México es el segundo país, entre un total de 170, con más niños huérfanos en el mundo que se quedaron sin sus cuidadores principales o secundarios a causa de la pandemia de coronavirus, sólo superado por la India, de acuerdo con un informe del Imperial College London.
Este país latinoamericano acapara 4,3% de los 7,3 millones de niños sin padres o tutores por la crisis sanitaria hasta el 5 de abril último, aunque muy lejos de la escalofriante cifra de India, que representa 47,5% del total, según informó la agencia ANSA.
Por cada tres personas fallecidas, una se quedó huérfana, lo que "es un reflejo más del mal manejo de la pandemia y sus consecuencias", señaló el virólogo Andreu Comas, del Centro de Investigación en Ciencias de la Salud y Biomedicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
En total, cerca de 215.000 niños mexicanos perdieron a uno o ambos padres, dijo Ramón Martín Pérez, de la ONG Tejiendo Redes de Infancia, citando cifras del Imperial College London.
Sin embargo, la cifra aumenta a 229.000 si se agregan los cuidadores secundarios como abuelos con custodia y a 318.900 si se incluye a los abuelos con los que se convive.
La orfandad golpea duro y de modo despiadado a los niños porque "representa una desprotección y pérdida de referentes primarios en varios sentidos", dijo Pérez.
El principal impacto es "económico, de sobrevivencia" y el segundo de "integridad y seguridad", pero también de la pérdida de "las redes sociales, familiares y comunitarias", expuso.
"Los niños huérfanos pueden padecer pobreza extrema y verse obligados al trabajo infantil, así como ser víctimas de violencia física, sexual y podría ponerse en riesgo su vida", afirmó Pérez.
El gobierno mexicano hasta ahora no difundió oficialmente información precisa y confiable sobre la cifra de huérfanos por la Covid-19, y sólo se conoce un reporte del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia que estima la cifra en 118.000, mucho menor a la estimada por el ateneo británico.
Tania Ramírez, directora ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), urgió al gobierno a levantar un censo oficial de orfandad a raíz de los fallecimientos por el nuevo coronavirus, a fin de dimensionar el problema y plantear soluciones.
"Esta omisión dolorosa deja a niñas y niños en situación de vulnerabilidad ante la pobreza, el trabajo infantil, la violencia sexual, el embarazo temprano y el abandono escolar", advirtió Ramírez.
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Roberto Vélez, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, considera "enorme el costo social de esas pérdidas, pero lo es más aún para sus hijas e hijos, quienes se enfrentan inesperadamente a una situación que marcará sus vidas".
"Si el Estado mexicano no los atiende de manera anticipada e integral, la orfandad podría convertirse en una barrera insalvable para su desarrollo y sus opciones de movilidad social, es decir, podría reducir la posibilidad de que mantengan o superen, al ser adultos, el ingreso de sus padres", indicó.
Para el especialista, "los huérfanos de estos años podrían ser los adultos que padezcan de pobreza en el futuro".
Vélez citó una investigación reciente sobre Canadá, un país con un sólido Estado de bienestar, que encontró que, en la edad adulta, los huérfanos alcanzaron un nivel menor de ingreso en comparación con quienes no perdieron a uno de sus padres en la infancia".
Otro estudio sobre el tsunami de 2004 en Indonesia identificó que "las peores consecuencias ocurren entre quienes perdieron ambos padres".
"Los huérfanos de mayor edad cursan menos años de escuela y se insertan más pronto en el mercado laboral. Sucede algo parecido con las huérfanas de mayor edad: se incrementan sus obligaciones de trabajo doméstico. Parece, entonces, que se encargan de cubrir la ausencia inesperada de los adultos", expuso.