Las películas que no dejaron morir la memoria del Holocausto
Desde “La lista de Schindler” hasta "Zona de interés", el Holocausto sigue interpelando a la humanidad a través de la pantalla. El próximo estreno en Argentina de “Un dolor real”, pone de relieve cómo el tema sigue presente.
“Un dolor real” cuenta la historia de dos primos judíos que viajan hasta Polonia, para repasar la historia familiar. Foto: 20th Century Studios
El Holocausto fue uno de los capítulos más oscuros de la historia: el régimen nazi llevó a cabo un genocidio sistemático que resultó en la muerte de seis millones de judíos entre 1941 y 1945. Este horror fue el resultado de una política de exterminio que comenzó con la llegada al poder de Adolf Hitler en 1933 y se intensificó durante la Segunda Guerra Mundial. Afectó a los judíos y a otros grupos considerados "indeseables", como gitanos, homosexuales y opositores políticos.
Las películas que abordaron este tema buscaron recordar y rendir homenaje a las víctimas, analizar las complejidades del sufrimiento humano y las lecciones que la sociedad debe aprender para evitar que estas atrocidades se repitan en el futuro. El próximo 23 de enero, Argentina verá el estreno de “Un dolor real”, que describe el viaje de dos primos a Polonia para descubrir sus raíces familiares y comprender el Holocausto. Este film se suma a una larga tradición cinematográfica sobre el tema, desde diversas perspectivas.
Una de las primeras cintas en las cuales se tocó el tema fue “El juicio de Nuremberg” (1961). Este drama judicial aborda las consecuencias legales y morales del Holocausto, al presentar los juicios contra líderes nazis tras los crímenes cometidos durante la guerra. A través de los testimonios, se examinan las responsabilidades individuales en el genocidio. También, de modo colateral, se observa la responsabilidad del pueblo alemán en general, aún aquellos que no participaban activamente del nazismo. “Cuando las víctimas llamaban a gritos, estábamos mudos, sordos, ciegos. Nos justificaría decir que solo conocíamos el exterminio de unos cientos. Eso no nos hace menos culpables. Si no sabíamos es porque no queríamos saber”, dice una parte del guión de Abby Mann a partir de su propia obra de teatro.
"El juicio de Nüremberg". Foto: United Artist
“La decisión de Sophie” (1982), tiene a Meryl Streep en el papel de Sophie Zawistowska, una mujer polaca, hija de un ilustre profesor sobrevivió al campo de exterminio de Auschwitz, que carga con un secreto devastador relacionado con sus decisiones durante el Holocausto. A partir de este personaje, se profundiza sobre los dilemas éticos y emocionales que enfrentan los sobrevivientes.
"La decisión de Sophie". Foto: Universal Pictures
Tres años más tarde, en 1985, se conoció el documental “Shoah”, dirigido por Claude Lanzmann. Es una obra exhaustiva que presenta testimonios orales de sobrevivientes y perpetradores del Holocausto. Con más de nueve horas de duración, es fundamental para comprender la magnitud del genocidio. Lanzmann invirtió 11 años y captó con su cámara el testimonio de supervivientes, oficiales, civiles a través de los cuáles se intenta desentrañar los terribles hechos ocurridos en los campos de concentración. Para el director Marcel Ophüls, se trata del documental “más grande jamás realizado sobre la historia contemporánea”.
El miedo y la esperanza
En los ‘90, casi medio siglo después del día en que cayó el Tercer Reich, se rodaron dos de las mejores películas sobre el Holocausto. Muy diferentes entre sí, pero iguales a la hora de mostrar la herida profunda que significaron los campos de concentración, que pusieron en entredicho la propia condición humana. La primera es “La lista de Schindler” (1993), considerada la obra maestra del director Steven Spielberg, con actuaciones de Liam Neeson y Ralph Fiennes.
