Francisco, el papa que se animó a construir un puente entre la Iglesia y la diversidad sexual
El Papa llegó “del fin del mundo” para poner a la Iglesia “en salida”. Así, durante doce años, a través de gestos, acciones y palabras, abrió las puertas a grupos históricamente excluidos y marginados. El acercamiento pastoral de Francisco con las disidencias sexuales constituye un legado que difícilmente vuelva hacia atrás.
Francisco nos deja un legado muy difícil de olvidar, un llamado a tender puentes y no levantar muros.
“Si una persona es gay y busca al Señor, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, expresó Francisco en el avión que regresaba de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro hacia Roma en 2013 ante la pregunta de un periodista. Esa frase-enmarcada en una respuesta que aun criticando a los “lobby”, ponía el foco en la integración a la sociedad de las personas homosexuales-fue quizá el primer pilar del puente que Jorge Mario Bergoglio construiría entre la Iglesia Católica y la comunidad LGBTIQ+ durante su pontificado.
Cuando debió contar el porqué de la elección del nombre Francisco, recordó a su amigo cardenal Cláudio Humme, quien al oído le dijo “no te olvides de los pobres”, apenas unos minutos antes de que el humo blanco anunciara un nuevo papa. “Francisco de Asís, el hombre de la pobreza, de la paz, el hombre que ama y custodia lo creado ¡Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para las pobres!”, agregó a la explicación. Sin dudas, Francisco fue un hombre en cuyo corazón sacerdotal cabían todos, pero fueron los marginados de la Tierra quienes ocuparon un lugar especial.
También arriba de un avión, esta vez mientras volvía al Vaticano desde Irlanda en 2018, Francisco pidió a padres y madres de personas homosexuales que no los echaran de casa. “No condenar, dialogar, entender, dar espacio al hijo o a la hija. Dar espacio para que se exprese. Ignorar al hijo o la hija con tendencia homosexual es una falta de paternidad y maternidad. Vos sos mi hijo, vos sos mi hija, así como sos; yo soy tu padre y tu madre (…) Ese hijo y esa hija tienen derecho a una familia y la familia es esta, la que es: no echarlo de la familia”, señaló.
“Durante su pontificado, mucha gente volvió a encontrar en la Iglesia un refugio de paz."
Además, en más de una ocasión condenó públicamente la criminalización de la homosexualidad. “Lamentablemente hay treinta países, más o menos, que criminalizan hoy día la homosexualidad; y de esos treinta, casi diez tiene la pena de muerte. Y eso es muy grave”, dijo en diálogo con el periodista argentino Jorge Fontevecchia. En esa misma entrevista, manifestó: “Aquí a la audiencia general vienen personas que son de agrupaciones homosexuales, están entre la gente y se presentan como tal. Yo saludo a todo el mundo, todos son hijos de Dios. Y cada uno busca a Dios y lo encuentra por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios, los demás, pecadores todos, estamos todos en la fila”.
A lo largo de estos doce años, recibió en varias oportunidades a sacerdotes, monjas, religiosos, religiosas y agrupaciones que trabajan pastoralmente con miembros de la comunidad LGBTIQ+. No solo se juntó con ellos sino que alentó sus ministerios, recordándoles que lo podían hacer “en paz”. En 2023, aprobó la Declaración “Fiducia supplicans” del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, presidida desde ese mismo año por el argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández. En ella, “se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo”, aunque dejando bien en claro que este gesto no es ni debe convertirse “en un acto litúrgico o semi-litúrgico” ni se asemeja en modo alguno al sacramento del matrimonio.
De acuerdo al punto 31 de esta Declaración, la eventual bendición a parejas del mismo sexo “no sólo tiene un valor ascendente, sino que es también la invocación de una bendición descendente del mismo Dios sobre aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de su ayuda, no pretenden la legitimidad de su propio status, sino que ruegan que todo lo que hay de verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones, sea investido, santificado y elevado por la presencia del Espíritu Santo”.
Enrique Ciro Bianchi, sacerdote argentino y profesor de la Facultad de Teología de Buenos Aires, escribió al respecto de este documento en Vatican News, sitio oficial de noticias del Vaticano: “Quien tiene una mirada de misericordia sobre los cristianos que viven en pareja con personas del mismo sexo, no puede ser indiferente ante las situaciones dolorosas que muchas veces han vivido. Más aún cuando sus vidas pasaron por procesos físicos y culturales traumáticos como lo que denominan cambio de sexo. Si piden una bendición a la Iglesia es porque buscan que la ternura del amor de Dios restañe sus heridas. Un rechazo basado en principios abstractos fácilmente podría ser interpretado como que se cierra el acceso a las fuentes de la misericordia, esto es: como una maldición”.
Hay que ser claros, el papa Francisco no cambió la enseñanza de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad. En el número 2357 del Catecismo se sigue afirmando que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados y contrarios a la ley natural”. Pero sí puso sobre la mesa algo que ha sido la piedra en el zapato de muchos de sus detractores: el discernimiento y la conciencia de la persona. “Como jesuita, se tomaba en serio la conciencia de cada persona, un énfasis en la espiritualidad jesuita, lo que significaba que era menos propenso a condenar a quienes muchos líderes eclesiásticos anteriores consideraban simplemente pecadores”, expresó en un artículo el sacerdote jesuita estadounidense James Martin, conocido por su labor con personas LGBTIQ+.
