26 de julio de 2023. Maximiliano Pullaro, el candidato a gobernador por Unidos para Cambiar Santa Fe con chances reales de serlo (legitimadas en las Paso), pensativo durante un foro de intendentes radicales. Foto: Pablo Aguirre / Archivo El Litoral
La más práctica definición del "contrafactismo" es una frase irrespetuosa pero clara: "Y… si mi abuela no se hubiera muerto…". La muleta del lenguaje popular, con verdadero "movimiento", con desarrollo diferente según quien la diga, dónde la diga y quién la escuche apunta, en todos los casos, a una certeza: la abuela está muerta. Nada de cuanto se imagine o proyecte sucederá. Deja el potencial al desnudo. En el presente no está y más firme todavía: no estará.
Mi abuela, Josefa Manuela Tuells de Alzugaray, era hija de un catalán llegado aproximadamente sobre el año 1860. Fue el boticario del pueblo. Tenían, en el brazo del Paraná, sobre el río que moja a la ciudad de Coronda, un molino que -además de moler, claro- daba, a comienzos del siglo XX, una mínima corriente cargando una dínamo. Y, así, brindaba las primeras luces de aquel siglo en una ciudad que era poco más que un villorrio.
La abuela fumaba, armaba sus cigarros. Josefa tenía unos ojos celestes demasiado claros y leía. Conservaba un solo anillo de plata en esos dedos finos. Veo su humo tan azul, tan puro, del tabaco de hoja paraguaya doblada y doblada hasta armar el cigarro. Yo miraba ese humo, la abuela escupía en la salivadera y me decía: "No se entretenga, mire más allá del humo m' hijo, la vida es cosa seria".
A veces el humo no deja ver que "la vida es cosa seria" me digo, con aquella simpleza de la abuela que venía del siglo XIX y una forma amigable de los cambios y progresos, todos los acontecimientos, las novedades de a una y con una previsible velocidad. Ahora, ya se sabe, sucede todo al mismo tiempo, por diversos medios y con diferentes métodos para una misma cuestión: la vida, permítanme la insistencia, la vida… que es una cosa seria.
Vamos a la vida diaria. En la provincia de Santa Fe hubo elecciones primarias, las Paso del 16 de julio pasado, con números que eliminan toda tendenciosa encuesta anterior. Fin de las malas intenciones pagas. Hay un candidato a gobernador: Maximiliano Pullaro. Le ganó a Carolina Losada, quien en dos años cambió su vida de panelista de televisión a precandidata, luego candidata a senadora nacional, después senadora nacional electa y, sobre ese triunfo, precandidata a gobernadora. Ya había ganado un Quini 6 que le cambió la vida. Apostó por el segundo sorteo con la seguridad que no le quitarían el cargo. Insultó, denunció sin pruebas... perdió. Maximiliano Pullaro es el candidato a gobernador.
Hay otro candidato a gobernador: Marcelo Lewandowski. Era comentarista deportivo, ganó una senaduría provincial (Departamento Rosario, no olvidar) a la que renunció; fue precandidato, candidato y finalmente senador nacional electo. También tiene un Quini 6 que nadie le quita. Lewandowski es otra prueba de la incidencia de los MdeC en las decisiones de los votantes. Los quieren y listo. Le ganó la candidatura a gobernador a personajes con entusiasmo, pero poco más: Marcos Cleri (ya sin el favor de "Maxi K") y Quico Busatto (alguien con el fervor de quien es militante y tiene fe); también cabe mencionar a Eduardo Tonioli, tal vez la única esperanza de peronismo con sobrevida después del terremoto.
¿Qué otra cosa que terremoto es que Pullaro tenga –redondeo de por medio– un millón de votos en las Paso de julio y Lewandowski, con la sumatoria de las "pequeñas tribus", nada más que 500.000? ("No se entretenga, mire más allá del humo m' hijo, la vida es cosa seria"). Recordemos: propios poco más de 270.000.
En la ciudad de Rosario hay una persistencia "que elimina toda tendenciosa encuesta anterior". Lewandowski es el peronista más votado en la ciudad. Para senador provincial, para senador nacional. Hay un sensacional muestreo. Ganó Omar Perotti la elección a gobernador en Rosario en 2019; ganó Lewandoski a senador en Rosario en la misma elección; ganó Lewandowski a senador nacional en Rosario (le ganó a Carolina) y perdió en 2019 Sukerman, el candidato a intendente con una exigua cantidad de votos propios y… atención a esto: perdió por pocos votos ante Pablo Lautaro Javkin, que no tuvo, ni de cerca, los votos que solía acumular el socialismo.
Hoy Javkin está cerrando el peor ciclo de la intendencia de Rosario desde 1983 a esta parte. No llegó al 20% de "te quiero y quiero que sigas" en decisiones populares (votos). Pese a tan magra performance en las internas todo indica que repetirá la intendencia, confirmando lo que he dicho tantas veces: un malo conocido y claramente de derecha según su alianza con Patricia Bullrich es mejor que un joven sin experiencia ejecutiva y mucho futuro.
