Hay un fenómeno de la política actual, en rigor un escollo, un problema y una enfermedad a la vez que una señal de los años que vienen. El fenómeno comporta un cambio estructural en la resolución de las comunicaciones, los mensajes, el diálogo creciente entre ciencias duras, comportamientos humanos y adaptabilidad a una naturaleza artificial, auténtico nudo que alteró y que es el futuro de las decisiones universales que aparecen a la vuelta de la esquina. Estos balbuceos primeros permiten un juego, una farsa, una pequeña broma sobre el porvenir parados en el 2022.
El Señor del Tuit
Supongamos que en mi cuenta de "tuit" (permítanme el castellano, la castellanización o mejor, el neologismo barrial) en mi cuenta de tuit escribo un texto: "Yo soy Napoleón". ¿Cuántos le darán "retuit"?
Completemos el ejercicio y en otro txt (así están escribiendo la palabra texto) escribo y subo (por el verbo subir se entiende "yo subo"; significa ponerlo en la red "tuitera") subo "Raúl quiere a Carmen". El usual indicaría que Napoleón redivivo llamaría más la atención que el amor de Raúl y Carmen, importante y personal. Error. Mismo anonimato.
La primera cuestión es cuántos conocen la cuenta de tuit donde subo las dos frases. Con pocos seguidores esto es nada. No existe Napoleón resucitado ni el amor mencionado. La segunda cuestión es la que lleva a esta nota. Aviso clasificado: Se necesitan 100.000 retuits.
Hay números mágicos; este es uno que puede sobresaltar a los actores políticos en acción. Cambiaría Napoleón; también el amor. Cuidado, ambos como mensajes a los de fuera. Que pasarían a estar dentro.
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Si escribo "Javkin no es el intendente que pensaban", "Perotti no es el gobernador que pensaban", "Fernández no es el presidente que pensaban", y y consigo 100.000 retuits, sucederán tres cosas:
Javkin se afligirá mucho y averiguará por qué, quién, debido a qué. Pondrá en juego su principal convicción, que también es su contradicción: la importancia mayúscula de las redes para alguien que empezó su carrera política con un teléfono negro, una calculadora a batería, mimeógrafo y apuntes, que conoció el stencil y que, por esas cosas de la vida, atiende a las redes como la llave hacia el mañana, digamos, con una aflicción que las redes no se merecen.
Pero, son 100.000 retuits. Aparecerá la palabra "followers" en el análisis y el mundo se habrá detenido un instante. Hay gente ansiosa y casi más. Javkin va a tientas, con sus aprensiones en el Siglo XXI.
Perotti será informado que "hay alguien que está diciendo que vos…", y el gobernador preguntará de qué partido, de qué sector, de qué lugar, aliado con quién. Y concluirá: si lo dice de nuevo fijémonos con quiénes tiene alianzas, qué licitación, qué departamento, qué diputado, qué senador. "Mire que son 100 retuits". Bueno, esperemos. Es un tiempista y casi más. Sabe que no dominará las redes. Lo suyo es la acción. Si no aparece "el vivo" todo lo artificial y a distancia es un inconveniente.
El intendente está muy atento a las redes que suelen desviar las acciones políticas. El gobernador está atento a la política que las redes derivan. El intendente está preso de las redes, llegó antes que los millennials y debe gobernarlos; grande su aflicción. No lo sabe hacer. Peatonal y Franja Morada fue lo suyo.
El gobernador llegó antes que la computadora y estudió pensando en el Libro Mayor, el debe y el haber. Más cerca del ábaco que la Red. Camino rural y pueblo chico fue lo suyo. Si, ya se, hay un Máster en Francia. Aún eso es anterior a la explosión tuitera. Ambos deben enfrentar un hecho. Las redes están, son reales pero, ay, ay, ay, no todo cuanto aparece en las redes es real, ni todo lo que tienen de irreal debe desdeñarse. No entender el rasgo bipolar de las redes puede ser un yerro importante de cada actor político.
Hay un mundo fuera de las redes
Ser o no ser parte del mundo que se forja en ese ciberespacio intrauterino, lejos de la puerta de calle, el barrendero, el sueldo y la hambruna es la contradicción que los acompaña. La confesión de un periodista conocido me sirve para entender un eje. "No te dará pelota, se fija demasiado en los followers, a vos te retuitean poco".
A mi turno, contesté, sobre el mismo tema, pero referido al otro personaje: "Se lo dirán esta noche y si no tiene entidad en un sitio y una circunstancia, una vigencia para el mañana real no le dará pelota".
