La conductora y presentadora cumplió tres décadas en la difusión de la música ciudadana, con su programa declarado de interés por el Concejo Municipal. El Litoral conversó con ella para repasar algunas de sus tantas andanzas por estudios y escenarios.
María Sol recuerda con cariño a Roberto “Tito” Prieu, quien la llevó a debutar en radio y siguió ayudándola a lo largo de los años. Foto: Mauricio Garín
María Sol cumplió en septiembre 30 años ininterrumpidos en la radiofonía santafesina como difusora del tango en sus diferentes expresiones. Su programa se llama, sin más vueltas, “Tangos con María Sol”, y fue declarado de interés por el Concejo Municipal en razón del aniversario redondo. La distinción contó con las firmas del presidente del cuerpo, Leandro González, y el concejal Lucas Simoniello; pero ya en 2006 un intendente de otro signo político (Exequiel Martín Balbarrey) le había concedido un reconocimiento del Ejecutivo.
Luego de trajinar los más diversos estudios, días y horarios de emisión, hoy el programa se emite los miércoles de 10 a 12 por la FM 98.9, Radio de los Empleados de Comercio. La misma puede oírse también por Internet en www.radiocuec.com.ar, pero la conductora dice que la gente más grande “no sabe escuchar por ahí”; pero sí habilita vías de comunicación electrónicas: el mail [email protected], y el WhatsApp 342 5 378 454.
En este marco, El Litoral conversó con María Sol para repasar (al menos parcialmente) algo de estas tres décadas frente a los micrófonos.
Con la distinción del Concejo Municipal, que lleva las firmas del presidente del cuerpo, Leandro González, y el concejal Lucas Simoniello. Foto: Mauricio Garín
Aprendizajes
-¿Cómo fue arrancar hace 30 años, y como es mantenerse en un ecosistema radial en el que no es tan fácil la continuidad?
-Nuestro género musical, tan menospreciado casi, que es el tango (con reconocimiento universal), no tiene en la Argentina la fuerza que tuvo en mis tiempos, cuando se bailaba tango. Cuando una desde la presentación en sociedad, que eran los 15 años, ya bailaba con su padre tango o vals; ahora lo hacen como una pose, y no bailan.
El tango se mantiene vigente, pero en pequeña escala. En 1993, el 19 de septiembre, comencé en la radio FM Federal, de Roberto “Tito” Prieu, que fue uno de los fundadores de LT9, y que de radio se las sabía todas. Fui su mejor alumna, según sus palabras; lamentablemente falleció (en 2020), pero siempre me acompañó, en la radio que estuviera. Porque generalmente yo me iba por alguna contrariedad con el director de la radio respecto de las exigencias; Tito era muy exigente para con los demás, pero él no; entonces yo le exigía a él. Me disgusté y me fui a FM Especial, que era la radio de Alfredo Carignano. Llegué y dije que quería saber si había lugar, porque había que mendigar un lugar para el tango.
-Faltaban (y todavía faltan) más espacios para el tango en los medios.
-Ya no hay difusión. Mi comienzo fue a raíz de la voz, cuando fui con Luis Raucino, que era folclorista, guitarrista, y tenía un programa de folclore en general. Me presentó al director de la radio, yo dije “buenas noches”, y él me dijo: “Una voz para el tango”. Era impresionante Prieu. “Tengo un espacio a la hora 20, que tenía un conductor y se fue. Y quiero que a la hora 20, que es la hora del tango, haga su programa. “Bueno, yo tengo uno discos, sé de tango y sé bailar, pero no sé de radio”. “Ningún problema: yo enseño todo”. Salí de allí sabiendo manejar la consola, hacer la producción (me enseñó a vender), toda la parte administrativa.
