Atilio Chiappori fue una figura singular de la cultura argentina, cuyo nombre permanece prácticamente olvidado, y cercanos a la fecha de su muerte el 13 de marzo de 1947, venimos a rescatarlo con esta correspondencia ligada a Santa Fe, que preserva la Academia Argentina de Letras de la que fuera miembro de número fundador como lo fue de la Nacional de Bellas Artes.
Desde 1913 hasta 1931 fue don Atilio más que eficaz secretario del Museo Nacional de Bellas Artes, acompañando casi toda la gestión del médico y artista Cupertino del Campo, lugar que bien conocía éste porque lo había ocupado antes de acceder a la dirección.
Desde 1931 a 1939 Chiappori estuvo al frente de la institución, y fue en 1932 en que se inauguró la sede que hoy ocupa, y un año antes se fundó la Asociación de Amigos del Museo, con una profunda convicción sobre la función educativa y de servicio a la comunidad.
Chiappori resultaba un más que diligente colaborador con las gestiones provinciales, a las que aportaba su talento en la materia y su efectividad y experiencia en temas administrativos.
El 25 de agosto de 1928 el presidente de la Comisión pro monumento al Brigadier Estanislao López, Dr. Julio A. Busaniche. en conocimiento del nombramiento como miembro del jurado que le había hecho la Comisión Nacional de Bellas Artes, le expresó en unas líneas su complacencia y la seguridad de la aceptación del cargo.
A la vez lo convocaba a la reunión del jurado, dos días después “en el local del nuevo edificio del Correo en donde están expuestos los bocetos (esquina Sarmiento y Alem)”. El edificio aún no se había inaugurado, de ahí la aclaración, habría de hacerlo el presidente Marcelo T. de Alvear el 28 de setiembre, dos semanas antes de entregar el mando.
La larga espera por el monumento
El concurso lo ganó el escultor Juan Carlos Oliva Navarro, para lo que se establecieron distintas cláusulas, y como en casi todos los monumentos las obras se demoran largamente, años, décadas, el caso del monumento al brigadier López no fue la excepción.
El 6 de setiembre de 1932 el intendente municipal de Santa Fe Dr. Agustín Zapata Gollán, contestó el pedido del gobierno fijando el lugar para la erección el predio de la Avenida Costanera.
Sin embargo la concreción se demoraba, con un “antiestético cerco que guarda el basamento de la futura estatua” a tal extremo que el 13 de octubre de 1936 este diario publicó un duro editorial con no pocas referencias históricas señalando que “ya no se trata del respeto que merece López a Santa Fe; se trata del respeto que la belleza de la ciudad debe merecer a sus autoridades. Si la historia exige que se levante un monumento al caudillo de la provincia, los vecinos reclaman que su ciudad sea cuidada con esmero y embellecida con cuidado”.
El 28 de mayo de 1938, seguía pasando el tiempo, Busaniche le agradeció a Chiappori “la buena voluntad personal demostrada a esta Comisión en la colaboración que le prestara integrando el jurado que adquirió la obra”.
Pero debían resolver un tema económico delicado: “según el contrato celebrado con el escultor Juan Carlos Oliva Navarro, domiciliado en calle Cavia 3170, debe hacérsele una entrega de dinero, constatado que sea que el escultor tiene fundido ya en bronce la figura ecuestre principal de la obra y la representativa de la Constitución que va en la parte posterior del monumento. Pido a Ud. quiera informarme si esas figuras están ya fundidas y están bien”.
Recién en noviembre de 1942 se inauguró el monumento, con gran fervor popular como lo demuestran las crónicas de la época, en ceremonia presidida por el ministro de Guerra, general Pedro Pablo Ramírez, a quien acompañaban entre otros el tataranieto del homenajeado general Estanislao López, que facilitó pertenencias familiares para una exposición y otras altas autoridades en una ceremonia en la que el clima se asoció al brillo del acto.
Por la mañana se había oficiado una misa en la iglesia de San Francisco y como una demostración del vínculo familiar hacían guardia de honor en la tumba los cadetes Estanislao López Leconte y Raúl López Domínguez.
Se cumplía de ese modo un viejo anhelo, en 1857, a 19 años de su fallecimiento la Cámara de Representantes local, por moción de los diputados Mariano Comas y Manuel R. Coll aprobó la ley que ordenaba se levantara en la plaza principal (Plaza 25 de Mayo) un monumento al Brigadier.
Dispuso que la figura se erigiera en una columna de mármol sobre una base de cuatro cubos, donde en cada uno debía grabarse una leyenda que dijera: “El pueblo santafesino al promotor de su independencia local”, el texto del artículo 49 del Pacto Federal del 4 de enero de 1831, y la fecha de su nacimiento y muerte”.
Volviendo a Chiappori un colaborador silencioso en la obra del monumento al Brigadier, Carlos Ibarguren dijo al despedirlo: “Era un espíritu inquieto abierto a todas las emociones delicadas y nobles, bondadoso y tolerante. Cultivó diversas zonas de la labor intelectual; se inició durante su juventud en estudios científicos de medicina, pero después se alejó de estos, para seguir, obedeciendo al empuje de su temperamento, su verdadera vocación: la literatura y el arte. En estos campos ha descollado, con sus obras que enriquecieron la cultura argentina. Su sensibilidad refinada dio a su pluma de literato y de critico una agudeza sutil para mirar y analizar con hondura la vida, los hombres, las cosas y las creaciones estéticas, para mostrarnos en sus libros las bellas imágenes que le sugerían sus visiones de artista”.
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