El cine y el circo estuvieron históricamente entrelazados. Sobre todo porque la primera de estas disciplinas encontró en la segunda, en sus juegos de ilusiones, magia y destrezas físicas, una veta muy visual para explotar.
"Una vez, un circo" reconstruye la primera llegada al país del legendario cuerpo artístico, en 1966. recorre con archivos inéditos y testimonios cómo revolucionó la escena artística.
El cine y el circo estuvieron históricamente entrelazados. Sobre todo porque la primera de estas disciplinas encontró en la segunda, en sus juegos de ilusiones, magia y destrezas físicas, una veta muy visual para explotar.
Así, los artistas circenses resultaron una fuente constante de inspiración. Por la belleza del espectáculo y por el exotismo de la vida cotidiana en ese ambiente.
"Yo que he probado tus chocolatines, y que te he visto por los trapecios y los trampolines dibujando desafíos pirotécnicos carcajadas elásticas y pirueteos técnicos", escribió Raúl González Tuñón en su poema "A los veteranos del circo".
El documental "Una vez, un circo", dirigido por Saula Benavente y producido por El Borde junto a Carlos Garaycochea, va en tal sentido y recupera una historia: la llegada del Circo de Moscú a Argentina en 1966.
Con archivos inéditos y entrevistas, la película reconstruye esa epopeya. Su estreno está previsto para el 17 de abril, tras su paso por el BAFICI y sirve para volver a mirar el vínculo entre estas dos ramas del arte, que tienen mucho en común.
Desde los tiempos del cine mudo, el circo estuvo presente en la pantalla grande. Charles Chaplin, por ejemplo, convierte la torpeza en poesía en "El circo" (1928).
En este film, su personaje más conocido, el vagabundo Charlot viaja con un circo ambulante y se enamora de una mujer jinete que está enamorada a su vez de un trapecista.
Federico Fellini llevó lo circense a la pantalla con "La Strada" (1954), una historia de amor, soledad y redención que transcurre, en parte, en ese mundo.
En el extremo opuesto, "Freaks" (1932) de Tod Browning retrató a una comunidad de artistas rechazados por la sociedad, en un relato perturbador pero a la vez muy humano.
Hollywood también abrazó el esencial gigantismo del circo con "El mayor espectáculo del mundo" (1952) de Cecil B. De Mille, donde el despliegue técnico y narrativo fue una síntesis del esplendor de los grandes circos itinerantes.
Cuando el Circo Estatal Ruso llegó a Argentina en 1966, trajo consigo un nivel técnico y artístico sin precedentes. Formados en academias estatales de la URSS, sus artistas tenían un nivel difícilmente superable a nivel mundial.
Su presencia en el país dejó marcas. Es que, a diferencia de otros circos, el de Moscú se destacaba por su precisión, fruto de un sistema que veía al circo como un arte mayor.
Este hito marcó el comienzo de un intercambio cultural que duró varias décadas, esquivando las complicaciones en los tiempos de la llamada Guerra Fría.
Con la caída de la Unión Soviética, en el amanecer de los ‘90, el circo se desintegró. Muchos artistas emigraron, otros formaron compañías independientes y algunos quedaron atrapados en la crisis post-soviética.
"Una vez, un circo" pretende rescatar esa memoria y rendir homenaje a los protagonistas de una historia que se integró con fuerza en la cultura argentina.
Saula Benavente se embarcó en este proyecto desde una perspectiva personal. Es que su padre, Saulo, fue uno de los responsables de traer el Circo de Moscú al país.
"A mediados de los años ’60 mi padre como presidente del Instituto Internacional de Teatro, viajó a la Unión Soviética y se mandó la parte diciendo que venía de una familia circense. ‘Entonces lleve nuestro circo a la Argentina, lo desafiaron’" contó la directora.
"No le quedó otra que erguirse como productor y organizar el primer desembarco de ese espectáculo enorme al continente latinoamericano", agregó.
Durante la pandemia, Carlos Garaycochea, hijo de otro productor vinculado al circo, la contactó con material de archivo inédito. De modo que lo que comenzó como un intercambio de recuerdos se convirtió en la piedra angular del documental.
El film combina, básicamente, entrevistas a ex artistas del Circo de Moscú, registros digitalizados y una investigación sobre la relevancia que tuvo el circo en la Guerra Fría.
"Una vez, un circo" es un documental sobre un espectáculo legendario. Pero sobre todo una mirada sobre el arte circense como resistencia cultural.
También, en términos históricos, una forma de revisar los vínculos entre Argentina y la Unión Soviética. La memoria de un pasado que, gracias al cine, puede repensarse.
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