Gabriel Real (PDP) fue uno de los últimos en hablar luego de escuchar un tenso debate. Y cuando la vicegobernadora le preguntó amablemente si iba a aprovechar su turno no tomó bien esa consulta. De inmediato Alejandra Rodenas le reclamó respeto y la tensión aumentó. Unos minutos después, el experimentado legislador intentaba hilar un discurso en el que pudiera aludir a lo dicho e intentar dar una opinión superadora, por sobre las polémicas y en busca de la reflexión, cuando volvió a molestarse ahora ante un murmullo creciente, acompañado por el crepitar de dulces en coro al ser desenvueltos (como en el cine, pero enésima potencia). "Bueno, cuando terminemos de repartir caramelos podremos seguir con la sesión", se quejó el legislador y prefirió seguir. Antes de concluir cuando ya había dicho lo suyo, fue convidado con un confitado de azúcar que, para componer la situación, aceptó de buen grado. Un coqueto recipiente de golosinas había estado circulando de la presidencia a las bancas para dar energías a los legisladores, tras una hora y media de un debate imprevisto. Aún había que votar los pliegos.
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