En estas últimas horas, se viralizó en las redes el video de la hermana Geneviève-Josèphe Jeanningros, quien sorteó el protocolo y se detuvo a rezar y llorar frente al féretro del Papa en San Pedro. La mujer, religiosa de la Congregación de las Pequeñas Hermanas de Jesús, vive con una compañera de comunidad en una caravana cerca de Roma y trabaja pastoralmente sirviendo a diversos grupos que sufren la exclusión: pobres, nómadas y transexuales. Era habitual ver a la “hermanita” los miércoles en las audiencias del Papa, acompañada por las personas a las que asistía. Francisco también valoró y apoyó el trabajo con chicas trans de la entonces monja carmelita, Mónica Astorga. “Querida hermana Mónica: Ahora a seguir adelante… con la oración y el trabajo de frontera que el Señor te ha puesto delante. Deciles de mi parte que no las condeno, que las quiero y que desde mi corazón las acompaño en el camino de la vida rezando por ellas. Pero que, por favor, recen por mí”, le escribió en una carta. Un gesto, otro de tantos, que echa luz al preguntarnos por el legado del papa Francisco para la comunidad LGBTIQ+.
Si piden una bendición a la Iglesia es porque buscan que la ternura del amor de Dios restañe sus heridas....
Este sábado, en su entierro en la Basílica Santa María la Mayor, habrá unas cuarenta personas en las escalinatas con una rosa blanca en su mano ¿Quiénes serán? Migrantes, pobres, prisioneros y personas trangénero. Ellos serán los encargados de darle el último “adiós” a Francisco, quien -como Jesús- siempre los puso primero.
Un legado institucional que se encarna en vidas concretas
Así como a lo largo y ancho del mundo, en el país y en Santa Fe también se ha hecho carne el llamado pastoral del Papa. Un reflejo de esto es “Centu”, una comunidad que trabaja especialmente acompañando a personas que “sienten tensión entre su sexualidad y su fe”. Su misión, la de “tender puentes”, la abre al diálogo con diversas religiones, espiritualidades e instituciones, dentro de las cuales ocupa un importante lugar la Iglesia Católica.
Miembros de “Centu” en Santa Fe compartieron con El Litoral sus reflexiones, emociones y sensaciones tras la muerte de Francisco. “Lo que se avanzó con el Papa, en cuanto al vínculo entre espiritualidad y sexualidad, fue muy importante. Perder a Francisco es perder a alguien que nos ayudó. Hoy entendemos que la Iglesia debe ser un espacio de apertura e inclusión”, expresó Gonzalo. Con respecto a la incertidumbre que genera la llegada de un nuevo pontífice, aseguró: “Si la Iglesia vuelve a cerrarse, nuestra respuesta será entonces ir a buscar a todos los que se sientan excluidos, y cuando los encontremos, los vamos a abrazar. Nuestro accionar no será el odio, sino la misericordia y la resistencia”.
“Al igual que la sociedad, la Iglesia es diversa y conviven muchas convicciones, muchos estilos de vida, muchas personas diferentes unidas bajo el mensaje de amor de Jesús. Y acá es donde Francisco nos deja un legado muy difícil de olvidar, un llamado a tender puentes y no levantar muros, a mirar con templanza a una comunidad LGBTIQ+ que durante décadas la Iglesia había mirado con desprecio. Él nos invitó a tener una Iglesia más humana”, dijo por su parte Joaquín, otro de los chicos.
“Durante su pontificado, mucha gente volvió a encontrar en la Iglesia un refugio de paz, sin la necesidad de esconderse”, expresó Alma.
“Durante su pontificado, mucha gente volvió a encontrar en la Iglesia un refugio de paz, sin la necesidad de esconderse”, expresó Alma. Mientras que María José, otra de las integrantes del grupo y quien practica la religión cristiana evangélica, compartió: “El Papa marcó un precedente al animarse a hablar no solo de la orientación sexual sino de la sexualidad en sí, que está tan reglada en las religiones cristianas. Francisco habló de temas de los que no se habían hablado e invitó a construir comunidades de fe con puertas abiertas a la diversidad”.
Además, en una reunión virtual espontánea el día que falleció, miembros de Centu de todo el país se juntaron para hablar del legado que su figura había dejado en la Iglesia, en el mundo, en sus vidas y en la comunidad LGBTIQ+. “El Papa no le habló solo a los propios, les habló a todos”, “Abrió una calle cada vez más ancha en la Iglesia, y en esa calle caminamos todos”, “Francisco lo que hizo fue hablar de Jesús”, fueron tan solo algunas de las frases que reflejaron un sentimiento común: el de gratitud.
A través de estos testimonios, quizá hay una certeza que se asoma: sea quien sea el nuevo jefe de la Iglesia Católica, nadie podrá borrar del corazón de miles de personas LGBTIQ+ la caricia que sintieron en estos últimos años, nadie podrá quitarles la seguridad de que son dignos y amados. La Iglesia de puertas abiertas es el legado de Francisco. Hay quienes creen que el acento en la misericordia propició una mirada relativista, pero no hay nada más rotundo que la incondicionalidad del amor de Dios, que fue, en el fondo, el mensaje más claro y potente del Papa. Como les dijo a los jóvenes en Lisboa: “En la Iglesia ninguno sobra, ninguno está de más, hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso, Jesús lo dice claramente cuando manda a los apóstoles a llamar al banquete de ese Señor que lo había preparado. Dice: vayan y traigan a todos: jóvenes y viejos, sanos y enfermos, justos y pecadores. Todos. Todos. Todos. En la Iglesia hay lugar para todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos; es curioso, el Señor no sabe hacer eso, sino que hace esto. Nos abraza a todos”.
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