MARÍA
"Realmente, da miedo la oscuridad que existe en calle San Martín, entre General López y Moreno, así como en la plazoleta: está todo oscuro. Esa plazoleta está entre Moreno y San Martín y está en total oscuridad desde hace mucho tiempo. Han desaparecido o se han robado casi todas las farolas que estaban ubicadas sobre calle San Martín y las pocas que quedaron están apagadas. Realmente es una boca de lobos. Es parte del casco histórico de la ciudad. Es terrible. Estamos a poquitas cuadras de la Casa de Gobierno, de la iglesia de los Jesuitas, de la Catedral, de la plaza 25 de Mayo. Es increíble".
SUSANA
"Dictaron la normativa de prohibir los escapes libres de motos y autos y como nadie controla nada, como de costumbre, nadie cumple las ordenanzas. Solo quedan en simples palabras escritas en papel. No hay ningún control sobre Bv. Gálvez. Como de costumbre: no cambió nada. Gracias por el espacio".
LIDIA DE AV. CAPUTTO
"En cuanto al Estacionamiento Social Asistido, no se trata del diurno, sino del que quieren implementar en horas de la madrugada. Los ejemplos que dan nada tienen que ver con esto. Además, ni Mendoza ni Paraná tienen el índice de inseguridad de Santa Fe y Rosario. Aquí, en una semana, en esta cuadra, tuvimos 5 asaltos y con resultados desastrosos. En la cochera vandalizaron 6 autos. Después asaltaron, a una cuadra de aquí, e hirieron a uno de los dueños. Guadalupe se ha vuelto incontrolable. La policía dice estar desbordada los fines de semana, por la inseguridad y el control de alcoholemia. En Capital Federal tampoco existe el pago de estacionamiento nocturno, ni de fines de semana, desde el sábado de 13 hasta las 8 horas. Como dijeron las autoridades rosarinas: es una actividad ligada al delito, a la droga y a la violencia. ¿Quién va a poder dormir tranquilo por las noches, sabiendo que tiene hasta las 4 de la mañana a un individuo de éstos delante de su casa? Por favor: ¡reflexionen! Muchas gracias, como siempre, por el espacio y también por el apoyo que nos brindan".
EDUARDO
"Mi interrogante se orienta a la manera en que los argentinos estamos soportando la situación económica, política, etc., actual. Me pregunto: ¿por qué llegamos a este nivel de retroceso? Y necesariamente debo pensar que esto está perfectamente planeado. Sí, planeado por alguien o varios individuos, etc., que solo les interesan nuestros recursos naturales: el petróleo, el litio, la riqueza ictícola, los minerales, nuestras tierras. Argentina es un país muy rico en materia prima, todo el mundo lo sabe. Y lo que no entendemos nosotros, los mismos argentinos, es que pueden desequilibrarnos tan solo con convencer a algunos de nuestros propios compatriotas. Son depredadores, invasores, ladrones de la Argentina. Esto realmente da que pensar en muchas cosas, por los intereses que están en juego. Argentina no puede estar en esta situación que estamos sufriendo. ¿Cuándo dejaremos de caer?, ¿aún no llegamos al abismo?".
RICARDO LUIS MASCHERONI,
Docente
Desde el paso del Gral. Manuel Belgrano, en tránsito a la campaña al Paraguay, y cuando cobijamos a los constituyentes de 1853, por las atenciones recibidas en ella, se denominó a la capital de la provincia "La Ciudad Cordial", distintivo característico y motivo de orgullo.
Lamentablemente este blasón pierde paulatinamente su galanura, en mérito a errores cometidos, falta de previsión y por la ausencia de una gestión ambiental racional.
La década neoliberal del 90 y su inercia nefasta mutaron las reglas del planeamiento urbano, desertando el Estado municipal de una función que debería ser indelegable, sentando las bases de previsibles desastres futuros, que ojalá no ocurran, y den por tierra con mis apreciaciones pesimistas, en beneficio de todos.