La pregunta (¿puedo adjetivar?) la tremenda inquisición que, mirando los números, debe hacerse la "Comisión Directiva" del peronismo es esta: ¿Por qué no fue Lewandowski de candidato a intendente para 2023? Vienen en "manada" las preguntas más sencillas y más dolorosas. Hay líder… hay jefe, hay comité de lucha… hay pensadores… hay capacidad de análisis… hay un resto de esa tendencia a la sobrevida y la lucha por el poder que caracterizó al peronismo desde su origen como "Partido del Estado"… y la más tremenda: ¿Alguien pensó en algo más que salvarse solo? Resuena en mí la canción de Patxi Andión donde, memorando a su padre, canta: "Porque no hay salvación, decías, si no es con todos (…)". Los jefes peronistas eligieron lo contrario.
¿Qué pasaría en Rosario si Javkin, en lugar de enfrentar en un combate de dos, solo dos y nada más que dos, en lugar de enfrentar a un no peronista al que los peronistas deberían votar porque el candidato peronista perdió, debiera enfrentar a un peronista…¿Se entiende? Roberto Sukerman perdió con Javkin en 2019. Por poco, pero perdió. Pactó para 2023 una interna rarísima con Juan Monteverde (Ciudad Futura, una idea vecinal entre beligerante, contestataria y muchachista) una elección de dos boletas a un mismo fin que Juan le ganó a Roberto representando a un peronismo que, esta vez, ni una interna en Rosario pudo ganar.
Se repite: representando al peronismo va un aliado que no es, no es, no es peronista ¿Qué pasaría si su opositor para la intendencia hubiese sido Lewandowski ? ("no se entretenga, mire más allá del humo m'hijo, la vida es cosa seria")
Sobre el 11 de septiembre los números dirán si estas presunciones se concretan. Perotti o Lewandowski tendrán los votos para decir "soy es el más votado del peronismo santafesino". Uno para gobernador (entiendo que perdidoso, pero con todos los votos detrás); el otro como diputado provincial y con la misma articulación: los votos por detrás.
Ninguno tiene una "línea interna del peronismo santafesino" y acaso esa sea la novedad: líderes mediáticos o prácticos con escaso o nulo ejercicio de la simpatía en la Unidad Básica. Los números posibles son sencillos. Si uno de ellos concentra 550.000 votos será el que pueda decir soy el más votado. Si Lewandoski consigue 650.000 puede decir estoy muy cerca.
Está claro que Perotti tenía una jugada obligada: la Cámara de Diputados y la "sobrevida" por ese caminito. Lewandowski eligió no competir por Rosario, buscar una situación provincial donde compite contra Perotti (uno solo podrá decir "tengo muchos votos") y apostar a ser el que represente del peronismo santafesino en el período 2023-2027, aunque en un desarrollo nacional absolutamente incierto.
Si las encuestas de las Paso no mienten algo estaría resuelto: el gobernador sería Pullaro, que es del más profundo sur; está enraizado con Felipe Michlig, con Lisandro Enrico y los senadores provinciales que se reúnen tras ellos. A todo ello se suma la mayoría del radicalismo provincial, la extensión nacional con Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti y una línea genealógica que llega hasta Enrique Nosiglia.
Debe cargar en las espaldas los feroces moscardones del socialismo y saber, ya mismo, que Javkin quiere ser gobernador, que él no puede repetir y que la sucesión debe ser radical. Javkin no es radical. Pullaro sí,… pero carga los votos de PRO-Cambiemos. Pullaro carga en este año a la Bullrich en sus espaldas. Pullaro asegura para los analistas, aún para los que solo describen lo conocido, que quien sea presidente no es de su sector original. Bullrich es Mauricio Macri y es Javkin; no es Pullaro. Javier Milei es el misterio de un hombre solo, surfeando en estas costas la derecha mundial. Massa la promesa de marcar el fin de los K y la continuidad de lo que hay.
¿Y si Carolina hubiese sacado el segundo billete premiado? ¿Y si Lewandowski tuviese más espaldas? ¿Y si Javkin fuese titular de una intendencia exitosa y no simplemente el conocido ante quien aparenta resignarse Rosario para otorgarle un segundo mandato? ¿Y si Milei hubiese tenido candidatos provinciales para enfrentar Ejecutivo municipal y Ejecutivo provincial?
La abuela resolvía el contrafactismo con la claridad de los antiguos. La abuela, Josefa Manuela Tuells, casada con don Emilio Alzugaray, vasco francés, ante el brasero donde ponía la olla de fierro cuando el abuelo salía a pescar en el Corondá decía: "La olla está en el fuego, pueden ser muchos o pocos los peces, pero algo habrá que cocinar". Sería la única frase útil para el peronismo en retirada. La tuve poco y ya con muchos años a la abuela, pero la sigo oyendo. Ah, si mi abuela no se hubiese muerto…
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