Silvestre y La Naranja le saca el jugo a su presente onírico
La quinta placa del cuarteto bonaerense, que presentará el 15 de junio en Santa Fe, robustece el frondoso imaginario construido durante más de una década. Es el movimiento definitivo para despegar la corteza y saborear, sin mediaciones, la pulpa.
“Nos llena de orgullo tener una cultura fuerte, que se nos escuche en otros países y poder viajar a tocar”, dice inflando el pecho Fran. Foto: Gentileza prensa
Silvestre y La Naranja publicó su quinto álbum de estudio, “Sueño cítrico”. En el nombre, los cuatro amigos bonaerenses acoplan esencia y actualidad. Es que el presente traduce materialmente, en escenarios (Lollapalooza Argentina y Chile, Vive Latino, Foro Indie Rocks, Festival Selvámonos) una explosión digital (1.100.000 oyentes mensuales en Spotify). “Nos pellizcamos para saber si es verdad”, dirá al final de la videollamada con El Litoral, el guitarrista Fran Nicholson, a propósito del Estadio Obras previsto para el 15 de septiembre. En otra ventanita virtual, desde Palermo, Justo FM (cantante) agregará: “Lo loco es que se van desbloqueando niveles. De repente, todo va sucediendo”.
Raíces
El arte de tapa es una media naranja, superpuesta delante de una naranja entera. La media naranja protagoniza la composición, enaltecida por la potencia del color de fondo, su complementario, el azul. Siguiendo la metáfora, Fran anota en un margen: “Nuestra música es bastante de pareja, tiene su cuota romántica”. La imagen fue acompañada por una serie de fotos, en la que los músicos, cada uno con un pijama distinto, están en un Jardín del Edén cítrico. Fran le da la espalda a Ferla (Laprida, baterista), ambos miran de perfil. Justo y Luco (Grasso, bajista) observan a cámara. Un ojo crítico (¿o cítrico?) educado por Matt Groening podría ver la locación y recordar, quizá, el limonero que ocasionó la disputa entre Springfield y Shelbyville.
“Sueño cítrico” es un disco de génesis, es el segundo primer disco de Silvestre y La Naranja. “Un amigo nos dijo que tiene la esencia del primer disco, por la energía y la frescura. Quisimos ir a las raíces de la banda. Tuvimos que mirar más adentro que afuera, tuvimos que excavar”, recrea el cantante. “Los nombres primero son sólo nombres, cuesta asimilarlos”, comenta Fran. “Después uno se va adueñando. ‘Sueño cítrico’ fue un nombre que nos costó encontrar. De hecho, fue uno de los que salió primero y después quedó en el banco reposando… y nunca nada le podía ganar. Creo que representa este disco y nuestro momento de la mejor manera”.
Aparece otra vez el nombre. La doble hélice en la cadena del ADN de lo que por entonces es un proyecto artístico -de la disciplina que fuere- comienza a formarse con materia lingüística. Después, se acomodan los melones (las naranjas) en el carro. “Me preguntan: ¿quién es Silvestre? ¿Es el gato?”, recupera con simpatía Justo. “En realidad, es por lo silvestre, lo salvaje. Nosotros nos conocimos de chicos un verano en el Sur. La banda surgió cerquita de Bariloche. Habíamos compartido algún que otro proyecto musical y teníamos canciones”. Che, ¿por qué no nos juntamos a tocar?, tiró uno. Y prendió. “Queríamos que el nombre de la banda hiciera referencia a ese entorno silvestre. Y había muchos naranjos ahí”.
Planta
Jugando a sacar el jugo, a exprimirse (uno de los significados últimos del término “expresión”), las derivas literarias son ley. En un fragmento de “El Rey y el filósofo”, de Daniel Guebel, el amanuense Johann Georg von Eckhart registra en su diario una recomendación de Luis XIV a Gottfried Leibniz: “Luego recorra el ala sur, aproveche la pendiente natural de la colina, intérnese en mi Patio de los Naranjos. Sienta el aroma de los cítricos” (2023:111).
En un clásico de la literatura latinoamericana, “Mi planta de naranja-lima”, de José Mauro de Vasconcelos, se puede leer esta conversación entre madre e hijo:
“-¡Pero qué linda plantita de naranja-lima! Mira, no tiene ni siquiera una espina. Y tiene tanta personalidad que ya desde lejos se sabe que es naranja-lima. ¡Si yo tuviera tu estatura no querría otra cosa!
-Pero yo quería un árbol grandote.
-Piensa bien, Zezé. Es muy pequeño todavía. Con el tiempo será un naranjo grandote. Así crecerán juntos. Los dos se van a entender como si fuesen dos hermanos”. (1998: 24-25).
“Es la primera vez que estamos usando el símbolo de la naranja de una forma tan explícita, clara y directa”, reconoce Justo FM. Foto: Gentileza prensa
Gajos
“Sueño cítrico” está compuesto por once gajos sonoros. Abre con una introducción llamada “Amanece”. Justo entiende que “iniciar un disco de esa forma sorprende de una forma linda”. Francisco se acopla: “Cuando salió la letra de la canción, nos pareció el arranque perfecto”. De hecho, prosigue, “el disco termina con ‘Anochece’, también con una rítmica medio vals. Nos gustaba darle la apertura y el cierre de esa manera, como un guiño a los discos más conceptuales de los 60 y 70 de los que somos fans”.
