Alimentación consciente: cómo esta nueva forma de comer elimina las dietas y beneficia nuestra salud integral
Reajustar hábitos sin caer en prohibiciones ni extremismos, alejarnos de la cultura dietista y darle nuestra plena atención al momento de comer son los puntos clave de lo que hoy se denomina “alimentación consciente”.
La nutrición va más allá de lo físico; está vinculada a emociones, cultura y contexto social.
En el marco del Día Mundial de la Alimentación que se conmemora cada 16 de octubre por la Organización de las Naciones Unidas, la licenciada en nutrición, Melisa Novell (M.P.N GA00280), aclara el concepto de la alimentación consciente y cómo puede transformar nuestra salud integral. “Alimentarse a conciencia significa estar presente. Darle atención al acto de comer atendiendo a todas nuestras necesidades. Es escuchar a nuestro cuerpo. Conocer nuestras señales de hambre y saciedad, y no comer en piloto automático, como sucede muchas veces en el día”, explicó a Nosotros.
Comer no es solo una acción fisiológica, es también social, psicológica y cultural. Está estrechamente ligada a muchos factores, como tradiciones familiares, lugar de residencia y sistema al cual pertenecemos, este último inmerso en la era de la hiperconectividad, las redes sociales y las rutinas laborales sin descanso.
En este sentido, Novell aseguró que “se trata de elegir los alimentos que necesitemos en ese momento sin catalogaros como buenos o malos. Porque a veces cuidamos mucho lo que comemos y no el cómo comemos. Si no tenemos tiempo para cocinarnos, se come lo que tenemos al alcance, pero despacio, respirando y saliendo de las pantallas, porque nos desconecta de nuestras señales de hambre y saciedad. La digestión empieza desde la boca, donde están las glándulas salivales que secretan encimas que digieren el bolo alimenticio. Hay personas que comen rápido y luego se sienten mal”, aclaró la profesional, fundamentando la importancia de utilizar todos nuestros sentidos a la hora de alimentarnos.
Cómo identificar los diferentes tipos de hambre
Para la nutricionista, reconocer que no comemos solo por apetito es fundamental para aprender a elegir nuestros alimentos, reconectar con las emociones y disfrutar del momento sin culpas y sin exigencias que puedan alterar nuestra relación con la comida. Los tipos de hambre que existen son:
Hambre física: “aparece cuando tenemos una necesidad de energía y nutrientes, cuando el cuerpo empieza a mandar señales como ruidos en el estómago, dolores de cabeza, irritabilidad y cambios de humor”.
Hambre hedónica, gustativa o de placer: “un ejemplo claro es cuando vamos a cenar. En el momento comemos y satisfacemos el hambre física, pero aparece nuestro postre favorito e igualmente lo consumimos, aunque estemos llenos. Es cuando nos gusta una comida en concreto”.
Hambre emocional: “se da cuando buscamos atravesar emociones con la comida, tanto positivas o negativas, como felicidad, tristeza, angustia o puede ser simplemente aburrimiento. Todas estas sensaciones existen porque somos seres emocionales y lo importante es saber diferenciarlas e identificarlas para cuidar nuestra relación con la comida y alimentarnos de manera consciente”.
La alimentación consciente se basa en la autocomprensión y el respeto por nuestras necesidades.
Internet y redes sociales, ¿enemigos nutricionales?
Cultura, emociones, necesidad nutricional. Habiendo puesto sobre la mesa las bases por las cuales los seres humanos nos alimentamos, siguen surgiendo interrogantes: ¿qué pasa con nuestros hábitos y su relación con el acceso a la información? ¿cuál es el nivel de poder que tiene la industria alimentaria en nuestras elecciones? En cuanto a las redes sociales y sus influencias, ¿reaparecen las dietas “disfrazadas” de hábitos saludables?
Novell afirmó que “podemos aprender de nuevos alimentos aún con nuestras costumbres. La clave es hacerlo de manera gradual, sin presiones y sin caer en los extremismos de comer todo de una sola forma, porque está comprobado que las dietas son insostenibles en el tiempo”.
Reconocer hambre física, hedónica y emocional es clave para comer con conciencia.
Las redes sociales y el ilimitado acceso a la información hacen que internet se convierta en un arma de doble filo para quienes optan por mejorar su calidad de vida en el ámbito de la nutrición. Al respecto, la profesional expresó que “hay personas que caen en dietas constantemente y no entienden que la alimentación puede ser una aliada muy poderosa, pero en redes sociales hay mucho extremismo, por ejemplo, cuando se habla de que todo tiene que ser cien por ciento natural y no podemos salir de ahí”, comentó.
“No se trata de clasificar alimentos en buenos o malos, sí los llamo nutritivos o menos nutritivos”, expresó la licenciada, aclarando lo fundamental que es entender que la alimentación, en primer lugar, es individual, puesto que “lo que beneficia a una determinada persona puede no ser beneficiosa para otra”.
Mientras que, por otro lado, al contexto social le recae la misma importancia: “Si, por ejemplo, en un cumpleaños hay pizza y llevas tu propia ensalada porque querés cambiar hábitos, está claro que lo que llevas es más nutritivo que la pizza en sí. Pero acá la pregunta es ¿cómo te vas a sentir comiendo algo diferente al resto y aislarte? Por eso remarco lo importante de no caer en limitaciones ni restricciones”, remarcó.
No somos únicamente lo que comemos...
La reconocida frase “somos lo que comemos” permanece instaurada a nivel mundial desde el siglo XIX, pero en la actualidad, profesionales de la nutrición han decidido descontextualizarla de la alimentación.
Nuestra relación con la comida está influenciada por emociones, contextos y experiencias.
Al respecto, Novell opinó que “nuestras elecciones alimentarias y nuestra salud no pasan únicamente por la alimentación, también influyen el acceso a los alimentos, el lugar donde nacemos y las posibilidades económicas de cada momento. También cuentan el acceso a la salud pública o privada, el agua y hasta las condiciones de vivienda. Otra cuestión importante para saber es que nuestro bienestar integral no depende solo de la alimentación, en realidad hay factores psicológicos que indicen en la forma en que nos alimentamos, el acceso a la información nutricional y qué tipo de educación nutricional recibimos”, resaltó.
En definitiva, tener una alimentación consciente no se trata únicamente de cuidar lo que comemos, sino de cómo lo hacemos. “Comprender que cada cuerpo es único y responde de manera diferente a los alimentos. La mejor forma de saber qué es lo mejor para uno mismo es escuchar nuestro cuerpo, y se puede comenzar preguntándonos cómo nos sentimos cuando comemos determinados alimentos”, aclaró Novell.
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