Cada vez son más los centroamericanos que avanzan por el sur de México, completando otro tramo en su penoso camino a Estados Unidos. La situación se da aún luego de que el presidente Donald Trump anunciara planes que podrían derivar en detenciones masivas en la frontera sur e impedir solicitar asilo a quienes ingresen ilegalmente al país.
Cuatro caravanas se dirigen a Estados Unidos, y la más numerosa, formada por unas 4.000 personas, llegó anoche a la ciudad mexicana de Matías Romero del estado sureño de Oaxaca tras una agotadora marcha de siete horas, mientras que otro grupo avanza por el estado mexicano de Chiapas y más vienen en camino desde El Salvador.
Los miembros de la primera caravana, principalmente hondureños, se instalaron en un improvisado albergue en un campo de fútbol de Matías Romero, en el norte del Istmo de Tehuantepec, informó la agencia de noticias EFE.
Los migrantes caminaron cuesta arriba por una sinuosa pendiente hasta este poblado a casi 500 metros sobre el nivel del mar tras dos días en la ciudad de Juchitán.
Los hombres, mujeres y niños, que escapan de la pobreza y la violencia en sus países, pretendían ir a Oaxaca capital y desde allí a Ciudad de México, pero cambiaron ayer de ruta hacia el estado de Veracruz, es decir hacia la costa del Golfo, ante la ausencia de transporte para trasladarse a la capital estatal.
Esta caravana principal en algún momento llegó a tener 7.000 migrantes, pero muchos pidieron asilo en México. Un segundo grupo más pequeño, de unas 1.000 personas, está unos 320 kilómetros por detrás del primero, en Chiapas.
Una tercera caravana de unos 500 migrantes que salió de El Salvador cruzó esta semana a Guatemala, mientras que un cuarto grupo de unas 700 personas partió hace dos días de la capital salvadoreña.
En Estados Unidos, el presidente Trump ha aprovechado el avance de las caravanas para redoblar su conocido discurso anti inmigración en momentos en que busca activar a las bases republicanas antes de las elecciones legislativas de mitad de mandato del 6 de noviembre, en la que su partido defiende el control del Congreso ante los demócratas.
Ayer jueves, Trump anunció que firmará en breve un decreto que podría permitir el arresto masivo de migrantes que crucen la frontera e impedir que cualquier persona pida asilo en el país si ha entrado de manera ilegal, dos medidas de dudosa legalidad.
Además, agregó que los soldados enviados a la frontera con México para hacer frente a las caravanas podrán abrir fuego si son atacados con piedras por los migrantes, ya que, según argumentó, deben tomar esas piedras como si fueran "rifles".
Trump dijo también que, en virtud de su decreto, cualquier migrante que ingrese al país será albergado en "inmensas ciudades de carpas" que planea levantar mientras se procesan sus solicitudes de asilo. "Vamos a aprehenderlos, pero no los vamos a liberar", dijo.
Bajo el corriente protocolo, muchos solicitantes de asilo son liberados mientras sus casos avanzan por los diferentes instancias judiciales, un proceso que puede llevar años.