"Pecados capitales": el thriller que atrapó los miedos de los ‘90
Dirigida por David Fincher, bajo su trama esconde el retrato de una época de crisis social, moral y económica que sigue siendo pertinente en la actualidad.
Dos detectives buscan a un psicópata que mata siguiendo los sietes pecados capitales, para aleccionar a la gente. Foto: New Line Cinema, Kopelson Entertainment
Para comprender el impacto de “Pecados capitales” al promediar los años '90 (fue estrenada en septiembre de 1995), es necesario retroceder unos años. En 1991, “El silencio de los inocentes” abrió nuevas posibilidades al proponer una historia original sobre un psicópata al que el FBI intenta capturar con la cooperación de otro que comparte varios rasgos con él: Hannibal Lecter. Este personaje, interpretado por Anthony Hopkins, se convierte en el referente sobre el cual se construyeron, con más o menos matices, todos los asesinos seriales (serial killer en inglés) que siguieron en el cine mainstream, incluido el de “Pecados capitales”, encarnado por Kevin Spacey, tan inteligente y aterrador como el propio Lecter.
New Line Cinema, Kopelson Entertainment
Inadaptados
Este no es el único rasgo que comparten “El silencio de los inocentes” y la película que utilizó a la dupla Brad Pitt/Morgan Freeman como punta de lanza para conectar con el público. Clarice Starling, la joven agente elegida para obtener información de Lecter, es una “inadaptada”: alguien que debe sobresalir en un mundo hostil, como el del FBI, donde casi todos son varones y observan con desconfianza a esta aprendiz que se vale de su intuición y conocimientos para resolver los enigmas que se le cruzan. Lo mismo ocurre con los detectives Somerset y Mills: ni el veterano ni el joven ambicioso logran encontrarle la vuelta a esa ciudad gris, siempre lluviosa, donde la gente mata a sus semejantes para robar sus míseras pertenencias.
Sistema corrupto
Tal vez la clave para entender la repercusión de la película de David Fincher resida precisamente en la descripción minuciosa de ese entorno urbano oscuro, impersonal y desprovisto de esperanza. Donde todo parece tan desordenado que la aparición de un psicópata, que, a partir de una libre interpretación de los Evangelios, comienza a perpetrar matanzas guiado por los siete pecados capitales, parece casi una derivación inevitable. La pretensión de John Doe, el serial killer, es aleccionar a esa sociedad corrupta, pero bajo la premisa de que el sistema debe cambiarse desde dentro. “Si quieres que la gente te escuche, no puedes limitarte a darles una palmadita en el hombro, hay que usar un mazo de hierro, sólo entonces se consigue una atención absoluta”, dice.
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Las crisis de los ‘90
Más allá de la trama, los giros inesperados y el artificio, el verdadero valor de “Pecados capitales” radica en su capacidad para captar una época: los 90 y su crisis de valores. La ciudad agresiva mencionada anteriormente simboliza la deshumanización y el caos urbano de muchas metrópolis del mundo occidental, dominadas por la violencia, la soledad y la desesperanza. Eran tiempos de desencanto hacia las instituciones tradicionales, como la policía, el gobierno y la religión. Más aún, la película plantea una crítica al consumismo, la vanidad y la indiferencia. “Vemos pecados en todas partes, vemos pecados en las calles y en las casas, y los toleramos. Pues yo digo: ¡ya no más!”, sostiene John Doe hacia el final. Y esa es una clave potente para leer el film.
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Ícono cultural
A su vez, la película comparte la estética de otros íconos culturales de la época, marcada por el movimiento grunge, que se percibe en los edificios envejecidos, las calles mojadas, las luces de neón opacas y los personajes en descomposición moral. No hay glamour ni belleza, todo es funcional y depresivo. Además, la estética del film está influenciada por el neo-noir, un subgénero que resurgió con fuerza en los ‘90, inspirado en el cine negro clásico de los ‘40 y ‘50. En “Pecados capitales”, se manifiesta mediante sombras pronunciadas, espacios cerrados, ventanas empañadas y una iluminación tenue, que transmite una visión pesimista del mundo, culminando en el terrible final, donde Somerset dice: “Hemingway escribió una vez: el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar. Sólo estoy de acuerdo con la segunda parte”.
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Mirar el mundo con otros ojos
El 23 de enero, “Pecados capitales” estará nuevamente disponible en los cines argentinos. A casi tres décadas de su estreno, sigue interpelando gracias a su tratamiento de temas universales y atemporales: moralidad, justicia y lucha contra el mal en una sociedad deshumanizada. Refleja las tensiones sociales, el aislamiento emocional y las contradicciones de un mundo consumista y violento. Pero también es una película soberbia, que merece ser revisada. Un thriller psicológico excepcional, sostenido por una atmósfera inquietante. Como señaló Adrián Szmukler en el podcast BSO Radio, obliga a mirar el mundo de otra manera.
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