Cuando en una oportunidad él no pasó una publicidad que yo tenía rotativa el fin de semana, el lunes fui y le dije: “No estoy más acá”. Terminé esa semana, fui a Especial y cuando dije “soy María Sol”, “Ah, sí, la estábamos esperando”. No podía creer: era lo único que no tenían, tango. Había un programa de jazz que hacía Carlos Rossi. Era un grupo selecto de intelectuales, cada uno con conocimiento en lo suyo.
También tengo una enorme gratitud por otras radios en las que estuve: FM Sensación, FM Belgrano, FM Juventud, Radio de Noticias y Radio Cultura; como así también de muchos anunciantes y oyentes.
Marca registrada
-¿Cómo nace el nombre de María Sol?
-Había que poner un nombre, porque el espacio que él tenía se llamaba “Simplemente tango”. El nombre no era comercial, y mi propio nombre no pegaba. Pensé María, que es nombre de tango: todo el mundo me lo cantaba (risas); en aquella época había más tangueros.
Pensé: “A ‘Tangos con María’ le falta, tiene que ser nombre y apellido. El apellido no me lo voy a sacar; entonces le pongo Sol por la energía”. Quedó María Sol, y cuando mi hija se enteraron me dijeron: “Mamá era un hombre de joven, vos sos vieja ya”. Hace 30 años era vieja para María Sol.
Quedó y después tiene cada uno la opción: me empezaron a llamar María, Sol, Solcito: el Sol pegó de manera impresionante.
-Ya se ha constituido en una marca.
-Sí. Este año de los 30 años, desde el comienzo de año me empezó a buscar gente insólita, que yo no tenía presente: desde Buenos Aires me llamó este Carolina Lancilla, que había sido cancionista del Núcleo Tango; esta entidad de Santa Fe que tuvo como padrino a Julio De Caro. Tengo una foto en la que estoy bailando con Leopoldo Díaz Vélez, compositores impresionantes. Estuvo como cantor Eduardo Goyri; después quedó en la dirección del núcleo tango Adolfo Arese: gente tan prestigiosa, todos me cobijaban, todos me acogieron de entrada.
Una vez leí un artículo que decía: “No aceptada en sus comienzos”. Es mentira, no dije eso; al contrario, totalmente aceptada. Desde la radio, donde no te ven (me imaginaban rubia, gordita) tenían una imagen, porque no me veían en ningún lado.
Pero eso pasó por un año: inmediatamente fui al Centro Cultural, donde funcionaba la Escuela de Tango que dirigía Luis Nalli, que había sido director de la cárcel; un abogado muy reconocido; su mujer, Berta Ibarra, era escribana. Ellos dirigían la Escuela de Tango con profesores de Buenos Aires. Berta había estudiado en San Justo (de donde eran mis padres) el secundario con mis tíos, todos maestros. Inmediatamente me dijeron: “Tenés que presentarnos del espectáculo de muestra de fin de año”. Fueron los mejores espectáculos, porque tenían un nivel internacional: el vestuario lo compraban en Buenos Aires; venía Raúl Bravo, que murió hace dos semanas: había sido coreógrafo y bailarín de Mariano Mores, de las mejores porque orquestas. Estuve rodeada siempre de los mejores dentro de mi lugar.
Y Roberto Prieu me enseñó cómo presentar el espectáculo en un teatro, que era el Centro Cultural. Cuando empecé en la radio salió una semana grabado, porque yo temblaba y se me notaba en la voz; te imaginás lo que era pararme en un teatro.
-Ahí no se podía grabar.
-Él me dijo: “Mirá siempre al fondo, al frente y a la altura: no mires las caras”. Así lo hice, y salí como si fuera lo mío. Y es lo mío.
-Desde entonces siguió presentando en vivo.
-Sí. Decía que este año Carolina, esa cantante que vive en Buenos Aires, que su compañero es piloto de avión, pero es un excelente pianista y trabajan juntos; se acordó de mí, pidió mi teléfono y quiso que los presentara cuando estuvieran en Santa Fe y en Santo Tomé. También para el Festival de La Falda me llamaron de prensa del festival, porque les dijeron que yo era la referente del tango de Santa Fe.