Ya el informe "Geo Argentina 2004" decía: "La gestión urbanística de nuestras ciudades sufrió dificultades derivadas de la casi inexistente planificación de mediano y largo plazo y del recorte de las funciones estatales". Las normas urbanas terminaron por aplicarse solo a la clase media, ya que "El mercado solía eludir o manipular el control normativo en la producción de hábitat para los sectores socioeconómicos altos, en tanto los sectores bajos no podían cumplimentarlo por su incapacidad económica"; resultando "baja calidad ambiental de grandes sectores urbanos" y "la inexistencia o mínima provisión de servicios". Cualquier similitud con lo que ocurre en Santa Fe es pura coincidencia.
No se puede desconocer o dudar que en la ciudad se estén produciendo hechos preocupantes y cada vez más reiterativos, cuyas causas deberán determinar con precisión los especialistas competentes. Pero, mientras aguardamos esos dictámenes, expreso algunas sospechas sobre el origen de aquellos que impactan negativamente.
Salvando diferencias, como en Venecia, podemos afirmar que la ciudad fue construida sobre terrenos bajos, inundables y en gran parte ganados al río mediante rellenos, en la confluencia del Salado con los humedales del Paraná.
En suelos inestables, con napas y acuíferos casi superficiales, se desarrolló en más de 400 años una ciudad de casas mayoritariamente chatas, que se mantuvo, salvo excepciones, inalterable hasta hace poco más de una década, en que la especulación inmobiliaria consolida la hegemonía de la rentabilidad y desde allí, los edificios en altura surgen como hongos después de la lluvia, sin ninguna evaluación de impacto ambiental (EIA) previa e integral, que mensurara las consecuencias indeseables que ello podría acarrear a la ciudad.
La falta de previsión y prevención, el aumento de la densidad poblacional en el microcentro, el deterioro de servicios sanitarios, con pronóstico de agravamiento y el nulo manejo de las cuencas subterráneas llevaron a la aparición, en forma reiterada, de cantidad de socavones de magnitud y dimensiones crecientes, que trastocan el paisaje vial urbano, agravando el ya desmadrado tránsito local.
Esos servicios, con redes de décadas de antigüedad, más allá de los mantenimientos y reparaciones, presentan falencias. Por lo que la demanda creciente y la mayor presión de bombeo traen, como lógica consecuencia, roturas de caños, con pérdidas de líquidos y el hundimiento de suelos.
El Arq. Osvaldo Guerrica Echevarría dice: "Las fundaciones de los edificios en altura implican excavaciones de varios metros de profundidad que sobrepasan largamente las dos primeras napas de agua. Es a través de estas napas que los terrenos aún absorbentes acumulan el agua y la envían al estuario. La red de bases de hormigón construidas constituyen subterráneamente un verdadero dique a la evacuación de las aguas, retrasando y muchas veces impidiendo el escurrimiento".
Posiblemente estos diques subterráneos desvíen los acuíferos hacia nuevos cauces que corran contiguo a ductos y cañerías, produciendo su descalce y los consecuentes socavones, los que pagaremos todos, mientras solo unos pocos se han beneficiado con el dejar hacer, dejar pasar, en materia urbanística.
Pese a la vigencia de la Ley Nacional N° 25675, que dispone: cumplir una gestión sustentable y adecuada de preservación, conservación y recuperación del ambiente. Previniendo efectos nocivos o peligrosos de actividades antrópicas. Estableciendo mecanismos adecuados para la minimización de riesgos y emergencias ambientales y la recomposición de daños. Y que toda obra o actividad susceptible de degradar el ambiente estará sujeta a un procedimiento de evaluación de impacto ambiental previo, que deberán ser autorizados o rechazados por las autoridades. Las calamidades ocurren.
Es evidente que nada de lo prescripto se ha cumplido, menos la obligación de informar ambientalmente a la comunidad mediante audiencias públicas como instancias "obligatorias" para la autorización de actividades que puedan generar efectos negativos y significativos sobre el ambiente.
Estas quejas no obedecen a una actitud oportunista frente a algunas notas periodísticas sobre el tema, sino que son reiteración de presentaciones hechas ante distintos organismos, desde hace casi una década.
Por último y esperando que se tomen las previsiones necesarias que eviten tener que llorar sobre la leche derramada, en este caso el agua, lo dejo para que lo piense y me despido con temores en torno a la "ciudad resiliente" que nos han legado.
(*): Se confirman mis temores. El original de esta nota, tiene mucho más de 10 años de antigüedad.
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