Juan Pedro Somodi publicó las novelas “Enzo” y el poemario “Crepúsculo Oriental”. Su producción abarca poesía, ficción y no-ficción, guiones y otros textos para la industria audiovisual. “La mariposa de Zhuangzi” es su última novela.
La novela “La mariposa de Zhuangzi” arranca como una reflexión sobre el cine y acaba como un policial de espionaje donde todo se confunde.
Juan Pedro Somodi publicó las novelas “Enzo” y el poemario “Crepúsculo Oriental”. Su producción abarca poesía, ficción y no-ficción, guiones y otros textos para la industria audiovisual. “La mariposa de Zhuangzi” es su última novela.
Inspirado en la célebre paradoja del filósofo chino Zhuangzi, Somodi teje en "La mariposa de Zhuangzi" una historia donde la frontera entre la realidad y la ficción se desdibuja con la misma sutileza que en el antiguo relato taoísta.
La novela arranca en un festival de cine con la proyección de una película china y la mirada de un crítico que se sumerge en la obra, mientras la directora y protagonista del film irrumpe en su vida.
Lo que inicia como una reflexión sobre el cine y sus mecanismos pronto deriva en un juego de espejos narrativos, donde cada giro amplifica la incertidumbre.
Donde en apariencia hay un ensayo sobre el arte y su industria emerge una historia de amor que transita entre el idealismo etílico y la concreción arrolladora.
Pero Somodi no se detiene ahí: la trama se desliza hacia un policial que, a medida que avanza, se enreda en una intriga de espionaje internacional. Así, el lector se enfrenta a un dilema similar al de Zhuangzi: ¿dónde termina la ficción y comienza la realidad?
-Tu novela toma como punto de partida, mejor dicho de inspiración, el dilema filosófico de Zhuangzi resumido por Borges sobre la identidad y la percepción de la realidad. En tu versión, esta incertidumbre se traslada al cine y a la mirada del crítico. ¿Creés que la crítica cinematográfica es, en sí misma, un ejercicio de interpretación que distorsiona la obra original?
-Sí, y no veo esta distorsión como algo negativo. Creo que la crítica, cinematográfica o del tipo que sea, es una interpretación que implica una posibilidad de la obra. Una lectura particularmente profunda, o al menos esmerada.
Lo que pasa con la crítica de cine, o la de música para el caso, en oposición a la literaria, es que salta de medio y eso complica las cosas: ya no sólo se trata de pasar de perceptos a conceptos, para usar laxamente a Deleuze, sino de imágenes a palabras.
A su vez, el o la cineasta casi siempre hizo antes el camino inverso cuando transformó un guión en imágenes. Y se puede seguir, que es lo que explora la novela.
-El relato transita una transformación constante de géneros, desde la reflexión estética hasta el policial con tintes de espionaje. Más allá del juego literario, ¿existe en esta evolución una tesis sobre la manera en que el cine -y quizás la literatura- moldea nuestra comprensión de lo real?
-Totalmente. La novela gira alrededor del interrogante ¿Quién narra, y por qué? Y narrar es crear una realidad, y quién narra no sólo tiene una voz, sino que tiene un proyecto, o varios, que intentará realizar en ese proceso.
Pero las cosas no siempre salen como el narrador espera y esto es fundamental en “La mariposa de Zhuangzi” y su exploración de géneros y registros, el porqué de esta exploración.
-El protagonista es un crítico que no solo observa sino que, de algún modo, es arrastrado a una trama donde lo que percibe se vuelve ambiguo. ¿Cómo trabajaste la construcción de una voz narrativa que oscila entre la lucidez analítica y la distorsión sensorial?
-Lo hice dejando a esa voz narrativa en un lugar muy vulnerable. La idea es que el lugar del narrador está en disputa y eso genera las oscilaciones que describís.
Y justamente, dado que los narradores que se disputan la palabra son personajes de la novela que se ven arrastrados por la trama, todo se vuelve aún más inestable.
Y esto es así sobre todo porque si un narrador puede ser personaje de otro narrador que también es personaje. Las posibilidades dejan de ser binarias y se vuelven exponenciales.
-La novela parece desdibujar los límites entre ficción y realidad, arte y mercado, cine y literatura. En un contexto donde los festivales internacionales pueden consagrar o enterrar una obra, ¿creés que el cine todavía puede ser un acto de libertad o siempre está condicionado por sus lógicas industriales?
-Qué pregunta importante. Para empezar, creo que no es que la novela desdibuja esos límites, sino que esos límites no son claros en general, y la novela no hace más que explorarlo.
En cuánto a la libertad en el cine, tanto ahora como a lo largo de toda su historia, tiene que darse dentro de su lógica industrial. Es su sine qua non.
Y el hecho de que puedas filmar una peli con el teléfono y editarla en la computadora no cambia esa realidad, porque no deja de implicar una decisión frente a esa lógica industrial.
En este sentido, creo que los cineastas, como los arquitectos, necesitan un skill que otros artistas no, o menos: saber vender sus proyectos, y no para ganar plata con ellos, sino para poder realizarlos.
El mundo de los festivales juega un rol importante en esto, en particular pensando en el proyecto siguiente. Reformulo tu pregunta en indicativo: el cine puede ser un acto de libertad dentro de las condiciones que sus lógicas industriales imponen.
“The Brutalist”, para mí, habla en gran medida de eso y no por casualidad lo hace contando la historia, justamente, de un arquitecto.
-Tu escritura abarca poesía, ficción y guión. En “La mariposa de Zhuangzi”, la imagen y el ritmo parecen tener una importancia central. ¿De qué manera tu trabajo en el ámbito audiovisual influyó en la cadencia y la estructura de esta novela?
-En la cadencia y la estructura no tanto, que están relacionadas de manera más íntima con mi forma de abarcar la literatura en general, tanto ficción como poesía.
Sí fue muy importante en la trama, los saltos de género, el acercamiento al guión de cine hasta el punto de reproducirlo en ciertos pasajes, o tratar de transmitir encuadres y movimientos de cámara sin lenguaje técnico, que quizás en cierto que puede devenir en cierta cadencia o ritmo por momentos.
También en cómo es el proceso de desarrollar una idea cinematográfica. Pero la cadencia y sobre todo la estructura de “La mariposa de Zhuangzi” no siento que le deban mucho al mundo al cine, de hecho las veo muy del mundo de la literatura, de una literatura que me gusta leer y escribir.
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