El Litoral
Hay otros tres ex funcionarios llamados a declarar por supuestas irregularidades en un plan de obras de gasoductos.
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En el marco de una de las causas judiciales en las que se investigan hechos de corrupción en los que habría estado involucrada la constructora brasileña Odebrecht y ex funcionarios de nuestro país, en este caso, por irregularidades en el “Plan de Ampliación de Gasoductos 2006-2008”, una obra pública que alcanzó a la totalidad de los gasoductos que atraviesan el país, con un presupuesto inicial de más de 2.300 millones de dólares y que fue adjudicada a Odebrecht a fines de 2006, el Juez Federal Daniel Rafecas dispuso en el día de la fecha el llamado a prestar declaración indagatoria de seis imputados, entre ellos cuatro ex funcionarios públicos: Julio M. de Vido, ex ministro de Planificación Federal; Daniel Cameron, ex secretario de Energía; Bautista Marcheschi, ex subsecretario de Energía Eléctrica, y Cristian Folgar, ex subsecretario de Combustibles.
La justicia sospecha que los citados funcionarios, junto a directivos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (CAMMESA) –Luis Alberto Beuret y Julio Armando Bragulat-, ambos también citados a indagatoria, intervinieron, en calidad de autores y/o partícipes según cada caso, en la comisión del delito de negociaciones incompatibles con la función pública.
Las citaciones se concretarán entre el 27/11 y el 5/12, De Vido lo hará en esta última fecha.
El Juez Rafecas se hizo cargo de esta causa hace cinco meses, en mayo de este año (proveniente de otro juzgado federal), y su trámite ha implicado llevar adelante un exhaustivo análisis de las resoluciones, notas y expedientes administrativos en los que se investiga la posible decisión direccionada por parte de las autoridades de los distintos organismos públicos intervinientes, para que fuera Odebrecht la beneficiada con la ampliación de los gasoductos.
Entre la documentación analizada, se descubrieron una serie de notas y decisiones administrativas (incluyendo un “memorándum de entendimiento” entre Odebrecht y la Secretaría de Energía), de las cuales surge la sospecha de que todo el proceso licitatorio habría estado enderezado -en forma previa- a la adjudicación del negocio a Odebrecht. Incluso la presentación de otras dos empresas al llamado a licitación (Camargo Correa y Roggio), se sospecha que habría resultado ser algo meramente formal, dado los plazos exiguos y las exigencias planteadas para la adjudicación.
A través del examen del cuerpo probatorio (conformado con casi dos cuerpos de actuaciones administrativas, y ciento ochenta cajas de documentación), la instrucción ha revelado la posible existencia de un apreciable desvío de poder en dirección al involucramiento, probablemente espurio, de Odebrecht en la adjudicación de la obra pública, maniobra formalizada el 6 de diciembre de 2006, con la suscripción del contrato entre CAMMESA y Odebrecht.
En concreto, se sospecha que el ex Ministro De Vido creó el marco normativo necesario para que, desde la Secretaría de Energía, en negociación con Odebrecht, se procediera al llamado a “licitación privada” a través de las empresas licenciatarias TGN y TGS. Pero como éstas se negaron a hacerlo, fue convocada la firma Cammesa, que fue quien finalmente le adjudicó, en un proceso sospechado, el negocio a Odebrecht.
La firma de este contrato ha sido el hito demarcatorio tenido en cuenta por el Juez Rafecas para remitir al Juez Martínez De Giorgi la investigación sobre el posible pago de sobornos por esta obra pública desde 2007 en adelante. El Juez De Giorgi -a cargo de la investigación de irregularidades en las obras de soterramiento del tren Sarmiento-, a pedido de la Oficina Anticorrupción y del Fiscal Franco Picardi, había solicitado unificar la investigación del pago de sobornos a los jueces Rafecas y Casanello, este último a cargo de la investigación de hechos similares en obras de AYSA.
Es decir, que el Juez Rafecas decidió mantener en su Juzgado el primer tramo de la causa (2004 a 2006), en el cual acaba de ordenar las indagatorias por negociaciones incompatibles, y remitir por conexidad el segundo tramo de la causa (2007 a 2014, en donde se investigan irregularidades en una seria de adendas al contrato original) a su colega Martínez de Giorgi, por el delito de cohecho, en el cual habrían tenido lugar los pagos de sobornos a intermediarios con destino final en funcionarios públicos argentinos por una cifra global (en los tres contratos: Tren Sarmiento, AYSA y Gasoductos), próxima a los 35 millones de dólares, según reconoció explícitamente la compañía Odebrecht en un acuerdo celebrado con el Departamento de Justicia de Estados Unidos.