Lía Masjoan
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La medida efectista que puso en marcha el intendente José Corral el miércoles pasado dio sus frutos de modo inmediato. Su decisión de suspender por 90 días la venta de armas y municiones puso a la delicadísima situación de violencia e inseguridad que se vive en la ciudad en la vidriera de todos los medios nacionales. Y movió el avispero local: aunque el gobernador insista en mirar para otro lado (sigue sin responder al pedido urgente de audiencia que le hizo Corral hace ya 5 días y sin hacer pie en esta ciudad), sus funcionarios montaron hoy un fuerte operativo policial para saturar los barrios más conflictivos, con la promesa de que durará el tiempo que requiera la emergencia. Corral puso la pelota, definitivamente, del lado del gobierno provincial y del Poder Judicial, que son quienes tienen las verdaderas herramientas para actuar frente a esta ola de homicidios. Generó respuestas, acotadas pero colaborativa: cámaras en la peatonal, alarmas en algunos barrios, botones de alerta para la violencia de género y para los colectivos. Pero nada de esto puede alcanzar para frenar los tiroteos. Tampoco, y él lo sabe, suspender la venta de armas y balas en las armerías legalmente habilitadas. Pero disparó el debate, cuando muchos se empeñaban en esconderlo debajo de la alfombra: ¿de dónde salen las municiones que están matando e hiriendo a tantos santafesinos? ¿por qué no hay detenciones cuando hay armas secuestradas? ¿por qué hay tantas armas en la ciudad?¿Por qué Renar secuestró miles de municiones en la provincia?
La ciudad ya tiene su nuevo récord de homicidios. El Ministerio de Seguridad salió hoy a saturar los barrios con más policías. Pero Corral sigue insistiendo en la necesidad de que Gendarmería llegue a la ciudad. La desconfianza sobre un accionar policial efectivo y eficiente queda una vez más en evidencia.