Mario Cáffaro
El presidente de la Convención Radical dijo que el desafío es cómo la robotización y la inteligencia artificial afectarán a las relaciones de trabajo. La opinión sobre los temas a debate en el Congreso.
Mario Cáffaro
Roberto Sappia es un abogado cordobés, experto en Derecho Laboral, ocupó cargos en el Ministerio de Trabajo, escribió libros sobre la materia y hoy preside la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical. Junto a correligionarios santafesinos como Julio Genesini, Leonardo Simoniello y Sebastián Cáceres participó de una charla sobre la situación actual de las relaciones laborales e incluso su postura sobre los proyectos de reforma laboral a discusión en el Congreso de la Nación.
Antes de la charla, Sappia admitió ante El Litoral tener una visión que se reparte entre un costado positivo y un costado negativo sobre los temas a debate en el Congreso sobre reforma laboral. Separó las tres etapas. “La primera, en noviembre duerme el sueño de los justos en algún cajón del Congreso; la de marzo y la de abril. La de marzo -que pomposamente se llamó proyecto de equidad de género y de igualdad de oportunidades- no hace sino repetir lo que dice la ley de Contrato de Trabajo sobre la no discriminación de la mujer en el trabajo y extrae del proyecto de noviembre el capítulo sobre nuevas licencias especiales. Hay situaciones que considero no deberían estar como aquellas que permiten que el empleador y el trabajador puedan pactar trabajo a distancia o teletrabajo sin ningún tipo de control sobre cómo se ejecuta. El de abril ya no es del Poder Ejecutivo sino de los senadores del PRO más el radical Ángel Rozas: un proyecto sobre formación profesional; otro sobre creación de la agencia nacional de evaluación de las tecnologías médicas, y un tercero que incluye dos segmentos: blanqueo laboral y la reforma laboral. Es acá donde aparecen las dificultades. El proyecto de blanqueo está bien en cuanto condona la deuda de los que estaban en la informalidad y pasan a la formalidad. Pero les reconoce a trabajadores de la informalidad solamente cinco años de aportes y si trabajó 20 años veremos cómo hacen para jubilarse. Este proyecto tiene también una reforma a la ley de empleo y le saca a los trabajadores informales las indemnizaciones de los artículos 8, 9 , 10 y 15 de la Ley 24.013 por la cual se castiga a los empleadores que no los han registrado. Ahora esas multas, en cifra disminuida iría a Anses. Este cambio no beneficia a los trabajadores, tampoco a los empleadores y sólo a Anses. No sé cuál es el sentido de esta reforma. En la parte específica de la reforma laboral, se plantea suprimir la indemnización por antigüedad y por omisión de preaviso por un fondo de cese laboral, traspolando el sistema que rige en la industria de la construcción a toda la actividad. No tiene mucho sentido y generará una situación de incertidumbre para el trabajador que no sabe cuándo lo van a llamar para despedirlo y le va a pagar con el fondo de desempleo. Esto genera inestabilidad e incertidumbre. No es bueno ni para el trabajador ni para el empleador que tendrá un empleado incierto y no va a rendir como debe. Es un despropósito, un sinsentido. Si bien pone a disposición de los convenios colectivos esta reforma, esta reforma no debió haberse propuesto nunca. Es grave”.
Avaló Sappia que se hayan dejado de lado ideas de noviembre como la instauración de un modelo de trabajo fundado en la consideración de los trabajadores como colaboradores independientes para no tener relación de dependencia; se ha suprimido la modificación de las multas por falta de entrega de certificación donde conste la registración. “Salvo en la parte del blanqueo, formación profesional y agencia nacional de evaluación de las tecnologías médicas, lo demás es innecesario, no sirve para nada, no favorece a los trabajadores ni empleadores”, concluyó.
Mala fama
Cuando se le pregunta a Sappia sobre la mala fama que tiene el término reforma laboral, incluida la famosa historia de la Banelco, el abogado considera que “tiene mala fama porque siempre se ha intentado no mirar para adelante sino para atrás. Hay reformas laborales que podrían ser motivo de análisis en la situación actual de las relaciones del trabajo. Hay que ponerse a pensar cómo poner en los Convenios Colectivos de Trabajo las situaciones que se van a generar, que ya empezaron a surgir, con la implementación de la robotización y la inteligencia artificial que va a dejar de lado, en la calle, buena cantidad de mano de obra. ¿Qué hacemos? ¿Cómo afrontamos esa situación? Esta sería una reforma laboral pensada para adelante y no para atrás para sacar la indemnización por despido y por preaviso”.