Para Justo, además, se sostiene la sorpresa, porque la obra abre con piano y voz y culmina, en un “cierre épico”, con guitarra y voz, claps y “todos armonizando”. En ambos "cantamos los cuatro, en un plano más íntimo. Silvestre al desnudo”. Cantante y guitarrista coinciden en que no es un álbum conceptual, pero se manifiestan ciertas conexiones entre las piezas musicales que lo conforman. Tal es el caso de “Amanece” y “Anochece”, y el intermezzo “Salud”. “Por más que las canciones sean variadas a nivel estilístico y lírico, hay una foto del momento y del lugar: los cinco ahí tomando decisiones. En ese sentido, hay un hilo que conduce y ata el disco”, analiza Fran.
Membranas
Si se tratara de una naranja, se diría que cada gajo-canción está unido por un mecanismo de septos o membranas. El primer hilo que anuda las partes es musical. Y la armonía musical entre las canciones se va dando gradualmente, precisa Justo. “Algo de la riqueza del disco está en la esencia ecléctica de Silvestre”, agrega.
Los guiños literarios son algunos de los enlaces inter-canciones. Por ejemplo, "Amor sofá" saluda a Donald ("Quiero sentir las olas / el viento, mi cuerpo"), recordando la alusión a Calamaro en "El instinto" ("No es que sea un loco / el tiempo es muy poco"). Igual, "no quisimos encasillarnos ni limitarnos. El sentido se está encontrando solo, es parte del concepto de que los sueños son una catarsis de data. Estás en la playa, en un volcán, en tu casa. No entendés nada. Cada premisa musical que se tira en el disco, algún otro tema la continúa. No son células individuales. El estilo de ‘El ding dong’ lo sigue ‘Hechizado’, o el de ‘Tu veneno’ lo retoma ‘Bailando a escondidas’. Hay diferentes arterias que se van juntando, pero son parte de la misma armonía que es Sueño cítrico”.
Jugo
“Es la primera vez que estamos usando el símbolo de la naranja de una forma tan explícita, clara y directa”, aprecia Justo. “Sueño cítrico”, placa sucesora de “Supersticiones”, fue grabado en un retiro creativo de dos semanas en Estudios del Sur (Chile), luego de la presentación en Lollapalooza Chile. “Queríamos tocar los cuatro juntos, aprovechando la energía, como músicos y como amigos. Sacar todo el jugo. Entonces quedó la joda de que habíamos exprimido bien la naranja”, profundizó el vocalista. “Fue un disco muy en conjunto, y queríamos retratar eso en el arte de tapa también. Esa naranja partida al medio, el jugo y la pulpa chorreando. Silvestre al desnudo”.
Chile fue el primer destino de Silvestre fuera de Argentina. Para Fran, se trató de “una experiencia super nueva y emocionante”: llegar a un festival tan grande, ser recibidos como artistas internacionales, y la posterior grabación. Una vez detectado el hueco en la agenda, se oyó una voz al unísono: “internémonos en este lugar”. Los acompañaba el productor Mateo Rodo. “Estábamos en un loop donde era todo muy surreal. No importaba que fuera martes, jueves, domingo… Nos despertábamos, desayunábamos y nos íbamos al estudio. Era una fábrica, una juguetería de todo músico, estaba equipadísima. La grabación fue una experiencia medio onírica: cumplir el sueño de esta manera que siempre quisimos. Creo que nos vamos a acordar por mucho tiempo, sino toda la vida”.
Semilla
El único invitado del disco es Esteman, un artista colombiano residente en México que Fran, Justo & company conocieron en La Plata. “No habíamos fichado que estaba en el line up hasta que vimos su melena rubia”, reconstruye Justo, como graficando el videoclip publicado semanas atrás. “Fuimos a saludarlo, se estableció un vínculo más personal”. A medida que el álbum avanzaba, mostraba su vibra latina, ese beat “distinto de la rítmica general” del grupo (“si le ponés un bombo en negras y un tacho más, es un reggaetoncito”), esa melodía, una canción llamada “Vencimiento”.
En marzo de este año, Silvestre y la Naranja tocó en México y encaró a Esteman. Era el trecho final en la grabación de “Sueño cítrico”. El objetivo, muy claro: sumarlo en “Vencimiento”. Fue “súper orgánico y natural”, adjetiva el vocalista argentino. De paso, filmaron el mentado video en un clásico salón mexicano y en una taquería de CDMX. “Esteman está muy conectado con su público. Y le aporta ese toque latino integral, su candombe o su folclore colombiano, y entre los dos se genera una armonía linda. Ese corazón latino medio inexplicable”.
La participación de Esteban Mateus Williamson es un buen pie para geolocalizar a Silvestre, para acomodar las naranjas al lado de otras frutas contemporáneas. “Es muy motivador e inspirador estar rodeados de colegas que están haciendo cosas tan hermosas”, analiza Fran. “Esta época se caracteriza por la armonía entre diferentes estilos, géneros y artistas, y por la cantidad de colaboraciones que cruzan camisetas antes más rígidas. Y sigue emergiendo un montón de talento, todo el tiempo. Es algo que nos une mucho como argentinos. Nos llena de orgullo tener una cultura fuerte, que se nos escuche en otros países y poder viajar a tocar”.
Naranja santafesina
En el marco de la gira “Sueño cítrico”, la banda bonaerense se presentará en Santa Fe el jueves 15 de junio. La cita es en La Moreno (Marcial Candioti 3341), desde las 21.
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