Pero yo ya había hecho una milonga: a los 13 años del programa (2006) me dieron el reconocimiento de la Municipalidad, fue porque hice la milonga más grande de Santa Fe y de la provincia, auspiciada por el Festival de La Falda. Me pagaban la orquesta que yo quisiera: elegí la Sans Souci de Buenos Aires; vino Walter “Chino” Laborde como cantor. Estuve a cargo absolutamente de todo; allí el intendente (Martín Balbarrey) me llevó el reconocimiento, lo hicimos en el Predio Ferial. Quedé mal con toda la provincia, porque vino gente de toda la provincia, convocada por el diario; y no pudieron entrar porque a los de la Municipalidad se les ocurrió dar la mitad del predio al Museo Itinerante de Maradona. Tendría que haber sido todo el Predio, para que entre la gente: me decían de todo cuando me asomaba a la puerta: de Gálvez, de San Justo. Y la Orquesta Sans Souci, con músicos que venían de Miguel Caló, de Osmar Maderna.
Al Chino, con otro micrófono y desde enfrente, lo tuve que frenar; porque se mandaba algunas cosas que no correspondían al nivel que yo tenía mis oyentes. En un momento los empezó a insultar como “viejos de mierda”, porque no tiene problema; “No, no: acá eso, más respeto Chino” (risas). Todavía se acuerdan los que estuvieron.
La parada tanguera intacta, a los 81 años, en un contexto urbano distinto al del esplendor de la llamada “música ciudadana”. Foto: Mauricio Garín
Emisora joven
-¿Cómo fue la llegada a la radio de Empleados de Comercio?
-La inauguré, porque Pedro Ferreyra era amigo del Tito Prieu, y siempre lo apoyó; y siempre fue mi anunciante para el programa. En cada radio volví dos veces. De Especial me fui porque se mudaban, volví a Federal; de Federal, volví a Especial. La secretaria de Carignano me dijo: “Nunca en la vida se ha dado un caso de que Carignano acepte que vuelva alguien: el que se va, se va para siempre”.
Ferreyra de Empleados de Comercio le quería comprar la radio a Tito, que quedó fundida: estaba en el altillo del edificio Hermes (Primera Junta y 25 de mayo). Por obstinado no quiso vender; yo volvía ahí, hice todo: le llevaba la radio yo sola hasta que no pude más. Tito murió, pero hasta antes de la pandemia me llamó para hacer un programa de televisión: él tenía proyectos siempre.
Ferreyra igual consiguió una licencia, y el primer programa de radio fue mío. Entonces hacía lunes a viernes en distintas radios, y sábado y domingo en la radio del Cuec. En ese momento se estaba construyendo la clínica que iba a funcionar en el predio, entonces yo subía por la escalera de albañil con tapados de piel, a hacer el programa sobre un piso de hormigón. Hasta que se terminó la construcción, la radio la pasaron a otro sector y dejé de hacer el programa. Tengo 30 años de tango y 15 años tiene la radio desde que empezó a transmitir.
Me volvieron a llamar, después se terminó la relación, pero siguieron como anunciantes: me bancaron cada vez que a mí me faltaba plata. Iba y le decía a Adrián Ferreyra (hijo de Pedro): “¿Me podés ayudar, porque me falta para pagar?”. “Dale”, me aumentaban. Cuando murió Pedro, me dijo Adrián un día que nos cruzamos: “Tengo que hablar con vos”. “¿Qué querés?”. “Que vuelvas a la radio, pero como empleada”. “¿Haciendo qué?”. “Lo mismo, el programa”.
Ahí vino la pandemia y no podía ir a trabajar; volví a Radio Cultura y transmitía desde mi casa, pagando el espacio, hasta diciembre del año pasado, cuando volví a la radio del Cuec.
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