El otro gran tema es el 30% de empleo en negro que lleva varios años. “Es un problema que despliega efectos hacia distintos lados porque el empleador que tiene trabajador en negro, lo está frente a la Afip; el que no paga seguridad social no paga impuestos, entonces la clandestinidad es total. Si hay un 30% de trabajo en negro imagínese cómo serían las arcas de la seguridad social donde el presupuesto destina 42% de la recaudación a sostenerla. Ese aporte del 30% sería muy importante y no tendríamos el déficit que tiene el sistema. Si hubiera formalidad en ese sector, ingresarían impuestos y el déficit fiscal se reduciría”. Enseguida ensaya la teoría de reducir el déficit fiscal con el aporte de aquellos que no tributan. Cuestiona la regresividad del sistema tributario argentino donde se grava la producción y no bienes personales. “Estudios del Instituto Radical de Políticas Públicas -que depende de la Convención- demuestran que gravar bienes personales podría tener resultados positivos y permitiría bajar la cuantía del IVA. Cambiar la orientación de la política tributaria y hacer que tributen los que hoy no tributan. Esto no se hace de un día para otro y poniéndolo tributación igual a todos, no se puede gravar a todos por igual. No puede tributar lo mismo una gran industria, un gran hotel que una pensión del interior de la provincia. Hay que cambiar la orientación y a los que se pasan de la informalidad a la formalidad hay que darles un estímulo y gradualidad”.
Ruidos radicales
Sappia sucedió a la santafesina Lilia Puig de Stubrin como presidente de la Convención Nacional de la UCR y es crítico de la gestión de Cambiemos o de su partido dentro del acuerdo. “El radicalismo o buena parte de la dirigencia radical entendió mal lo de Gualeguaychú. Entendió que era un sometimiento a la conducción de uno solo de los socios de la alianza y no se comportó como un socio igualitario sino como socio mayoritario y entonces no se tuvo participación en la toma de decisiones. Lo que tenía que haber hecho el radicalismo -y tiene que hacer- es reclamar participación, y asumir una actitud para ello. Eso se logra asumiendo actitud de crítica constructiva desde el lugar donde está en el marco de esta coalición electoral, a veces parlamentaria y nunca de gobierno. Tenemos una matriz diferente con el PRO y esto hay que rescatarlo. Ser partidos totalmente diferentes no impide tener una alianza en la que se determinen cuáles son los derechos y obligaciones de cada socio de la alianza, como nos comportamos, qué hacemos y establecer un consenso para seguir avanzando mancomunadamente. No hay problemas en hacer alianzas entre dos partidos diferentes siempre y cuando se establezca un programa común, que no sea irrito para un partido u otro. Esto no se ha hecho y hay que hacerlo”.
Admite que no es fácil cambiar la decisión de Gualeguaychú. La convención tiene 340 miembros. “Hay una cosa que es real, no hemos tenido coincidencias en esta visión que tengo yo de criticar este modo de conducción del radicalismo frente a la alianza de Cambiemos. Hay otros dirigentes que se consideran cómodos en Cambienos; no han visto ninguna cosa que deba modificarse e incluso creo que piensan que hay que hacer de Cambiemos un nuevo partido político y dejar de lado la UCR. Como yo creo que el radicalismo ha hecho una contribución muy importante a la historia política argentina y creo que todavía lo puede seguir haciendo, creo que hay apostar a la supervivencia del radicalismo en función de sus antecedentes. Es un partido progresista, que se recuesta en la ideología social demócrata, un partido tiene como objetivo la justicia social y como, dijo Alem, es la causa de los desposeídos. Hay cosas en las que vamos a estar rápidamente de acuerdo que es en tener el sistema republicano que había sido lesionado durante el gobierno anterior; mantener el esquema democrático que estaba muy agraviado por el autoritarismo que reinaba pero hay otras que hacer como no lesionar el derecho de los trabajadores, no lesionar a la clase media que está muy castigada y ver cómo podemos establecer un sistema mucho más igualitario, de igualdad de oportunidades y avanzar en una sociedad más justa”
No soy rupturista, no creo en ellas salvo que no haya más remedio. Antes hay que hablar e intentar establecer algunos tipos de acuerdos”
Roberto Sappia
sobre la situación de la UCR de Santa Fe