El calor, el fútbol, el liso, el río. Son cuestiones que hacen al ADN santafesino. También los mosquitos. Desde tiempos recónditos estos insectos conviven con los vecinos quienes hacen lo imposible para eliminarlos.
Mientras los insectos hacen de la suya en la capital de la provincia, el recuerdo de una campaña para erradicarlos realizada hace 60 años, que incluso abarcó a otros distritos como Córdoba y Santiago del Estero.
El calor, el fútbol, el liso, el río. Son cuestiones que hacen al ADN santafesino. También los mosquitos. Desde tiempos recónditos estos insectos conviven con los vecinos quienes hacen lo imposible para eliminarlos.
Como suele ocurrir, la “nube” de estos pequeños voladores aparece con más fuerza en la temporada veraniega, cuando los termómetros se derriten en la capital santafesina y los aires acondicionados ya no dan abasto.
La lucha sin cuartel por evitar la presencia de los mosquitos se remonta a décadas atrás. Ejemplos hay varios en los archivos de El Litoral dan cuenta que los distintos gobiernos han buscado las formas para paliar la cuestión, pocos lo han logrado.
Uno de estos casos se dio en el verano del ‘64 cuando las autoridades sanitarias de la época lanzaron una campaña “antimosquito”. De ello da cuenta El Litoral el 20 de enero del mencionado año con artículo que estuvo acompañado por una fotografía del personal afectado a dicho operativo.
En el inicio de la noticia, se explicaba que “el medio indispensable para la reproducción de estos insectos es el agua estancada en zonas de la ciudad y fuera de ella. Los lugares que son o pueden ser criaderos de mosquitos en la ciudad son cavas y cunetas en las que el agua queda retenida”.
Nada nuevo bajo el sol. Los mosquitos crecen en los sectores u objetos que acumulan agua. Pasó hace 60 años y continúa pasando en la actualidad.
“La cantidad y variedad de estos criaderos torna prácticamente imposible lograr su control por la acción exclusiva de organismos oficiales, por lo que en la campaña le está reservada una participación activa muy importante a la población”, agregaba el texto.
Acto seguido, el artículo de El Litoral detallaba: “En los casos en que no se logre eliminar el agua estancada, ésta deberá someterse a un tratamiento para evitar la reproducción de insectos. El tratamiento consiste en distribuir sobre la superficie del agua, kerosene y aceite usado de automotores en la proporción de por lo menos 50 cm3 por metro cuadrado. una vez cada siete días”.
Sobre el final del verano del ‘64, el vespertino dio cuenta que el gobierno provincial selló un acuerdo con sus pares de Córdoba y Santiago del Estero para la erradicación del mosquito.
El 17 de marzo de ese año, El Litoral se hizo eco de una reunión llevada a cabo en la Casa de Gobierno que estuvo encabezada por el ministro de agricultura de aquel entonces. Entre una serie de temas tratados, se tocó el mosquito.
Por ejemplo, los representantes cordobeses señalaron “importantes problemas derivados del citado flagelo (N del R: hace referencia al mosquito), entre ellos la merma de aproximadamente un 25% en la producción pecuaria en la época en que el mosquito prolifera”.
Recurrente
La presencia de mosquitos, en el entorno ribereño en el cual está emplazada la ciudad de Santa Fe es casi ineludible. Sobre todo, cuando se hace notar la doble responsabilidad (Estado y vecinos) para, aunque sea, menguar la proliferación.
Por un lado, con campañas de fumigación y erradicación de cunetas, desagües a cielo abierto, etc. Por otro lado, eliminar objetos hogareños que puedan servir para el crecimiento de los insectos.
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