Los seguidores de Foo Fighters comenzaron a llenar el viernes por la noche el recinto del Stereo Picnic, un festival de música que se celebró a las afueras de Bogotá. Se agolpaban alrededor del escenario en el que iba a tocar una de las bandas más emblemáticas de rock. Poco antes, en otro lado de la ciudad, el centro de emergencia recibió una llamada de teléfono que alertaba de que un huésped alojado en un hotel sufría un profundo dolor en el pecho. Cuando llegó la ambulancia el hombre estaba inconsciente. Trataron de reanimarlo, pero no lo consiguieron. Un médico declaró la muerte de Taylor Hawkins, de 50 años, el carismático batería de la banda estadounidense. El concierto nunca llegó a celebrarse.
La prueba toxicológica practicada al cadáver mediante la orina, que ha hecho pública la Fiscalía 24 horas después, revela que Hawkins consumió 10 tipos de sustancias, entre ellas marihuana, antidepresivos, benzodiacepinas y opioides. Lo encontrado, sin embargo, no explica en sí mismo las causas de la muerte. El comunicado ha levantado algunas críticas en Colombia por ser tan explícito en un país en el que la opacidad suele ser la costumbre. El Instituto Nacional de Medicina Legal continúa investigando para tratar de esclarecer los motivos. La Fiscalía, dada la repercusión planetaria que ha tenido la muerte de esta estrella de los escenarios con aspecto de surfero, se ha comprometido a dar a conocer públicamente los informes forenses.
Hawkins se había unido a otro batería extraordinario, Dave Grohl, en su aventura de hacer grandes a Foo Fighters. Grohl había sido el encargado de las baquetas en Nirvana hasta el suicidio de Kurt Cobain en 1994. Ese mismo año, fundó su propia banda con él como líder. Pasaron varios nombres para ocuparse de esa tarea, pero no fue hasta que se unió Hawkins que el asunto alcanzó vuelo. La sombra de Grohl, de todos modos, siempre estuvo presente. Hawkins, recoge The New York Times, admitió haber sentido dudas acerca de ocupar el sitio de un mito. La personalidad del cabecilla era arrolladora. Esa inseguridad, contó él mismo, le llevó a consumir drogas con cierta regularidad. Sencillamente, a veces no se sentía lo suficientemente bueno.
En 2001 sufrió una sobredosis en Londres, lo que le llevó a estar varios días en coma. Confesó que había llevado el tema demasiado lejos. En esa época reconoció haber fantaseado con la idea de vivir rápido, morir joven y dejar un cadáver bonito, como el propio Cobain. Durante una entrevista dijo no querer predicar sobre el consumo de drogas, pues él lo hacía a menudo y lo disfrutaba, aunque reconocía que era adicto y que no siempre tenía el control.
Hawkins deja esposa y tres hijos. De joven fue admirador de Queen. Antes de unirse en 1997 a Foo Fighters fue batería de Alanis Morissette, la estrella de ese momento. Dejarla fue dar un salto al vacío. En los últimos años, había emprendido varios proyectos en solitario, pero era en la banda de Grohl, que cumplió el año pasado un cuarto de siglo de existencia, en la que aspiraba a alcanzar la inmortalidad: “Quiero pertenecer al grupo más grande del mundo”.