"La lista de Schindler". Foto: Universal Pictures, Amblin Entertainment
Es la historia real de Oskar Schindler, un empresario alemán que salvó a más de mil judíos durante el Holocausto. Más allá de su detallada descripción de la maquinaria montada por los nazis para generar el exterminio de un pueblo, lo más logrado del film es el arco de transformación de Schindler, que empieza como un frívolo industrial que se acerca a los nazis para sacar provecho y termina su camino como un comprometido luchador a favor del derecho a la vida, arrepentido por no haber hecho más por sus prójimos. “Quién salva una vida, salva al mundo entero”, le dice uno de los personajes al cambiado Schindler. Cómo dato de color: a fines de los ‘90, Spielberg produjo el documental “The Last Days”, sobre la incidencia del Holocausto en los judíos húngaros en particular.
"La vida es bella". Foto: Miramax
En un tono completamente distinto, “La vida es bella” (1997) es también un alegato en contra de los autoritarismos y de los crímenes contra la humanidad. Dirigida por Roberto Benigni, esta conmovedora película cuenta la historia de un padre judío que utiliza su imaginación para proteger a su hijo de la dura realidad de un campo de concentración. A través de su humor y, sobre todo, de su amor incondicional, logra mantener viva la esperanza en medio del horror. Benigni obra un milagro: utiliza la comedia para describir hechos tremendos y así es capaz de mostrar en escena resiliencia humana. “Ese es el sacrificio que hizo mi padre. El regalo que tenía para mí”, dice el protagonista, al evocar cómo su padre le salvó la vida.
Los dilemas del horror
A principios de este siglo, el controvertido Roman Polanski rodó “El pianista” (2002), basada en las memorias del pianista polaco Władysław Szpilman y, sobre todo, en su lucha por sobrevivir en Varsovia durante la ocupación nazi. Consigue evitar la deportación, pero tendrá que vivir escondido y aislado durante mucho tiempo. La obra sobresale por su poderosa historia, sino también por su representación visceral del sufrimiento humano, notablemente interpretada por el actor Adrien Brody, que se llevó el Oscar por su labor.
"El pianista". Foto: Heritage Films
Pocos años después, se estrenó la austríaca “Los falsificadores” (2007), sobre la historia real de un grupo de prisioneros judíos obligados a trabajar en una operación nazi para falsificar billetes británicos y estadounidenses, a cambio de mejores condiciones de vida que las de los demás. En este caso, la tensión entre la supervivencia y la colaboración (el interrogante que desvela al grupo es donde termina una y comienza la otra) con los nazis plantea dilemas morales complejas para los integrantes de este grupo.
Otra gran película de esa primera década del siglo XXI es “El chico con el pijama a rayas” (2008), adaptada del libro homónimo, y dirigida por Mark Herman. Se trata de la historia de un niño cuya amistad con un judío prisionero en un campo de concentración, de su misma edad, se convierte en un descubrimiento sobre los horrores del Holocausto. A través de los ojos de los niños, se revela la crueldad del mundo.
"El niño con el pijama de rayas".. Foto: Miramax
Que el dolor no nos sea indiferente
En la última década, dos películas colocaron el dedo en una llaga que no cede pasados casi 80 años. “El hijo de Saúl” (2015), sigue a un prisionero judío en Auschwitz que intenta darle un entierro digno a su hijo. La narrativa íntima sumerge al espectador en la brutalidad del exterminio desde una perspectiva desgarradora. Tan dura como la que propone la más reciente “Zona de interés” (2023), que muestra la vida de una familia alemana que vive cerca de Auschwitz, contrastando su cotidianidad, aparentemente normal, con el horror que ocurre a pocos metros. La película ofrece una mirada perturbadora sobre la deshumanización y la indiferencia. Que, en definitiva, es lo peor que mostró el Holocausto: la imposibilidad de muchos seres humanos de conmoverse frente a las brutalidades ejercidas sobre sus prójimos.
"El hijo de Saúl". Foto: Laokoon Filmgroup
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