Leyendo la información del diario El Litoral de Santa Fe, que reproduzco, un viento de clara nostalgia envuelve el estío. Yo estaba ahí… yo fui testigo. Este verano algo pasó: trajeron fantasmas de un eterno amor. Salí a encontrar viejas memorias. Cada tanto es bueno, lo aconsejo. La universidad era la UNL, que abarcaba tres provincias y una sola idea: construir identidad y ampliar información para sumar a un país que se venía redondo.
La data del diario dice: "El folklore santafesino en la gran cita nacional". "Santa Fe celebró a Guarany y Birri en Cosquín con un show inolvidable. Con una puesta artística de alto impacto, la delegación provincial rindió homenaje a dos íconos de su acervo cultural: el cantautor Horacio Guarany y el cineasta Fernando Birri".
Cosquín, ya lo dije, es una mezcla del valor comercial, el testimonial y las raíces que allí se quedan. El comercio intenta ganar. En la memoria pierde. Conviene recordar: se organizó para quitar la mala memoria del hospital de enfermos de los pulmones. Lo consiguieron una y mil veces.
Es en ese sitio de un enero y en esa plaza que una vez "Los Trova" con "Puente Pexoa", trajeron la emoción a Rosario. Tránsito Cocomarola y Armando Nelli los autores. El arreglo coral de ese rasguido doble (aborigen/jesuítico mixtura con afro, obvio) devolvía eso, raíces más cercanas a la tierra que las raíces -estaban, claro- que traían las fonolas de los centros poblados.
Es ese Cosquín el que revienta una noche con una jovencita que revolea un poncho como si fuese un arma, una guitarra y un zapateo. César Isella ayuda a que suba Soledad Pastorutti que, desde Arequito, ofertaba canciones que traían a un personaje verdaderamente distinto: Horacio Guarany. "El Tifón de Arequito" cantaba a Horacio Guarany.
Inscripta como coreografía y anotada como creación, usar el pocho se tornó un peaje pago. Raros caminos tiene la envidia, el negocio y la avaricia. Soledad no revolea más el poncho. La memoria de Guarany apareció este enero coscoíno, llevado por el gobierno santafesino. Me regocijo.
Doy vueltas y reaparece aquel mítico año 60. A veces un poquito más hacia aquí, en otros casos plantado en el almanaque en ese año y en almanaques anteriores, siempre cercanos, siempre. Y directamente cercano en afectos. La mención a la UNL lleva a indicar: los militares la desmembraron sobre 1966. Algunos profesores ayudaron a los milicos. Deuda saldada, memoria en pie.
En aquella efervescencia de los años cercanos a 1960, a la píldora conceptiva, que fue la primera liberación femenina en serio (sexo sin problemas fue el fin de un gran problema) sobre calle San Lorenzo entre Vera y Catamarca, en una casa prestada por la familia Ghirardi se preparaba el casting (no creo que lo llamasen así) para la filmación de "Los Inundados". Me presenté.
Citar a Fernando Birri es ubicar "Tire dié" y después "40 Cuartos", otro documental, en este caso sobre un superconventillo. Por las dudas, "tire dié" refiere a los chicos que corriendo al lado del tren, que por el puente sobre el agua cercana iba despacio pedían eso: que le tiraran 10 centavos. Una ayudita.
No hay registro de alguien que, con ese realismo, apareciese por estos pagos. Solo Birri. Solo la universidad y un departamento de eso: de cine. Solo en esos años. Estaba EDUL, que grababa y editaba vinilos. Allí las primeras canciones sobre la urbanidad y la constatación de la queja ("Río que despierta", de José Luis Bollea y Luis María Castellanos).
En la guitarra un "santafesino de veras", Alfredo Llusá, hijo de un mítico violinista de la Orquesta Característica de Raymundo Grasso, que viajaba tocando en los cruceros del Caribe e introdujo, entre los primeros, algunos "salsones" caribeños. Llusá mi amigo, José Luis Bollea mi hermano, con él compusimos los primeros temas de "Canto 4" y avanzamos, el avanzó en comprometerse con la urbanidad. De allí vengo.
