“El Señor de los Anteojos”: el óptico solidario que transforma vidas en Santa Fe
El Litoral retoma el ciclo de entrevistas que exponen los trabajos de los santafesinos, aquellos que sobresalen del común denominador por alguna razón. En este caso, un fin altruista.
El personaje entrevistado por El Litoral contó la historia de su trabajo. Foto: Fernando Nicola
En 2022 El Litoral comenzó a publicar entrevistas que ponen el foco en los oficios poco visibles de la superficie cotidiana de rutinas y cortos tiempos. Aquellos trabajos que resaltan del resto por algún motivo. Únicos, últimos, artesanales o, simplemente, solidarios. Como la historia que sigue a continuación.
Carlos Marzorati, es óptico de profesión y solidario por elección, lidera desde 1995 la Fundación Atardecer, un proyecto social nacido en la ciudad de Santo Tomé (Santa Fe), que brinda anteojos gratuitos a personas de bajos recursos. Su historia es un ejemplo de vocación, resiliencia y entrega total.
Los inicios
— ¿Qué es la Fundación Atardecer y cómo empezó todo?
— Es un proyecto que arrancó en 1995 con un microemprendimiento otorgado por el gobierno de Reutemann. Empezamos reciclando anteojos para personas de bajos recursos. Tuvimos el apoyo de la iglesia y Cáritas. Incluso vino el delegado papal. Así arrancó este camino.
Estábamos en Emaús, pero nos inundamos. Perdimos todo: herramientas, maquinaria, todo. Tuvimos que empezar de cero, pero seguimos adelante.
— ¿Qué hacen con los anteojos donados?
— Los arreglamos, pintamos, colocamos cristales. Yo desarrollo una técnica de pulido que me valió un premio a la innovación social. Todo lo donado lo estoqueamos y lo adaptamos para quien lo necesite, sin cargo.
"Ver a un niño ponerse anteojos por primera vez y emocionarse. No tiene precio", contó. Foto: Fernando Nicola
Vocación
— ¿Cómo es hoy la realidad de quienes se acercan?
Terrible. No sólo vienen personas humildes. También llega gente en autos caros que no pueden pagar los precios. Un par de anteojos puede costar $300.000. Nosotros ayudamos, pero hay que cubrir al menos la luz y los insumos. Las subvenciones se recortaron.
— ¿Qué te genera poder ayudar?
— Paz. Felicidad total. Tengo 70 años. Llevo más de 45 dedicados a esto. Siempre estuve en organizaciones como Rotary. Es una forma de vida. A veces atiendo hasta las 2 de la mañana. Camioneros, policías, vecinos… solucionamos todo lo que podemos.
— ¿Recordás alguna historia que te haya marcado?
— Muchas. Una fue con la universidad, cuando fundamos una red de organizaciones sociales. Trabajamos con contraprestación: ellos me mandan anteojos, yo les devuelvo servicios. Todo gratuito. Es una manera de sostener esta red solidaria.
— ¿Qué te impulsa a seguir?
— La necesidad. La emoción de ayudar. Soy viudo. Después de esa pérdida decidí hacer algo por los demás. A veces recibimos cajas de anteojos de personas que perdieron un ser querido. Nos piden que los entreguemos en su nombre. Es muy emotivo.
— ¿Qué te duele hoy?
— Ver que mucha gente no puede pagar ni lo básico. Vienen por necesidad. Les doy lo que puedo. Derivo ropa, mercadería. Nos mandan cosas desde Buenos Aires, Rosario, Rafaela. Esto es un sistema solidario que funciona gracias a la confianza.
— ¿Qué es lo que más te alegra?
— Ver a un niño ponerse anteojos por primera vez y emocionarse. Eso no tiene precio. O poder resolver el problema de alguien que perdió sus lentes y no puede seguir su camino. No pedimos plata. Pedimos anteojos usados. Con eso ya hacemos mucho.
— ¿Cómo ves el futuro?
— Voy a seguir mientras tenga vida. Es un karma, un hobby, una pasión. No tengo fortuna, pero tengo alegría espiritual. Hay gente que me quiere y otra que no, pero sigo. Me dicen “El Señor de los Anteojos”. Creo que ese apodo me queda bien.
El lugar de trabajo de Carlos.
Más oficios
Conocé las historias que pasaron por el ciclo oficios de El Litoral; cada una con su particular personaje.
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