“Llega el momento de defenderme y demostrar que no tengo que ver”, escribió este lunes en su cuenta de Instagram, Alejandro “El Tanque” Kenig, el ex futbolista cordobés recordado por su paso por Talleres, y cuyo nombre trascendió el mes pasado por encontrarse vinculado a una banda de delincuentes que robaba camionetas para venderlas en Bolivia. Dos días después de hacer público ese mensaje, Gendarmería Nacional lo apresó en el cruce fronterizo Los Horcones, cuando intentaba ingresar al país proveniente de Chile, en un micro de pasajeros.
Enterada de la novedad, la fiscal del Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe, María Laura Martí, se puso en contacto con Gendarmería para conocer las circunstancias de la detención, e inició el trámite de extradición interna ante la justicia mendocina, para que en los próximos días el acusado sea trasladado a Santa Fe para audiencia imputativa.
Al respecto, su abogado defensor, Néstor Oroño, adelantó que “podría llegar a Santa Fe recién a fines de la semana próxima”. Previamente, “un juez tiene que pedirle al juez de Mendoza que lo remita y después enviar la comisión policial” que lo traerá hasta los tribunales locales. “Es un trámite que demanda alrrededor de 10 días, contando a partir del miércoles que fue detenido”, precisó el letrado, quien aclaró que recién “a partir de su llegada le empezarán a correr los plazos a la fiscal para la audiencia imputativa y seguramente pedirá la prisión preventiva como lo hizo con el resto” de los integrantes de la banda de la que el ex futbolista formaría parte.
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Semanas atrás las agencias internacionales habían dado la alerta de que Kenig había salido del país y se encontraba en Chile. Pero Interpol no accedió a practicar la detención porque -de acuerdo a estándares internacionales- la orden no emanaba de un juez, sino de un fiscal, tal como ocurre desde 2014 desde la implementación del nuevo sistema penal santafesino. Entonces el pedido de detención iba a hacerse mediante la vía diplomática y a través de la fuerza pública del país trasandino, pero todo se precipitó cuando Gendarmería del cuartel de Montaña de Uspallata chequeó un colectivo de pasajeros provenientes de Chile y detectó la presencia de Kenig en el cruce de Los Horcones, a 181 km de la capital mendocina.
Fuentes cercanas al acusado manifestaron que “quería hacerse presente” y que “estaba angustiado por todo lo ocurrido”. Ello lo confirma de alguna manera el mensaje publicado el 29 de julio a través de Instagram, cuando desde la cuenta @alekenig escribió: “Bueno, después de un tiempo de no salir a hablar, de recibir muchas calumnias, llega el momento de defenderme y demostrar que no tengo que ver con tanta información mal intencionada!!à”
Según los investigadores, el apodo de “Tanque” y el número de celular de Kenig, habría surgido de escuchas telefónicas realizada por la justicia santafesina, mientras intentaba desbaratar una banda de roba camionetas que dio al menos dos golpes en mayo en las ciudades de Santa Fe y Santo Tomé -se investiga un tercer caso en Esperanza- y habrían cometido otro en Rosario.
Por el caso hay tres cordobeses detenidos: Jorge Adrián Moyano (51), su hermano Sergio (45) y su hijo Gustavo (26), los dos últimos, detenidos a comienzos de julio cuando se encontraban en el subsuelo de tribunales presenciando una audiencia del mayor de los tres, que ya se encontraba tras las rejas desde un mes atrás.
Si bien hasta el momento hay cuatro detenidos -tres con prisión preventiva-, habría más personas identificadas y cuyas capturas se encuentran en trámite. Los delitos que se investigan van desde el robo automotor, con asociación ilícita y encubrimiento, por los cuales cada miembro tuvo un rol particular. No obstante, no se descarta que la semana próxima la fiscal Martí, aproveche la imputación a Kenig para ampliar los cargos al resto de los integrantes de la gavilla.
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La particularidad del caso en que se encuentra involucrado el ex futbolista radica en que existía toda una logística destinada a “limpiar” los vehículos con documentación apócrifa, para cruzarlos a Bolivia, donde se presume, eran vendidos.
El jefe de la banda seleccionaba la camioneta a robar y luego daba las coordenadas a los demás integrantes, a quienes a su vez proporcionaba la logística para cambiar las chapas patentes en los aguantaderos y les suministraba la documentación apócrifa de otros vehículos similares, como para evitar controles de rutina. La fiscalía acusó a los asaltantes de utilizar un sistema de inhibición de alarmas, y de utilizar un dispositivo para destrabar el cierre centralizado sin necesidad de efectuar violencia sobre la unidad móvil.
También los roba-camionetas contaban con una suma de dinero en efectivo para el pago de “coimas” en caso de ser sorprendidos cuando transportaban las camionetas por la ruta 34 en dirección a Jujuy, según se desprende de las conversaciones telefónicas.
La investigación se inició el 29 de mayo, cuando la policía de San Salvador de Jujuy detuvo a uno de los implicados a bordo de una camioneta Toyota Hillux cuya documentación no coincidía con la numeración del motor y que había sido robado dos días antes en Santa Fe.