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VIMARÍ
"Cuando leí en El Litoral lo que estaba sucediendo en la escuela Monseñor Zazpe, me entristeció saber que los chicos pasaban frío, hasta en las aulas, ¡y algunos ni medias tenían! Sobre todo me dolía no poder ayudar, ya que siendo jubilados solo colaboramos con algunas personas de la calle; otra de nuestra propia familia y con una institución religiosa, que apenas se sostiene. Por eso agradezco infinitamente a La Regional IV, al Ministerio de Desarrollo Social y a todos los que fueron 'Las Manos Providentes', que cambiaron la situación de esos niños y su escuela, llevándoles abrigo, calor y ¡¡mucho Amor!! Gracias al diario".
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MARIO PILO
"Pasada ya una semana, no quiero dejar de saludar a los periodistas en su día, o Día del Periodismo. A todos los profesionales que construyen día a día, con independencia crítica, ya no solo la información cotidiana, sino también la formación ciudadana que se constituye en algo más que en la opinión de un público: en la verdadera opinión pública. Un periodista me aclaró alguna vez que, en el mundo cibernético, nada existe si no se comunica, informa, plantea por la prensa escrita, oral o de redes. Con humildad, pero con principios y valores, los saludo y al mismo tiempo anatematizo al periodismo amarillo, obsecuente del poder, que solo lo relata acríticamente".
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Llegan cartas
Quizás estoy haciendo una infidencia, al revelar cosas públicamente. Fue lo obtenido en un foro de amigos antiguos.
El 26 de junio se conmemorará el 39° aniversario de un acontecimiento que marcó la vida de los "sabaleros".
Tras pedidos insistentes, digitales pero rotundos, que recorrieron provincias y meridianos, el primero que se atrevió a contar su experiencia fue "O".
Después de ciertas dudas, cuando se arrancó, ya no se detuvo, impulsado por un protagonismo en primera persona, participando de una jornada épica que enriqueció su vida y la de su familia, con recuerdos y vivencias preciados, inalienables, inembargables.
Es él quien cuenta: "Aquel 26 de junio de 1993 fue mi primer acompañamiento multitudinario al club de mis amores. Ya había ocurrido un éxodo importante en diciembre de 1965 cuando salimos campeones de la B en cancha del Deportivo Español, pero claro, esto era otra cosa. Después de años largos de segunda categoría disfrutamos de una campaña espectacular, 56 puntos, y llegamos, palo y palo con Banfield. En la semana previa no hubo otro motivo de vida que no fuera 'el partido final en Córdoba'.
"Debíamos conseguir entradas, poner a punto el auto, también ordenar las cuentas, porque el gasto era importante y los bolsillos estaban flacos. En mí casa la decisión fue rápida, ¡vamos todos!, y el viejo también se prendió. Mi esposa 'M', hincha de Newell's, compró una bandera de Colón y se preparó a acompañarnos.
"Llegó el día y partimos. Más de 300 km, distancia hecha de jolgorio, alegría, esperanza. Autos que parecían de desarmaderos, con tripulantes vestidos con los colores rojinegros. Las banquinas atestadas de grupos, con fueguitos y asados humeantes, enormes banderas desplegadas. Una fiesta, total, a lo largo de la ruta 19, repleta de gente en moto, bicicletas, animándonos todos con todos, en un verdadero carnaval donde el denominador común, Colón, nos igualaba.
"La entrada a la ciudad de Córdoba mostraba una caravana de vehículos interminable y una sinfonía de bocinazos y cánticos que pobló la tranquila mañana dominguera. Los cordobeses salían a la puerta de sus casas y observaban atónitos semejante espectáculo. Nunca supe exactamente cuánta gente se movilizó, pero se habló de 12.000, 15.000 personas".
Mi amigo justifica las razones de por qué esa fecha fue, posteriormente, declarada "Día del Hincha de Colón."
"El partido fue a puro nervio, en la cancha y en la tribuna; cada pelota pasaba por los pies de los jugadores y el estómago de cada hincha, como si la quisiéramos empujar hacia el arco de Banfield, con una fuerza invisible.
"La tribuna parecía un catálogo de muecas, ademanes y frases cargadas de emoción, y así pasaban los minutos; hasta que una escapada de Mamani consiguió enfrentarlo mano a mano con el arquero. Bastaba un toque suave al ras del suelo; la pelota que se desliza hacia la red, ¿se desvía?, pega en el palo y sale... Todo igual, hasta que llegó un penal para Colón, cuando el nuestro entró a pura gambeta al área de Banfield, lo engancharon de atrás y ¡penal!
"Empezábamos a disfrutar la gloria y a tocar el cielo con las manos, pero no: un fallo se encargó de arruinarnos el sueño. Tocaba seguir sufriendo porque terminó el suplementario, otra vez empatados a cero y la capacidad de soportar tanta tensión empezó a horadar la voluntad. Pero había que prepararse para el acto final, el que valía, el irrefutable desenlace a penales. Así como durante el partido tuvimos la oportunidad de ganar, en esta definición también tuvimos, ¡tres veces! la posibilidad de hacerlo. Pero no pudimos, ese día no era para nosotros.
"¿Qué nos faltó?, ¿convicción?, ¿calidad?, ¿suerte? A pesar de la falta de respuestas nada nublará, jamás, el amor y la pasión pura y sincera que impregnó aquella epopeya... Cuando nos reencontramos con la familia, los amigos, nos mirábamos perplejos, enmudecidos de tristeza, desazón...
"Al día siguiente, lunes, aquello era un recuerdo, y nuestras vidas seguían implacables sus rutinas; de modo que a las 7 de la fría mañana de junio partí hacía el hospital de emergencias donde trabajaba. Cuando paré en un semáforo se detuvo al lado mío el auto del presidente de Colón, amigo de la infancia y oriundo de mi pueblo. Nos miramos unos segundos, bajó el vidrio de la ventanilla y me dijo 'sin palabras'. Folclore futbolero, si lo hubiésemos ganado...".
Mi amigo "O" me devuelve la pluma. Le dije que publicase su historia, me dijo que lo haría, yo sabía que no lo haría, por eso mi decisión de compartir lo suyo.
Son mis amigos, estudiamos juntos y nos reencontramos después de más de 40 años. Cuando hablan de fútbol no los entiendo, envidio la pasión que los anima, la lealtad hacia unos colores, rojo y negro, que pintan en corazones, pero eso no me impide intentar ser objetivo.
Por eso, y con atrevimiento digno de un indocumentado, quisiera concluir con un reclamo, con certificado de origen y dirigido a Colón, club que reverencian los integrantes del grupo "Próximo encuentro" de Whatsapp, y lo hago desde lejos: ¡cuiden a sus hinchas!
Se lo deben a todos los aficionados capaces de sentir como sienten y transmitirlo a sus hijos, estén donde estén, ¡se lo deben!
Tampoco se preocupen demasiado si no pueden cumplir. Nunca les van a pasar ninguna factura, no les anima el empeño de cobrar.
Definitivamente, ¡no entiendo a mis amigos!