Un tal Fernández
Ambos nos reímos y seguimos con la charada. Vamos a los bifes: ahora es el presidente quien lee: "Fernández no es el presidente que pensaban". Nadie habla por Javkin, porque no lo permite. Nadie habla por Perotti, porque no lo permite. Nadie habla por Fernández, porque es inútil esa tarea. Fernández habla por él a la mañana, a la tarde y a la noche, de tres modos diferentes para una misma cuestión.
Fernández entiende de un modo que, con seguridad no es el acertado, siempre es el último concepto el valioso; perdón, el penúltimo. Pronto habrá otro.
Los tres están atados a un eje que no es fiel, no les pertenece y no logran entender/dominar: las redes. Hay días que, después de averiguar por cuenta propia qué hace Javkin en la Intendencia de Rosario, de recibir los partes sobre la actividad de Perotti y que me cuenten por WhatsApp las acciones de Fernández-Presidente desearía ser CFK.
El centro es visible
Un tuit de CFK y tres ministros saltan por los aires. Tal vez cuatro. Eso ni Fernández, Perotti y Javkin a la vez. Ella solita. Entonces es el tuit, el que tuitea y algo más. Y sí, es algo más.
CFK no nació en las redes, ni siquiera tiene tanta existencia y juega al requiebro. El coqueteo con publicará o no; coqueteo en alza tanto como lo permite el misterio que fabricó y cuida en mitad de la más brutal exposición. Coquetea con su poder. Lo tiene y sabe que lo tiene. Poder y misterio, componentes del miedo.
Un país y varios sujetos del mundo atienden su juego y no hay amoríos, peluquera, modista, dietólogo, cocinero que traicione el misterio de la más popular política del Siglo XXI en Argentina. Poder y miedo. Se puede. Sí, se puede. Lilita muere por ése trono pero leído el expediente "no ha lugar", córrase vista al fiscal…retírese.
¿Qué sucede en las redes que se llenan diariamente de humos de fake news hasta que aparece CFK y todos bailan ese juego? ¿CFK es digital y nosotros todavía estamos "analogizando"? ¿Nació sabiendo, o entendió el juego? Me inclino por lo último: entendió nuestra enfermedad de seguir a los que siguen muchos y responder con un "like". Y cuidado: sabe el poder que encierra un poderoso cuando desciende a la red tuitera.
La vida sucedería afuera
Nada de cuanto aparece en las redes, ni los muchos seguidores de fulanito, quitan los problemas de Rosario. Algunos actores políticos viven en otra dimensión, en esa nube. Los muertos de hambre no retuitean: "Queremos comida".
El dilema de los colectivos, de las multas, de los barrios desconectados y el presupuesto que no alcanza no son una cuestión menor. Un gobernante que no atiende informaciones porque las dice uno que no tiene ni 6.000 followers, es algo que simplemente pasa. Si no sale en tuits no hace falta arreglar nada. Está bien (aunque no lo esté, la red impide ver el bosque).
Uno. Gobernar guiado por lo que tiene 100.000 mil retuits no es gobernar, ni siquiera es apaciguar las aguas. Demasiado Siglo XXI para tanta malaria. No es la mejor solución. Perseguirse no es encontrarse.
Dos. Todo cuanto es ensañamiento con cuestiones provinciales tiene un origen en hechos reales equivocados, personajes malsanos, informaciones parciales y un eje: mañana contestamos. Tanta gente bailando la polca en las redes sin nadie que pare la música no es lo más aconsejable… en el Siglo XXI. El día perdido vale para la queja no para la solución.
Tres. El parte diario del presidente es un desafío. La historia lo espera, es un almanaque del día a día de Fernández que coleccionará sus decires y cantares en las redes al compás de Doña Disparate y Bambuco.
Neologismo: "viralismo noticiero"
Fernández no es bueno o malo. Lo elegimos entre todos. Ya está. Se lo comió el Siglo XXI, venía de otro sitio donde hasta había un perro llamado Dylan y un amigo que le prestaba una casa en el barrio más caro del país. Qué país… En pleno Siglo XXI. Cheee.
Alta envidia le tengo a CFK. La envidio. Punto. Necesito 100.000 retuits. Ojalá me ayude. Si ella te retuitea salís con ventaja a la vida del "viralismo noticiero".
Aquí va, escribiré este tuit. Aquí va. Javkin ponete a gobernar. Perotti, armá la lista de 2023. Fernández, la culpa es tuya, bancá la que te tocó y decí la verdad. Tenemos que aguantar hasta diciembre de 2023 y es difícil.
Ruego de un tipo con pocos seguidores (dale, Cris, metele un retuit, si por tu toque llego a 100 mil alguien lo va a mirar). Entonces seré un periodista que tiene Siglo XXI. Tal vez me crea un vivo bárbaro.