En Santa Fe era sencillo encontrarse con Teófilo Madrejón, José Pedroni, Julio Migno. Se los podía escuchar leyendo poesía y combatiendo con la palabra hasta en aquel mítico "Club del Orden", donde leían sus poemas. Otra ciudad: sí. Otro país: más que sí. La poesía habitaba la calle y los salones. Esos eran nuestros poetas padrazos.
Estábamos cercanos a "la Fede" (Federación Juvenil Comunista). Fernando Birri era cercano y Horacio Guarany también. Por mi parte el gremialismo (padre y madre enrolados en esas cosas) daban otra constancia, tal vez la mejor: la realidad es… "realidades", muchas, todas valiosas, ninguna total, todas absolutas. Eran años de un peronismo proscripto, ni nombrarlo, que era infracción, delito, pecado. Contar eso parece una broma: por dieciocho años no se pudo votar peronismo por decisión del Estado Nacional.
Años, también, de "libre o laica", la ley que permitió libertad a los "colegios incorporados". Rescato dos nombres que conocí allá, en aquellos años: Luis "Changui" Cáceres y Felipe Rodríguez Araya, este último asesinado con crueldad. Cáceres aún está y la memoria de Felipe también. Qué gobernador Carlos Sylvestre Begnis. Su vicegobernador renunció, José R. González.
En República del Oeste, club en cuya biblioteca leí varios de los primeros libros, le hacíamos la despedida a "el flaco Pérez" que se iba en bicicleta a Estados Unidos. El bono contribución incluía a Horacio cantando sus temas. La comida tenía, sobre el escenario, la bandera de Estados Unidos. Guarany vino, saludó al ciclista y no cantó. Cuestión de principios. Ejem, entendíamos de principios. Junto a aquellos nombres la primera historia de La Forestal, investigación santafesina. Y el cruce cada vez que se podía (lancha y balsa cadena) para visitar al más importante poeta que reconocíamos, el entrerriano Juan Laurentino Ortiz.
Juan Laurentino Ortiz nació el 11 de junio de 1896 en el poblado de Puerto Ruiz, provincia de Entre Ríos, Argentina. Murió en 1978. Le decían socialista. Tal vez lo fue. Era libre, eso es seguro. "Juanele" fumaba en esa boquilla de bambú, tomaba mates tibios, hablaba despacio, vivía como se escribió: "En el aura del sauce". No recomiendo su lectura si está apurado. Recomiendo su lectura si quiere profundidad en una voz.
Para Borges el poeta entrerriano era Carlos Mastronardi. Para otros, ni existe "Juanele". Recomiendo la lectura de un poema: "A Teresita Fabani". Conmueve. Años locos los que se juntan. La memoria tiene otros tiros, diversos códigos. Un teatro oficial, del off rosarino, ubica a Mateo Booz. A Horacio Correa. A "Santa Fe mi país". Un libro entrañable. Saludos a Dolorcito Gaitán, que sigue igual, como se sabe. Es el hombre de Fernando Birri. ¿Quién sabrá, en Rosario, el porqué de Mateo Booz?
Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo, más conocido como Horacio Guarany, fue un cantor, compositor y escritor argentino, ganador del Premio Konex de Platino en 1985 como el cantante masculino de folclore más importante de la historia en Argentina y el Diploma al Mérito Konex en 1995. Nacimiento: 15 de mayo de 1925, Argentina. Fallecimiento: 13 de enero de 2017, en Luján (Wikipedia).
Esa ciudad de Paraná. Aquel Alto Verde y Horacio Guarany es esto: "Alto Verde querido/ Pueblito humilde del litoral/ Tus ranchitos dormidos/ Yo sé que un día despertarán/ tus ranchitos dormidos/ Yo sé que un día despertarán" . En un poema se dice: "La nostalgia es volar hasta La Pampa en un segundo".
La provincia llevó un ayer cargado de nutrientes a Cosquín. Enterado repasé ese sitio infranqueable, el del AQMO: "Antes Que Me Olvide". Allí está todo. Desde el ayer viene el título, que no puede olvidarse: "La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos". Lo escribió Pablo, en 1924. Hace cien años. Estábamos viniendo y Pablo ya estaba. No escribo el apellido. Como no escribo otra cosa que Juanele y Horacio. Y la memoria sabe dónde encontrar el día, la hora y el paisaje. El desafío que nos toca es este: ¿Nosotros, los de entonces… somos los mismos?
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