Una operación usual pero que muchos desconocen mejora la calidad de vida de personas con Parkinson, y uno de ellos es Guillermo Magi, un profesor de Filosofía de Rosario que había perdido la autonomía y los dolores aumentaban. Tras operarse, volvió a dar clases paulatinamente.
De cara a una jornada de concientización para el 11 de abril, que es el día mundial que conmemora el nacimiento del médico británico James Parkinson, familiares y pacientes con la enfermedad que llevan su nombre divulgan sobre los beneficios de una operación muy poco conocida en la sociedad, y que se realiza desde hace décadas.
Guillermo Magi es uno de los divulgadores del asunto. Es un profesor de Filosofía rosarino y formador de docentes, que hace 10 años le dieron diagnóstico de Parkinson rígido. Su vida comenzó a tener limitaciones cada vez más severas, y hace unos años perdió mucha movilidad y habla.
En octubre pasado le realizaron una operación de estimulación cerebral profunda (ECP), en la que le implantaron unos electrodos, y ésto le devolvió la calidad de vida que había perdido. En diálogo con Mirador, Magi relató: “Me importa difundirlo porque muy pocos saben que el Parkinson tiene una alternativa en esta línea. Yo mismo, que desde hace tanto padezco la enfermedad, recién hace unos cuatro años que me enteré”.
Magi al momento de regresar a dar clases el pasado mes de diciembre.
Nueve años atrás, Guillermo Magi comenzó a sentir varias molestias en su brazo derecho. Descartadas otras posibles afecciones, el neurólogo le notificó su diagnóstico de Parkinson. “Más allá de que con el paso del tiempo llegué a comprender que cada organismo es una perfecta máquina química, en ese momento, y dado mi desconocimiento total, el neurólogo me aclaró que había dos tipos de Parkinson: uno es el del temblor, y el otro es el rígido”.
Magi compartió sobre su historia a través del chat en la red social de WhatsApp, ya que puede hablar, pero hacerlo le genera fatiga. Sin embargo, no escatimó en compartir sus reflexiones, así como su historia personal, con el altruista objetivo de advertir a otras personas con el mismo diagnóstico sobre esta operación que puede mejorarles como a él su calidad de vida: “No tenía idea de cómo era el Parkinson rígido, el que me había tocado. Los primeros años prácticamente no tuve inconvenientes en mi salud: los pocos síntomas visibles que iban apareciendo se controlaban con la levodopa, medicación que debía tomar”. La Levodopa es la droga que puede simular, parecerse o asemejar los efectos que el cerebro logra con la dopamina, ya que tener esta enfermedad implica que el cerebro, por algún motivo, ha dejado de producir esta sustancia química, y la ausencia de ésta se hace sentir en distintas funciones motoras, cognitivas, sociales y vinculares, y las neuronas comienzan a sufrir un lento deterioro.
Para conocer sobre la operación
El neurocirujano que le realizó la operación a Guillermo es Pablo Mortarino (Matrícula nº. 23.026), del Departamento de Neurocirugía Funcional del Sanatorio Parque. El especialista confirmó a este medio que si bien se trata de un tipo de intervención cada vez más regular, que nació en la década del '80 y que se realiza en los nosocomios de la región ya desde hace más de una década, aún sigue sin ser conocido en el común de la gente (como señaló Magi), “probablemente producto de una falta de divulgación desde los sectores de salud en este país, porque en otros países está más difundido”. En Rosario, le consta que hay antecedentes de su aplicación en nosocomios públicos, y se encuentra también dentro del Programa Médico Obligatorio. Es una operación que consta de tres etapas, que lleva unas seis a ocho horas y el paciente suele ser dado de alta al día siguiente de la intervención.
Mortarino aclaró que si bien se trata de un tratamiento accesible, para realizarlo, un paciente con diagnóstico de Parkinson debe tener algunas características clínicas específicas y ciertos requisitos estrictos como el temblor, la rigidez y/ó la lentitud (alguno, varios o todos esos síntomas) como los más predominantes.
En torno a qué implica la operación de Estimulación Cerebral Profunda (Deep Brain Stimulation en inglés), Mortarino precisó con claridad que “para dicha enfermedad, consta de la implantación de electrodos en áreas profundas del cerebro capaces de modular la actividad neuronal”. Dichos electrodos son similares a un marcapaso cardíaco: cables muy delgados con un grosor aproximado de dos milímetros.
Al instalarlos en un sector específico del cerebro y luego encenderlo, estos electrodos generan estimulación profunda con campos electromagnéticos en su circunferencia, con un efecto virtuoso en que los síntomas (que siempre avanzan) ingresan en una meseta de su desarrollo. En los controles post-operatorios, el neurólogo puede modificar la estimulación que el paciente recibe para adaptarla a las necesidades del paciente, logrando un mejor control de los síntomas. Los electrodos intentan cumplir de otra forma la función que cumplía la dopamina que dejaron de producir los pacientes con Parkinson: controlar a las neuronas para mejorar la coordinación de los movimientos.
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