; y luego lo clásico: “Vamos a hacer un road trip, ¿en qué vehículo nos movemos?”. Dijimos: “Pues una chiva”. Porque de alguna manera Aterciopelados es un ícono colombiano o algo así: es colombianidad absoluta. Entonces ir en esa chiva fue lindo; además de que es decorada artesanalmente; y tiene esa implicación también de llenar de cosas.
La directora de arte se vino a mi casa y sacó todo “el mugre” que tengo de videos anteriores y de proyectos; y decoraron esa chiva hermosísima. Yo maneje la chiva, eso fue real: fue dificilísimo, es durísimo eso, pero fue muy lindo. Hicimos dos días de grabación: un día de pura chiva y al otro día si fuimos al Mirador de la Princesa, que es en Villa Pinzón.
Y las piezas de cerámica son mías: soy ceramista, y el año pasado hicimos una exposición alrededor de la idea del disco de “El Dorado”. Hice toda la banda: al guitarrista, a Héctor, a mí, a la teclista, al baterista, todo. Entonces la idea que le agregamos al road movie era que cada uno llevaba su pieza y luego armábamos un altar allá en el lugar. Fue chévere, porque siempre hago cosas de cerámica para acompañar los discos, pero casi ni se notan: creo que es la primera vez que salen bien (risas).
-“Primero estaba el mar” se basa en un mito de creación tradicional. ¿Cómo es la conexión con esa tradición, con ese mito?
-Tanto “Primero estaba el mar” como “No estamos solos” son de Héctor; y él es súper ancestral: creo que la esposa está en clases de muisca, ellos son de esa onda total. Y ellos tienen una cosa que se llama “Canto al agua”: van y hacen paseos a los páramos y se sientan cerquita del agua y sacan los cuencos. Eso es como su onda. Creo que es muy Héctor esa canción.
-En “No estamos solos” también está lo country, lo amerindio, la fusión y lo originario.
-Y también lo extraterrestre: hay una frase, como que nosotros mismos desde el futuro nos mandamos algún tipo de fuerza. Entonces es una cosa multidimensional: eso es muy Héctor también (risas). Hermoso, me encanta esa canción. y el que silba en esa canción es mi marido (José Manuel Jaramillo): lo grabé aquí en mi casa, él hizo el silbido original y después le dije: “Oye, ¿no puedes una octava arriba?”. No sé si se nota en la mezcla, pero hay dos silbidos en las dos octavas, increíble.
-Hay que ser muy preciso para que se después se fusionen los dos silbidos.
-Los silbidos no se dejan afinar: tú los metes al Melodyne y no lo reconoce; así que es puro silbido natural.
Hacia adelante
-“Agradecida” es un adelanto de lo que va a ser el próximo álbum de Aterciopelados. ¿Qué se puede adelantar sobre este nuevo trabajo, previsto para 2025?
-La idea es seguir sacando de a tres cancioncitas, porque ya nos pasó con discos anteriores que tú sacas el disco y por ahí a la segunda canción o tercera ya te dicen “este disco es viejo”: así funciona la cosa. Entonces, pues ya está el disco, pero lo vamos a ir lanzando como a tajaditas. El disco se va a llamar “Genes rebeldes”; la idea es que con el segundo EP, que será en febrero, salgan otras tres canciones. Y el nombre del disco ya sale como en cuenta regresiva: te salen todos los títulos, pero sólo se van activando como que se están lanzando. Ya la gente puede ver todos los títulos y es como una especie de expectativa chévere.
Entonces la idea es que en febrero se lanzan otras tres, y el 8M (creo que va a ser el 7M) vamos a lanzar uno súper feminista. Y luego al siguiente mes ya se lanza todo el resto.
-Ganaron hace poco el cuarto Latin Grammy. ¿Qué significa, y cómo se ve desde ahí el legado de Aterciopelados en el contexto de la música latinoamericana?
-Soy muy consciente de que eso de los Grammys es importantísimo, cuando escriben tu biografía. Yo no creo que sea tan importante para mí; tal vez incluso me defiendo diciendo eso: muchas de esas cosas que uno defiende son para reiterar su conexión con la música. Así estés exitoso o no, así te oiga harta gente o poquita gente, pues tu relación con la música tiene que estar fuerte. Y entonces a mí esta cosa competitiva, me abruma un poco.
Pero funciona, y la gente respeta mucho el premio Grammy. Entonces es lindo que nos hayan dado el Mejor Álbum de Rock, además, en este momento tan urbano de la música: como los que resistimos en el rock. Pues bien, chévere (risas).
Una suma que multiplica
-Después de tantos años de carrera, ¿qué es lo que más se valora de ser parte de un proyecto? Y por otro lado, ¿cómo se sostiene un proyecto como Aterciopelados a lo largo del tiempo?
-Sí, porque llevamos mucho tiempo. Incluso hemos peleado con Héctor. Leo, el guitarrista, es parte importante del núcleo; pero el verdadero núcleo somos Héctor y yo. Y ya hemos tenido proyectos solistas y todo; pero en este momento casi que los discos de Aterciopelados son canciones de los proyectos solistas mezcladas: ya son pocas las canciones que nos sentamos a escribir juntos. Cada uno en su casa y en su estudio hace sus cosas.
Además, somos muy diferentes: hay una canción que se llama “Dúo dinámico” de un disco que se llama “Claroscura”, ahí nos vamos describiendo. Somos súper distintos, pero ya llevamos tanto tiempo juntos, y ya ha habido tantas cosas buenas y malas, que ahora lo que hay es amor y respeto, y placer de estar con el otro. Soy muy feliz viajando con él: él es un ser súper tranquilo, siempre con buen genio, siempre con humor. Yo no: no soy tranquila, no tengo buen genio; me pongo súper nerviosa, exploto. De verdad hay un equilibrio ahí muy rico.
Cuando estoy en Bogotá casi ni lo veo, sólo en los ensayos; pero de viaje somos la pareja perfecta. Y en los discos también: cada uno va trabajando en sus cosas, y luego nos mostramos; y pues uno puede opinar cierta cosa. O si estás con una frase que no te sale, el otro ayuda. Pero ya los conocedores notan que canción es de quién.
Es bonito porque creo que a Aterciopelados también le paran más bolas. Esa es una frase muy colombiana, que no sé si en otras partes se entienda; de hecho, en “Agradecida” dice: “Con mi gente linda que me para bolas”. Parar bolas es poner atención, y eso me decía mi mamá. A Aterciopelados le ponen mucha más atención que al proyecto solista de Héctor o al proyecto solista mío; entonces, es bonito estar ahí juntos y seguir cada uno desarrollando su posición, su lírica, su interés, su foco.
Entonces él sigue con sus proyectos ambientales, súper bonitos, ancestrales, él es así súper “peace and love”, y yo soy criticona, regañona, feminista, derechos humanos. Pero funciona, es lindo; y creo que Aterciopelados ha logrado tener un lugar que no es masivo, pero sí es de respeto y de larga duración.
-Y es la mejor plataforma donde cada uno se puede sentir expresado.
-Exacto.
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