El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, concurrió a la Casa Blanca con el objetivo de firmar un acuerdo por el aprovechamiento de las tierras raras que posee su país para sostener la ayuda de los Estados Unidos de América.
En la Casa Blanca, frente a las cámaras y micrófonos de la prensa, se desató el reality en el que los tres protagonistas intercambiaron imputaciones, críticas, retruécanos y advertencias. En este punto los anfitriones fueron severos y llovieron las amonestaciones sobre el invitado, que terminó dando un portazo que dejó a un país sin aliento. La negociación por la paz en Ucrania retrocedió de tal manera que genera alarma.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, concurrió a la Casa Blanca con el objetivo de firmar un acuerdo por el aprovechamiento de las tierras raras que posee su país para sostener la ayuda de los Estados Unidos de América.
El presidente Donald Trump había intentado borrar veinticuatro horas antes la definición de "tirano" que había usado para con su homólogo ucraniano y se comportaba como amable anfitrión. A un costado estaba el vicepresidente JD Vance, que sería a la postre el cancerbero que desató las llamas.
Dos sillones dispuestos en el Salón Oval frente al hogar. La escenografía típica para las visitas presidenciales, pero en este caso la cuestión no terminaría como se la esperaba. Una pregunta de un periodista sirvió para incomodar un poco más al visitante: "¿Por qué no usa traje?".
Mirando hacia donde provenía el absurdo interrogante, Zelenski dio su habitual respuesta: "Cuando termine la guerra volveré a vestir con traje".
Obvio pibe. Luego comenzó a mostrarle al magnate neoyorquino las fotos de las brutalidades rusas en su país y medio que Trump esquivó el envite. A partir de ahí la cuestión fue subiendo de temperatura tanto que explotó el termómetro del protocolo y todo se fue a la banquina.
Las críticas por el manejo de la guerra, la definición de la necesaria ayuda, la posición de país invadido por el agresor ruso, el sentido del acuerdo por firmar (que quedó sobre la mesa, inmaculado) iban y venían hasta que el vicepresidente Vance comienza a tratar de "ingrato" al presidente ucraniano y comienza una feroz reprimenda que termina cuando Zelenski alcanza a decir: "Ustedes también van a sentir la consecuencia" y eso despertó al rey del jopo. "No me puede decir qué es lo que vamos a sentir, no se lo permito".
Defendió a los Estados Unidos y casi que dio por terminada la reunión indicándole el camino a los vestuarios. Pero el petiso ucraniano ya estaba yéndose y todo terminó mal. Muy mal.
Podría todo quedar en lo que sería -como se vio- un culebrón de la política internacional sino fuera porque, detrás, hay una tragedia humanitaria y alguien está jugando con fósforos frente a una mecha que puede encender la Tercera Guerra Mundial.
El presidente de la remera negra percibió en un momento que no estaba frente a dos anfitriones normales y amistosos sino que eran los socios de Vladímir Putin en una guerra que nunca buscó, pero que hasta el momento acumula decenas de miles de solados muertos y heridos; millones de personas desplazadas; civiles asesinos; mujeres violadas y niños sin familia y sin futuro.
Los locales no esperaban esto, si no hubiesen elegido un lugar más recoleto para el encuentro; se mostraron con uñas y dientes en defensa de la nueva política que establece que los conflictos se tienen que resolver lejos de las fronteras y de la billetera de los Estados Unidos -a excepción del que se vive entre Israel y Palestina-, ya que el interés del presidente republicano es ver qué negocio se puede abrir en cada lugar para hacer, como dice su eslogan, a "América Grande Otra Vez".
Cuando se enfrió, Zelenski debe haber recibido un informe sobre el nivel de daño. Un desbarajuste difícil de acomodar, tanto que muchos vaticinan el final del conflicto con la retirada total de los Estados Unidos en su ayuda económica y entrega de armamento.
Usó entonces las redes sociales para acercar una dosis de Pancután, al sostener que mantenía su agradecimiento a los Estados Unidos por el apoyo recibido, pero reclama "garantías" para un eventual alto al fuego.
Dijo: "Estamos muy agradecidos a Estados Unidos por todo el apoyo. Doy las gracias al presidente Trump, al Congreso por su apoyo bipartidista y al pueblo estadounidense. Los ucranianos siempre han apreciado este apoyo, especialmente durante estos tres años de invasión a gran escala". Luego insistió: "A pesar del duro diálogo, seguimos siendo socios estratégicos".
Trump mostró las cartas y exhibió ante el mundo que su sociedad en la actualidad está con el presidente ruso, el ex agente de la KGB Vladímir Putin, y que se aleja cada vez más de la vieja sociedad con Europa y que las tiranías en el continente solo podrían recibir sanciones económicas sino se ajustan a los reclamos sobre migración y tráfico de drogas.
Hasta Taiwán tiembla porque es posible que el soporte militar norteamericano que recibe la isla sea un recuerdo y quede a merced de la República Popular China.
¿Y Europa? El personal técnico de los Ministerios de Relaciones Exteriores deben estar trabajando activamente en estos días para preparar un informe para sus cancilleres y presidentes (ver aparte). Es que el frente ruso en Ucrania podría recibir un giro importante si la mirada -y los dólares- de Norteamérica van hacia otro lado.
Fundamentalmente Alemania, que aún está atada al catéter del gas y petróleo ruso, pero también hay impacto en Francia e Inglaterra, fuertes defensores de la bandera de la OTAN. Solo se necesitarán algunas horas más para saber cuáles son los movimientos que podrían dar. Mientras tanto JD y Donald se quedaron enojados... comiendo el postre que nadie quiso.
Este domingo comenzó en Londres, la capital británica, la cumbre que reúne a unos veinte países aliados de Ucrania comenzó este domingo en presencia del jefe de Estado de ese país, Volodímir Zelenski, un par de días después de su fuerte altercado con el presidente estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca.
Los líderes europeos afrontan "un momento único en una generación para la seguridad de Europa", afirmó el primer ministro británico Keir Starmer en la apertura de la cita.
Encontrar una buena solución para Ucrania es "esencial para la seguridad de todos los países aquí presentes y de muchos otros también", agregó.
"Todos debemos movilizarnos", señaló Starmer, quien no dudó en reiterar su apoyo a Zelenski. "Estamos con usted el tiempo que haga falta", declaró, a la vez que describió la cumbre como "un momento para unirse".
El presidente ucraniano fue recibido calurosamente por los otros dieciocho participantes en la reunión, entre los que se encuentran el presidente francés Emmanuel Macron, el canciller alemán Olaf Scholz, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y el presidente del gobierno español Pedro Sánchez.
A la reunión, iniciativa del primer ministro británico, también fueron invitados los dirigentes de Italia, Turquía, Países Bajos, Noruega, Polonia, Finlandia, Suecia, República Checa y Rumania.
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