Este lunes a primera hora se confirmó la muerte por vías oficiales del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, tras un siniestro durante un viaje en helicóptero sobre la región de Azerbaiyán Oriental, con destino al país fronterizo homónimo.
La República Islámica deberá buscar un sucesor en medio de cuestionamientos internos y la tensión creciente con Israel.
Este lunes a primera hora se confirmó la muerte por vías oficiales del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, tras un siniestro durante un viaje en helicóptero sobre la región de Azerbaiyán Oriental, con destino al país fronterizo homónimo.
Junto al mandatario viajaban y perdieron la vida otras ocho personas: Mohammad Ali Alehashem, imán de oración del viernes de Tabriz; Hossein Amir Abdollahian, ministro de Asuntos Exteriores iraní; Malek Rahmati, gobernador de la provincia de Azerbaiyán Oriental, dos agentes de seguridad y tres tripulantes.
La muerte de Raisi llega posiblemente en uno de los contextos más complejos para Irán. A nivel diplomático, la tensión con Israel, con quien mantiene un enfrentamiento satélite concreto desde octubre y que ha protagonizado ataques directos en los últimos meses, ha crecido. En simultáneo, la presión de la ONU por precisiones respecto a su avance nuclear también aumenta.
Si la mirada se posa hacia dentro, la gestión del recientemente fallecido presidente no fue la mejor en materia económica, pero tampoco logró controlar los ánimos del pueblo, socavando la relación clerical.
Durante la jornada de este lunes 20 de mayo se completa el proceso de rescate de los cuerpos, que serían trasladados a la ciudad iraní de Tabriz. En paralelo, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, declaró cinco días de duelo y ya hay convocatorias en las calles.
El propio ayatolá, con facultades mayores que el presidente, aprobó la asunción del ahora ex vicepresidente Muhammad Mukhbar, hombre con cercanía personal al líder.
Su gestión no durará demasiado ya que por el artículo 131 de la Constitución se debe llamar a elecciones anticipadas 50 días después del fallecimiento del presidente. Las mismas debían celebrarse a mediados de 2025.. Esto aún no se oficializó.
"El presidente del pueblo iraní, trabajador e infatigable, ha sacrificado su vida por la nación. Aseguramos a la nación leal que, con la ayuda de Dios y el respaldo del pueblo, no habrá la mínima perturbación en la administración del país", indicó la administración de la República Islámica en un comunicado.
De momento no se ha hablado ni teorizado sobre la posibilidad de un atentado. El motivo oficial recae sobre las condiciones climáticas.
Estas eventuales elecciones que deberían celebrarse el 9 de julio de este año o antes no significarán en primera instancia una reñida lucha por el cargo. Los ojos seguirían puestos en la figura de Ali Jamenei de 85 años y transitando complicaciones médicas, lo cual ya había puesto sobre la mesa el nombre de Ebrahim Raisi para su reemplazo. Con el hijo del líder supremo ahora encaminando la carrera, el cimbronazo mayor de la tragedia del helicóptero es en esta puja.
Sin embargo, que prevalezca el interés sobre la autoridad mayor no implica que los necesarios comicios se conviertan en un proceso controversial. Con los ojos del mundo posados en Irán, podría replicarse el 41% de participación en las parlamentarias de este año, el porcentaje más bajo desde la Revolución Islámica de 1979, y reflotar el mote de "dictadura democrática" debido a sus pobres estadísticas de transparencia.
Habrá que esperar también por la reacción del pueblo y la respuesta de las fuerzas de seguridad oficial. Un importante número de personas no dudó en manifestarse tras episodios de violencia institucional como el icónico caso de Mahsa Amini. La desaparición de Raisi en el tablero político podría poner en juego la subsistencia de la teocracia iraní radicalizada desde 2021.
Analistas como Christiane Amanpour de CNN y el periodista de Medio Oriente Meir Javedanfar también posicionan su visión, dentro de un espectro de estudio diferente, sobre las repercusiones internacionales. Algunos se animan a afirmar que la muerte de Hossein Amir Abdollahian, ministro de Asuntos Exteriores, dañará aún más a la nación del golfo Pérsico.
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