Nombrar a Israel puede ser sinónimo, para muchos, de un país por y para judíos. Al hablar de judíos, otros tantos imaginarán aquellas figuras de hombres con sombreros y atuendos negros que se complementan con desprolijas barbas y peyet (“trenzas” a los costados de la cabeza). Por consecuencia, también imaginarán -a luz de la actualidad- una población anticuada y alejada de cualquier otro tipo de sociedad, principalmente de aquellas con credos muy distintos o de las de su alrededor.
Mirá tambiénTodas las aeronaves y los vehículos militares que Israel despliega contra el terrorismoLa llegada del autor a Israel para cubrir su guerra contra el terrorismo, le permitió ver que los preconceptos del primer párrafo -muchos de los cuales recorrían su propia mente- no solamente son equívocos, sino que además tienden a ser opuestos a la realidad que se vive dentro de aquel territorio y a la forma de vida de los israelíes *.
En una cena con judíos, en Tel Aviv, apareció un funcionario de primer nivel en la pantalla de la TV que estaba de fondo. “¿Por qué ejerce semejante cargo siendo extranjero?”, preguntó el autor a los comensales. “No lo consideramos extranjero, casi todos seríamos extranjeros. Es un judío más que volvió a su tierra”. Automáticamente lo de “tierra prometida”; la “tierra de los judíos” y otros conceptos tomaron una forma mucho más definida. También la explicación de por qué tantos “judíos extranjeros” “regresan” o “viajan” a Israel para defenderla de los ataques de Hamas, Hezbollah y sus aliados.
Nacionalismo y servicio
El nacionalismo que expresan los israelíes no solamente muestra una flexibilidad para con sus compañeros de credo o de nacionalidad, sino también expresa esa necesidad de dejar todo atrás (diferencias internas, incluso) para ponerse a disposición de las autoridades e ir al frente de guerra o contribuir como sea detrás de la primera línea, para asegurar el sostenimiento del desarrollo del país, como tal y las garantías de aquellos que decidan vivir allí.
Mirá tambiénEl Litoral en la OTAN: Malvinas, los recursos argentinos, las amenazas mundiales y la necesidad del desarrollo militarSin embargo, ese sentido de pertenencia no los hace aislarse del resto del mundo. El autor, sin ningún tipo de vínculo previo con el judaísmo como religión ni con Israel como Estado, fue recibido como cualquiera de los otros extranjeros o israelíes de otros credos que viven en el país recorrido: de la mejor forma. Un dato no menor es que más de 20% de la población israelí no es judía y la gran mayoría no es judía ortodoxa. De hecho, la población ortodoxa no superaría el 15% en el censo demográfico.
Es común caminar cualquier ciudad de Israel y encontrar judíos de todas las nacionalidades que “volvieron” a su tierra. Del mismo modo ciudadanos de cualquier tipo de credo (incluso agnósticos o ateos) que llegan desde todo el mundo para vivir en ese país porque se vieron maravillados por el desarrollo tecnológico y económico que allí encuentran, lo que deja en segundo plano el riesgo del terrorismo al acecho. En ese punto hay que ser claros: también hay, y en cantidades muy significantes, árabes musulmanes, cristianos y judíos. Ellos viven íntegramente con el resto de la sociedad y sin ningún inconveniente.
Mirá tambiénCuáles son los acuerdos militares entre Israel y ArgentinaEra común, aunque chocante a la vista de un foráneo, cenar en un comedor con hombres con su kipá (judíos) y mujeres con el velo puesto (árabes) bajo el mismo techo. ¡Incluso estos últimos tienen sus propios comercios, tiendas y grandes negocios! Claro que hasta el cansancio este mismo medio insiste que no debe asimilarse a las partes en guerra con los credos de cada ciudadano, pero ante los hechos y según las versiones de aquellos detractores del Estado de Israel (argumentando una supuesta persecución a cristianos y árabes), escenas como esas parecían imposibles hasta justo antes de llegar a Israel.
Diversidad y libertad
Banderas de la diversidad sexual por todas partes. ¡Hasta en manos de soldados y en el parlamento! Algo que escandalizaría a varios catalogados de “open mind” en la inclusiva América Latina, es moneda corriente en Israel. Un país cuyos ciudadanos se definen, en su mayoría, como liberales. En todo sentido. Principalmente en las libertades individuales. Por ello es también uno de los territorios de referencia para los colectivos de derechos por la diversidad de género y sexual, ya que la aceptación allí es prácticamente total.
Mirá tambiénZelenskyy a Milei: "Espero que trabajemos juntos para intensificar la cooperación"Israel, en definitiva, aunque costosa para quienes cobramos salarios en el otro hemisferio, es una tierra que -en realidad- ofrece desarrollo tecnológico de punta; historia de la humanidad (más allá de la religiosa); inclusión y una forzada actitud de lucha por defender lo que tanto les costó conseguir, pero sin problemas para compartirlo con aquellos de buena voluntad que lleguen de visita… o para quedarse.
* Agradecimiento especial a José Cohen; Nicole Link; Jorge Slutzky; Imanuel Rozenberg y Mario Kuperman por su asistencia incondicional en el trabajo realizado durante la cobertura especial en Israel.
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