Como es sabido, la intendencia de Rosario se encuentra programando diversos actos e importantes obras para evocar los orígenes de la ciudad que, según se argumenta, estaría cumpliendo en el presente año los tres siglos de vida.
Como es sabido, la intendencia de Rosario se encuentra programando diversos actos e importantes obras para evocar los orígenes de la ciudad que, según se argumenta, estaría cumpliendo en el presente año los tres siglos de vida.
En un primer momento, la iniciativa se respaldaba en la antigua tradición, iniciada por Pedro Tuella en 1802, que sostiene que en 1725 se habría instalado en el lugar una comunidad de indios calchaquíes dirigidos por un tal Francisco Godoy, dando de este modo origen a un pequeño poblado en torno a la capilla existente por entonces.
Esta fue la versión que dio lugar a las celebraciones del "bicentenario" en 1925, cuando se hizo presente en la pujante ciudad del sur el presidente Marcelo T. de Alvear, sin que se prestara atención a las objeciones que, ya por entonces, plantearon diversos historiadores que sostuvieron la correcta interpretación: Rosario no tiene fecha de fundación y es el resultado del poblamiento espontáneo y gradual en torno a la capilla de la estancia de los Gómez Recio.
Al conocerse el proyecto de conmemoración, fuimos muchos los historiadores que advertimos la endeblez de los fundamentos esgrimidos para adjudicarle a Rosario una antigüedad de trescientos años.
Ya sea porque estas razones fueron tenidas en cuenta, o porque se reflexionó sobre el asunto dentro del mismo ámbito del municipio, lo cierto es que parece haber un giro en el eje de la celebración y ahora se invoca el nombramiento del capitán Francisco Frías como Alcalde de la Santa Hermandad para el Pago de los Arroyos efectuada por el Cabildo de Santa Fe el 1 de enero de 1725.
Para realzar este nuevo punto de partida, se da a conocer el "hallazgo" de un acta capitular de esa fecha en la que se habría designado, por primera vez, un alcalde de la Santa Hermandad para el pago de Los Arroyos, por entonces apenas una capilla con dos o tres ranchos.
Lo de "hallazgo" resulta llamativo puesto que el acta es muy conocida y accesible en línea por cualquier persona que ingrese a la página del Archivo General de la Provincia.
Con toda propiedad, si buscamos en Google, la IA nos indica que "La Santa Hermandad fue una institución creada por los Reyes Católicos en 1476 para perseguir y castigar a los delincuentes que cometían delitos en despoblado".
Diversos historiadores han estudiado esta figura; entre nosotros Manuel Cervera, Juan Álvarez, Oscar Luis Ensinck y, más recientemente y con mayor detalle, Darío Barriera. Todos han explicado las funciones que desarrollaban durante el año para el que el Cabildo los designaba, más como una carga pública que como una ventaja.
Debían recorrer la campaña de la jurisdicción procurando que sus dispersos habitantes hicieran vida decente y honrada, conforme a las leyes del reino y a los preceptos cristianos.
Eran elegidos de a dos cada primero de enero junto a los nuevos cabildantes. No se les asignaba sede ni viáticos, por lo que podían continuar viviendo en la ciudad y, desde allí, realizar periódicos recorridos por los campos de la jurisdicción en ambas bandas del río Paraná.
Aunque las distancias eran enormes, los espacios ocupados eran pocos, y las actas capitulares no explican cómo se dividían las áreas a recorrer, pero está claro que mucho antes de 1725 ya intervenían sobre el Pago de los Arroyos los alcaldes de la Santa Hermandad y que el mismo Francisco Frías ya lo había sido en 1717.
Pero es a partir de 1725 que se consignan precisiones sobre la jurisdicción que debía recorrer el alcalde Frías, que había sido electo el primero de enero junto con Francisco de Páez. Aunque no se lo diga en el acta, está claro que Frías se ocuparía del Pago de los Arroyos y Páez de las tierras de la otra banda o Pago de La Bajada.
Lo sabemos porque fue Frías el que solicitó, según se anota en el acta del 8 de enero, que el Cabildo precisara por escrito hasta donde llegaba el territorio de su competencia, seguramente indeciso sobre el límite sur que podía dar lugar a un conflicto de límites con Buenos Aires.
Los cabildantes respondieron con una anotación al pie de la propia nota, de la que no hemos encontrado copia en el archivo capitular.
Pero sabemos que enseguida, se le encomendó reunir gente para cubrir las plazas del recientemente creado cuerpo de dotación -futuros blandengues- en todo el espacio comprendido entre Santo Tomé y el paraje de Las Hermanas (actual Ramallo en Buenos Aires), por lo que este sería el enorme territorio de su competencia. Incluía a Coronda, por entonces casi despoblado por el avance guaycurú.
En 1725, y en los años inmediatos, el espacio del Pago de los Arroyos habría de adquirir una importancia estratégica ante el avance de mocovíes y abipones que habían aislado a Santa Fe.
Muchos vecinos la abandonaran buscando seguridad al sur del Carcarañá o en la otra banda del Paraná. Incluso se pensó en mudar nuevamente la ciudad a uno de estos dos sitios, proyecto que resultó desalentado desde la metrópoli.
Si bien los migrantes habían contribuido a desguarnecer a Santa Fe, formaron en los Arroyos una reserva productiva a la que recurrió la ciudad para abastecerse, en lo que los alcaldes de la Santa Hermandad tuvieron bastante que ver, ya que se les comisionó el control de las ventas para evitar que el trigo y el ganado se exportara a Córdoba o a Cuyo y se enviara en cambio a Santa Fe, con previa reserva de lo necesario para el consumo.
También cumplieron los alcaldes diversas directivas llegadas de Santa Fe, como el control de barcos que hubieran eludido el "puerto preciso" y en el campo específico de su competencia judicial instruyeron sumarios, aseguraron a delincuentes sometidos a proceso y, poco a poco, se constituyeron en el rostro visible del poder político de aquellos tiempos en los pagos más alejados de los escasos centros urbanos.
Podría resultar contradictorio que se recurra a una institución creada para actuar "en despoblado" como antecedente del origen de una población. Si bien su espacio de acción era el campo o la llanura, no es menos cierto que su presencia se fue asociando especialmente a la Capilla del Rosario, que fue sede del Curato creado en 1730.
Los nombres de los alcaldes comienzan a repetirse y ya se trata de personas avecindadas en Los Arroyos, como es el caso del mismo Frías, o de alguien tan significativo como Santiago Montenegro, que compró el espacio que hoy es el centro de Rosario, construyó una nueva capilla y donó terrenos y abrió calles hacia 1757.
La designación del capitán Francisco Frías como alcalde la Santa Hermandad el 1 de enero de 1725 no significa que existiera todavía un poblado en el lugar de la actual ciudad de Rosario. Ni siquiera la creación del Curato en 1730. Pero se iban propiciando las circunstancias favorables para que el pueblo naciera.
¿Alcanza esto para adjudicar tres siglos de vida a una de las ciudades más importantes de la Argentina? Evidentemente no, pero a esta altura de los acontecimientos la precisión histórica pareciera haberse tornado irrelevante.
Francisco Frías moriría en 1748 ya afincado en Los Arroyos. Había sido alcalde de la Santa Hermandad en 1717, 1725, 1736, 1742 y ejercía esas funciones a la hora de su muerte. Sin embargo, no pudo pagarse un funeral decente y fue enterrado en la Capilla como "vecino pobre".
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos en el año de su 90° Aniversario (1825-2025). La primera parte de estas entregas salió publicada en la edición papel de El Litoral del 28 de noviembre de 2024
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.