El pasado fin de semana estaba planificada la operación terrestres militar más importante de Israel sobre la Franja de Gaza, con el objetivo de desmantelar definitivamente las células de Hamás.
En la espera de Joe Biden y el establecimiento de un corredor humanitario seguro, el gobierno de Netanyahu se mantiene en alerta por los movimientos de la “Resistencia”.
El pasado fin de semana estaba planificada la operación terrestres militar más importante de Israel sobre la Franja de Gaza, con el objetivo de desmantelar definitivamente las células de Hamás.
A pesar de las duras advertencias del gobierno del primer ministro israelì, Benjamín Netanyahu, y parte de su cúpula sobre la crudeza con la que avanzarían en represalìa a los ataques terroristas (“destruir las capacidades militares y de gobierno de Hamás”), el operativo no se llevó a cabo.
El motivo principal que remarcó el Ejército de Israel fue la condición climática del pasado sábado. Sin embargo, dentro de un panorama en el cual Netanyahu no puede dar marcha atrás sin sufrir consecuencias políticas, otros factores jugaron a favor del retraso.
Con la posibilidad de que este conflicto desemboque en una guerra de mayor escala y reconfigure el mapa de Medio Oriente, la participación de Estados Unidos, al menos como nación cercana a Israel es inevitable.
A través de acciones como la movilización del portaviones USS Gerald Ford; la reunión de su secretario de Estado, Antony Blinken, con diferentes actores como Qatar (acusado de financiar Hamás) o el arribo a Tel Aviv del propio Joe Biden este miércoles; plantean una postura estadounidense de apoyo a la operación israelí, pero reticente a ceder su rol de “negociador”.
Es claro que fichas como Irán son una piedra en el zapato para Washington desde hace décadas, pero no parece ser el momento de escalar en conflicto en la región, principalmente luego de la caída de los acuerdos comerciales entre Israel y Arabia Saudita, su “representante” en el Mundo Árabe.
La preocupación de Estados Unidos también recae en los riesgos humanitarios de una avanzada sobre Gaza, donde aún no se establecieron corredores seguros y existe resistencia por parte de los dos bandos a ceder: los terroristas bloquean los caminos y Tel Aviv sigue bombardeando.
Las 7 horas de reunión que mantuvo Blinken parecen haber dejado en claro las necesidades norteamericanas de mantener ciertas distancias con los fines militares israelíes y priorizar la “defensa de civiles”.
El concepto de castigo colectivo a los palestinos se redujo desde el gobierno de emergencia e incluso se ha devuelto el suministro de agua, en medio de cuestionamientos de ciertos países de la Unión Europea (UE).
EE.UU. también se presenta como agente de disuasión para con las naciones del Eje de la Resistencia, acción que parece no ser tan efectiva y despertaría el efecto contrario.
La situación de los refugiados y una eventual ola de migrantes es tema de preocupación para Turquía y primordialmente Egipto, que posee el único corredor directo y recibiría colaboración de la UE.
Bajo el concepto de el “derecho de Palestina a defenderse” y haciendo base en la serie de enfrentamientos de antaño marcados por cuestiones étnicas y religiosas, el resto de estados musulmanes de Medio Oriente se posicionaron de forma rotunda contra Israel.
Dichas declaraciones confluyeron en concretos intercambios de artillería y municiones por parte Tel Aviv con Siria y Líbano a horas de la Operación Inundación al-Aqsa, abriendo un nuevo frente desde el noreste.
Un aparente renacer de los objetivos mayores del Eje de la Resistencia y la vehemencia con la que ya comenzaron a actuar crearon un mecha que en caso de encenderse, provocaría un desastre incalculable e involucraría a Estados Unidos e Irán de forma directa.
Resistencia
El llamado Eje de la Resistencia Anti Imperialista es un acuerdo entre naciones y organizaciones paramilitares con el fin de oponerse a Israel y EE.UU. Dentro se encuentran Irán, Siria, el FPLP-CG, Hezbollah, Irak, Fuerzas de Movilización Popular, Hutíes, Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
El enfrentamiento entre Israel y Líbano en los Altos del Golán, zona fronteriza con control repartido, ya es un hecho. Las especulaciones ahora crecen en torno a quién moverá las fichas concretamente hacia territorio ajeno. Sobre este punto, el gobierno desde Beirut alertó que resulta “inevitable” retener las acciones del grupo Hezbollah, si se “permiten los delitos de Israel”.
A ninguno de los dos les resulta beneficiosa dar el primer paso ya que serviría de argumento para la otra parte.
También bajo la política de diplomacia coercitiva, Irán argumenta que “no quiere, pero la obligan” a involucrarse en conflicto, a sabiendas de que es el país con mayor peso propio dentro de la Resistencia.
En conferencia de Hossein Amirabdollahian, ministro de Asuntos Exteriores iraní, se anunció oficialmente que “se termina el tiempo de las soluciones políticas” y que llega el momento de realizar una “acción preventiva”.
"Si se pierde la oportunidad, no se abrirían nuevos frentes contra Israel; el tiempo se agota y la resistencia tiene la capacidad de entrar en guerras a largo plazo con el enemigo", declaró Amirabdollahian en la televisión iraní Ofogh TV.
El argumento del gobierno de Ebrahim Raisi, con fines disuasivos y posiblemente sin el deseo de ingresar en conflicto bélico directo con Israel y Estados Unidos, es que “si no se defiende Gaza hoy, podría ser otro territorio en el futuro”.
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