Hace días se generó un capítulo más de la "Grieta Nacional" peronistas contra el resto del pueblo argentino. Ya pasamos por esta historia, cuando si no tenías el carné de afiliado peronista no conseguías trabajo, ni créditos para casas; eras peronista, o no tenías derechos. O cuando la oposición eran los radicales y por esa razón ibas a la cárcel. Por ello, en 1972, Perón a su regreso al primero que abrazó fue a Balbín, al que había puesto en la cárcel en varias oportunidades, por ser un fogoso político opositor suyo. En dicha oportunidad Perón no fue oído por sus partidarios y después tuvo que echar a los que hoy gobiernan de la plaza de Mayo. Luego falleció, sin concretar su arrepentimiento por lo que había creado desde los años cincuenta a los setenta.
Lamentablemente esto es historia y algo lógicamente irreversible. Pero hoy llaman a la concordia política cuando son los ejecutores y creadores de la grieta, con el apoyo de la CGT, los movimientos sociales, los políticos de la Línea y la Iglesia con sus silencios y demostraciones públicas.
Para que no tengamos dudas con cada acción, hoy nos sorprenden cada vez un poco más. En 1955 los peronistas quemaban iglesias; ahora le ponen su impronta musical a la basílica de Luján, y para una mejor parodia el sacerdote que ofició la misa tuvo gestos de bailarín conocedor de la música de los bombos y tamboriles peronistas. Lógicamente, la cantidad de gente que asistió, todos al ritmo y con aplausos.
Si hacemos un poco de análisis, podemos decir que los instrumentos musicales de hecho pertenecen a barras bravas de Boca o River, Racing o Independiente en Santa Fe, Colón o Unión y tantos equipos como de Rosario, Córdoba. Se asienta cada vez más la grieta: primero fue futbolera y ahora es política. Como dice el dicho, la chancha tuvo cría ahora: se suman la Iglesia y los sacerdotes.
Luego vemos al presidente de la nación o al jefe de Gabinete en el informe a Diputados, donde hace notar lo importante de la unión entre los ciudadanos, mientras ellos piden la suspensión del juicio a su líder. Por eso me pregunto: se podrá, además, analizar las problemáticas de la pobreza, de los analfabetos, de la desnutrición, de la imparable inflación, la desocupación, el trabajo en negro y la economía precarizada, los crecientes impuestos y los aumentos de los subsidios para la degradación de aquellos ciudadanos que lo reciben. ¿Se Podrá?
¿Qué es más importante, suspender el juicio o analizar todos los problemas que nos acucian día a día, producidos claramente por veinte años de gobierno peronista? La Iglesia, que en 1955 tuvo su influencia para el derrocamiento de Perón, hace años que hace silencios profundos, parecería que la pobreza es una acción que comparten con el hoy oficialismo, por lo que deberíamos analizar quién le saca más provecho.
En estas condiciones… ¿Cómo es posible hablar de Unidad Nacional y de convivencia en paz? Los que gobiernan deberían beber buenos tragos de sinceridad, ética, honestidad y un gran respeto a la patria. Hoy son gestos imposibles.